Capítulo XLI

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Admito que ese día tenia muy buen humor por la mañana, e incluso después de la comida, básicamente salí cantando a los cuatro vientos las canciones más cursis que tenía en mi celular, aunque me detuve pues me avergonzaba.

Llegué a casa de los Nerron dando las 2:30, Charly me había dicho que ya había acabado de comer, además que ya habían llegado del centro de rehabilitación, Ángela había tenido una sesión con Charly, el juramento; así que toque el timbre con seguridad.

Sus padres me saludaron rápidamente, pues tenían las maletas en la entrada, salían en un viaje de negocios ese día.
De nuevo se disculparon por no estar conmigo ese día, pues la señora Susana me había prometido hacer galletas. Yo les dije que no se disculparan por eso, que bien entendía todo su caso.

Los señores Nerron salieron de su casa cuando el reloj daba las 3 en punto. Despidiéndose de sus hijos con tristeza.
Me imaginaba que no era nada fácil estar así, salir de casa cada fin de semana y dejar a sus hijos solos, y no pasar tanto tiempo libre con ellos.

Después de eso Ángela piso música y bailamos por toda la sala como indicios, otro rato más como robots, y así sucesivamente, hasta que los 3 nos quedamos sin aliento.

Charly, Ángela y yo estábamos tirados en el sillón sin hacer nada, solo recuperabamos el aliento.
Después de un rato Ángela sacó su teléfono y se puso a mandar mensajes. Charly y yo nos miramos mutuamente, y sacamos los celulares sin pensarlo.
Él y yo estábamos en el sillón grande, hombro con hombro, enseñándonos mutuamente imágenes graciosas, pues a diferencia de Ángela, ni él, ni yo teníamos con quién mandarnos mensajes, pues la única persona con la que queríamos hablar estaba a nuestro lado.

--Bueno... Ustedes no piensan incluirme en su fiesta--. dijo Ángela molesta.
--No. Además a ti ni te gustan los memes, dices que son bobadas que solo te quitan el tiempo y te seca el cerebro--. Argumentó Charly.
--Bueno... pues al menos cambien de tema e inclúyanme, pareciera que estoy con dos desconocidos. No sean descorteses.
--¡Ay hermanita! Esta bien... ¿De qué quieres que hablemos? Aver, dime.
--No lo sé, de cualquier cosa.
-Bueno... ¿Y como te va con este clima?--. Contestó Charly al borde de una carcajada.
--¡Eres un idiota! ¿Que si como me va con el clima? Pues estoy en la misma habitación que tú, supongo que nos va igual--. Ángela se levantó del sillón enojada, se puso enfrente de nosotros con el celular en la mano.--Mejor llamaré a las chicas y les diré que vengan a una pijamada. Ustedes dos se ponen insoportables cuando están de cursis. Me dan asco.

Ángela se marchó de la sala rumbo a las escaleras con el seño fruncido. Era verdad que se enfadaba muy rápido con estos temas.
No aguantaba una broma.

--Y... ¿Ahora qué hacemos?--. Pregunté.
--No lo sé... ¿Qué quieres hacer tú?.
--Lo que sea, pero que no sea aburrido.
--Tengo una idea--. Charly se puso de pie, después me jaló de la mano para que me levantara del sillón.
--¡Vamos flojita hermosa!.

Me hizo sonrrojar.

Charly tomo mi mano suavemente mientras me conducía por la escalera a donde quería que fuese.

Atravesamos todo el pasillo de las habitaciones, hasta que llegamos a la puerta correspondiente de su habitación.
Él la abrió y entró en su habitación, dejándose caer en la cama.

Sabia que estar ahí era peligroso, pues una cama, los hermosos ojos de Charly y sus labios no eran una buena a combinación, era una muy mala. Todo esto podría terminar mal, o lo pero del todo, podía terminar en el maldito paraíso.
Y no... No lo quería terminar así.

--Entra Jade...
--Creo que mejor me quedo aquí--. Dije avergonzada, con tomo de niñita dulce e inocente. Y no lo era.
--Vamos... prometo no hacer nada, solo creí que era buena idea venir hasta aquí a hablar, solo eso.
Siempre he querido hacer eso contigo. Pasar algunas horas en mi guarida, tenerte aquí significa algo muy lindo para mí, pues no dejo entrar a cualquiera a mi habitación--. Charly sonrió desde la cama.
--Simplemente no creo que sea correcto que yo entré aquí ahora, son tus padres--. Me crucé de brazos ocultando mi deceo de estar ahí.
--Vamos que aquí no hay nadie que diga que está mal. Además no tiene nada de mano Jade, solo es mi habitación. Nada más.

¿Y si te digo que me enamoré de ti?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora