Solo en casa

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Phil recién se levantaba de su rutinaria siesta; nunca caen mal. Hasta dicen que son saludables, y quién es él para juzgar a los profesionales. Nunca duerme la misma cantidad de tiempo pero ésta vez durmió tal vez unas tres o cuatro horas, creo que hasta él mismo pensaría que es mucho. Lo mejor que se le ocurrió para avisparse fue enjuagarse la cara, una dichosa sensación que sientes mientras esa agua fría resbala por tu cara sin espabilar. Según el reloj eran las siete y media de la noche. Una esplendorosa hora llena de armonía y silencio, y ese día parecía que lo llevaría a otro nivel. No se oía ni una sola mosca.

- Mamá... ¿Mamá? – dijo Phil mientras echaba un vistazo en la sala.

Era la habitación más cercana a su cuarto. Su casa no era un palacio que digamos; así que en mayoría todas las habitaciones están unidas. Phil decidió seguir hacia el patio, puesto que el baño ya lo había descartado. De primeras no observó a nadie. Estaba simplemente oscuro; demasiado. Optó por encender la luz, la cual era extraño estuviese apagada. Para este momento ya tenía en mente que sus padres debieron de haber salido sin decirle, o tal vez lo hicieron entre sueños y no se acuerda. Pero tenía que asegurarse.

Desde donde estaba visualizaba perfectamente la cocina, un espacio pequeño que les permitía hacer lo esencial. Y luego estaba el lavandero que al final conectaba con un camino de cemento hacia la parte del garaje. Lo recorrió con paciencia. Sentía el viento helado recorrer cada parte de su cuerpo.

El vehículo se encontraba ahí, guardado. Cerrado. Si sus padres no estaban, ¿en qué se marcharon? No se irían a pie; eso es seguro. Aunque estuviese oscuro, algo captó la atención de Phil. Eran unas sombras que se desprendían debajo del vehículo, unas sombras más oscuras que todas las otras. Había alguien ahí debajo. ¿Su padre?... ¿Su madre?...

Un escalofrío recorrió su cuello, eran las piernas de alguien. Alguien que por alguna razón se encontraba debajo del vehículo. Pero no se movían, se mantenían inmóviles. Y ¡ZAM! Con una velocidad sorprendente vio cómo se adentraban en lo más oscuro. Del susto dio un salto, y giró a ver a todos lados, sintiendo la mirada punzante de alguien. Pero no podía bajar la guardia, algo o alguien estaba debajo del vehículo. ¡La luz! Pensó. En el garaje había una lámpara que se encendía manual de un cable que colgaba de ella.

Se armó de valor, y con una velocidad igual que el de las sombras corrió hacia el cable y encendió la lámpara. No había nada. Ahora que lo veía todo, observó que no había nada. Pero recordó, que lo que sea que había visto estaba debajo del vehículo. Lentamente fue acercando su rostro al suelo. El corazón le latía a mil. Pero la curiosidad le mataba. No podía dejar las cosas así. Tenía que averiguar qué era aquello. Y a como antes... no había nada. Pero el silencio inundaba el lugar. Y el absoluto silencio puede matar a cualquiera.

Decidió salir del garaje cuanto antes. A paso apresurado llego a la puerta que daba al interior de la sala. Sentía esos enormes ojos clavados en él. En algún lugar alguien lo observaba, y como era humano volteo para descubrirlo en el acto. Su intento fue fallido, pero eso no lo detuvo. Entró y cerró la puerta. Recordó que había dejado la luz encendida pero eso no importaba en esos momentos. Dio unos cuantos pasos atrás, no sabía qué pensar.

El silencio... el silencio...

Sentía como su corazón estaba acelerado a mil por hora, no literal claro está. Estaba solo. Pero ya no sentía esos ojos clavados en él. Se sentía más tranquilo... más a salvo.

- Es solo tu imaginación. Es solo tu imaginación. – Se dijo Phil a sí mismo, simplemente no lo creía. Debía de ser una de esas situaciones en las que oscuridad, el cansancio y las películas de terror crean en ti. Pero, era tan real. Realmente sintió que alguien estaba ahí. Realmente sintió que alguien le observaba.

Solo en casaWhere stories live. Discover now