CAPÍTULO 24. Si yo fuese diario, ¿Dónde estaría?

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—Te digo que como Nicole siga comiendo en la cafetería jamás se mejorará del estómago. Ya tiene varios días enferma y más terca no puede ser. Se rehúsa a ir al médico—Taylor insistía preocupado.

—No hablemos de la comida de la cafetería que desde que Rafaela, la cocinera, tomó vacaciones la comida es un asco—respondí aun nauseabundo por la comida del almuerzo.

—¿Y Megan?—preguntó al cabo de un rato, mientras nos sentábamos en una de las mesas vacías del comedor.

—Está presentando un examen de Ingles. Saldrá un poco tarde.

—¿Acaso estás loca?— un iracundo Alejandro gritaba hacia el teléfono, mientras entraba al comedor. Le hice seña para que se acercase—¿Y qué te dijo el director?—continuó con su conversación telefónica—. Debió haberte castigado por más tiempo. ¿Acaso no sabes lo que esto puede hacerle a tu beca?. No Mikaela. No. De verdad que no puedo, tengo un examen de programación dentro de poco y una reunión con el club de ajedrez, te tendrás que quedar allí hasta que pueda desocuparme.

No bien había escuchado el nombre de Mika mi atención se centró en su conversación. Le hice señas con la mano para que me prestase atención y cuando por fin lo hizo me ofrecí a lo que sea que necesitase Mikaela.

—Escucha, Ryan irá por ti. Bien. Hablaremos en la casa—y colgó la llamada.

—Gracias—me dijo Alejandro con sinceridad—tardaré por lo menos 5 horas antes de que llegue a la casa y ella necesita que la busquen dentro de hora y media.

—¿Qué fue lo que pasó?—preguntó Taylor integrándose en la conversación.

Alejandro soltó un respiro profundo y comenzó a explicar

—Al parecer el equipo de porristas tuvo problemas con sus uniformes, y los consiguieron todos pintados con los colores del equipo rival.

—¿Y qué tiene que ver Mika en eso?

—Que consiguieron las pinturas en su casillero—rodó los ojos un tanto apenado.

No pude evitar reírme junto con Taylor, pero cuando Alejandro nos dedicó una mirada de reproche, paramos de inmediato.

—Mikaela fue castiga por dos meses en detención, pero a la hora que comenzará a salir, yo no podré ir a buscarla.

—No te preocupes, igual no tengo nada mejor que hacer—dije para tranquilizarlo.




A penas entré en el Instituto de Mikaela, apreté los puños con tantas fuerzas que los nudillos iban a explotarme. Crují los dientes de tal manera que resultaba doloroso, pero solo ese dolor me permitía mantenerme coherente. Como cualquier otro instituto, este tenía un pasillo largo con salones a lado y lado, y otro pasillo que lo cruzaba casi al medio para la otra tanda.

Cuando estuve parado en esa intercepción, pude matar a quien quiera que se me hubiese atravesado, menos mal que el instituto a esta hora estaba desierto. Me fui a la pared que tenía más cercana y arranqué el cartel con la caricatura de Peppa Pig, pero con el rostro de Mikaela, y una vez que quité el que le seguía, no paré hasta que los quité todos. Para mayor seguridad subí al segundo piso y revisé que no tuviese más carteles. Me di incluso la molestia de asomarme dentro de los salones.

Conforme con mi trabajo de limpieza y con las manos con múltiples cortadas de papel, le envié un mensaje a Mika para saber dónde estaba, su respuesta me llegó casi de inmediato «Gradas».

Estúpido Nerd Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora