Capítulo seis.

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Esa noche acabamos dormidos en el sofá. Era un sofá estrecho para dormir dos personas, y por eso me gustaba.

La verdad es que no sabía exactamente por qué había ocultado a Zayn que Harry me había pedido disculpas. Supuse que sencillamente, quería guardarme ese momento para mí.

Esta vez el se despertó antes que yo, tanto que cuando yo abrí los ojos por primera vez en el día, el ya estaba en la cocina pegando sorbos a su taza de café.

-Buenos días — saludé aún en el sofá.

El se acercó hacia mi, con su taza en mano y su sonrisa. Se sentó junto a mí, tendiendome su taza para que bebiera de ella.

-Vamos, levántate — sugirió.

-¿Por qué? Hoy no tenemos planes — justifiqué — ¿verdad?

Zayn se rió. Teníamos planes.

-Sorpréndeme — le reté.

-¿Te apetece conocer a mis padres? — fue directo.

-¿Cómo? — pregunté, intentando asimilar la pregunta.

-Lo que oyes.

Nunca me había planteado esa sugerencia. Estaba claro que algún día tendría que conocerlos, pero no pensaba por nada del mundo que sería hoy.

-¿Y... por qué hoy?

-Bueno, digamos que tienen ganas de conocerte — confesó.

¿Qué significaba eso? Supuse que tendría que comprobarlo yo misma.

Por la tarde nos encontrábamos en su coche, dirección: casa de los Malik.

Por una parte me encontraba nerviosa, pero por otra confusa.

Zayn nunca me había hablado de sus padres. Por su puesto que sabía que tenía padres y tres hermanas, pero no me había contado nada de ellos, así que pensé que no tendría nada de que hablar con ellos.

Nos encontrábamos en la puerta de su casa. Era un gran chalet blanco precioso.

-¿Preparada? — preguntó mirándome, mientras me cogía de la mano.

-Preparada — contesté con la vista clavada en la puerta.

Sonó el timbre, impulsado por el dedo de Zayn. Se abrió la puerta, quizá demasiado rápido para mi gusto.

Un hombre alto y moreno apareció tras ella. Era serio, y me miraba atentamente. Intenté sonreír, algo tímida.

-Hola papá — dijo Zayn soltando mi mano y dándole un abrazo — esta es Valeria.

-Buenos días... — saludé poco entusiasmada.

-El es Yaser, mi padre — me informó.

El asintió mientras me miraba fijamente.

-Pasad — nos invitó.

Esto va a ir muy bien Valeria, pensé tras la actitud de Yaser. Estaba clarísimo que no era santo de su devoción, y eso hizo que me pusiera más nerviosa aún.

Iba fijandome en la decoración de la casa, junto a los cuadros y fotos familiares de las paredes.

Zayn nos condujo hasta el salón, donde una mujer morena, de pelo largo leía un libro en un sillón blanco.

Se percató de nuestra presencia y se puso en pie, dejando mostrar una enorme sonrisa.

-¡Hola! — dijo acercándose a nosotros.

Primero abrazó a su hijo, para después acercarse hacia mi.

-Valeria, ¿verdad? — preguntó.

-Sí, hola... — contesté, devolviéndole la sonrisa.

-Trisha — me ayudó.

-Hola Trisha, encantada de conocerla — dije lo más educada posible.

-Oh, no me trates de usted — contestó riendo — tenía muchas ganas de conocerte.... Vamos, sentaos.

La obedecímos los tres. Yaser se sentó junto a ella, mientras yo hacía lo mismo con Zayn.

-¿Y las chicas? — preguntó Zayn, supuse que refiriendose a sus hermanas.

-En casa de la abuela — contestó Trisha.

Zayn asintió, entrelazando sus manos y apoyando sus codos sobre sus rodillas.

-Bueno y... ¿cómo estais? — preguntó esta vez la madre.

-Oh, bien — respondió Zayn mirandome.

-Muy bien — corregí yo, sonriendo tímidamente.

-¿En serio? — preguntó Yaser. — ¿Estas muy bien después de haberle jodido la vida a Zayn durante un año?

Me quedé mirándolo fijamente, sin reaccionar. Para nada me esperaba esa pregunta retórica. Algo dentro de mí me había advertido antes de que algo no saldría bien con esta visita.

-Papá... — murmuró Zayn con tono de voz serio.

Mis ojos estaban húmedos, pero no me permití el placer de dejar salir las lágrimas. No sabía que hacer, qué decir.

-Voy... voy a por el café — dijo Trisha, algo avergonzada — acompañame Valeria.

No dudé ni un segundo en levantarme e ir con ella. Solo quería salir de ahí.

La seguí hasta la amplia cocina de la casa, aún con los ojos húmedos. Ella comenzó a servir el café en tazas.

-Perdónale — dijo. — no lo entiende — hizo una pausa, posando la cafetera sobre la encimera — Hemos sabido que Zayn lo paso mal ese año.

-No lo culpo, solo dice la verdad.

Me miró y se acercó a mi, cogiendome levemente la barbilla.

-Eso no es cierto — me dijo muy segura — no fue culpa tuya. Solo te sentiste agobiada, lo suficiente para irte — me explicó — cualquier persona lo hubiera echo.

-¿Tu no estas enfadada? — quise saber.

-No — me soltó la barbilla, mostrándome una leve sonrisa — nunca lo he estado. Todo el mundo comete errores, pero no todos saben reconocerlos y disculparse.

Una lágrima salió de mis ojos. No me esperaba esta reacción tan amable de Trisha. Parecía entenderme mejor que yo misma.

Y desde ese momento supe que sería como la madre que me faltaba.

Secuelas de suerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora