Y al darse la vuelta, se topó con aquello que intentó evitar durante años, aquello que le provocaba pesadillas de día, y de noche.
Al darse la vuelta, visualizó su propio reflejo.Su cara estaba desfigurada, sus ojos eran de un color verde gélido, sin vida, pero con muchas emociones negativas.
Tenía un pircieng en el labio inferior que ahora se encontraba decorado con pequeñas gotas de sangre.
Su pelo era negro carbón, aunque rubio de nacimiento.
Con furia golpeó el espejo rompiéndolo en miles de pequeños cristales, de los cuales algunos se incrustaron en su mano, que ahora yacía machada de su propio líquido vital.
Y es que los miedos la perseguían a donde fuese, como los sueños se ataban a los niños, aunque luego se esfumasen en cuanto entraran en la madurez.