Capitulo Veintidos

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—Quiero hablar contigo —le dijo _______ a Luke a la mañana siguiente mientras se sentaba ante la mesa de la cocina donde él estaba tomando un café.

Le sentaban bien aquellos pantalones cortos de algodón y el top. Su mirada furiosa, sin embargo, era otra historia.

—Ash está dormido —continuó ella—. Así que no puede hacerse una «idea equivocada». Y no puedo esperar a decirte esto.

Luke se puso tenso. Estaba buscando pelea, pura y dura.

—No tengo ganas de hablar.

—Ok, entonces escucha.

El que _______ hablara con tanta dureza no presagiaba nada bueno. Pero esa mañana, había en su tono de voz un ligero temblor. No era de sorprender, ya que el día anterior se había comportado con ella como un auténtico niño malcriado.

Pero o guardaba las distancias o se la tiraba. Sabía que ella quería mantenerlo a distancia, no entre sus muslos. Chica lista. Él se podría pasar toda la vida follándola.

—Tienes tres minutos.

—No me hace falta tanto. —Ahora sonaba molesta, lo que era todavía mejor. Así podría controlarse. Además, si estaba enfadada, es que estaba bien. Era la vulnerabilidad de _______ lo que no podía soportar.

Aquellas lágrimas la noche anterior… Dios, escucharla llorar en los brazos de Ash casi había acabado con él. Ash la había tranquilizado, susurrándole al oído. Pero esos suaves sollozos y jadeos temblorosos casi habían minado la determinación de Luke. Quería ser él quien la consolara. Si la hubiera abrazado, si la hubiera acariciado la noche anterior, hubiera acabado haciendo el amor con ella. No la hubiera follado, no. Habría sido un suave y dulce acto de amor para tranquilizarla. Lo que hubiera creado un lazo afectivo entre ellos.

Había resistido por el bien de _______ y su propia cordura.

Primero celos y ahora eso. ¿Qué demonios le pasaba? _______ inspiró con fuerza.

—Después de lo que ocurrió ayer por la mañana y luego por la noche, no puedo quedarme.

Tú no me quieres aquí, y no hace falta que me expliques por qué. Gracias por la ayuda. Recogeré mis cosas y me iré a las diez.

«¿Qué demon…? ¿Se iba a marchar?». Sus palabras deberían haber sido un alivio, pero _______ era una luchadora. ¿Por qué cedía de repente y se retiraba? ¿Y por qué el mero pensamiento de dejarla marchar era como una cuchillada en su corazón?

_______ le dio la espalda. Incluso así, no pudo evitar ver la expresión vulnerable de su rostro cuando se levantó y cruzó la cocina para regresar a la habitación. Podía dejar que se marchara, debería de dejar que se fuera… «¿Podía? ¿Debería?»

Luke se puso en pie y se apresuró a cortarle el paso.

—Así que sabes por qué no quiero que estés aquí. ¿Y qué es lo que crees saber?- _______ frunció el ceño con incredulidad.

—Sé lo que los hombres han dicho de mí desde que pasé por la pubertad. Es raro que me maquille y nunca me pongo vestidos. Odio el encaje y nunca creeré que los pantys sean un gran invento digan lo que digan. Jamás dominaré el arte de reír tontamente o pestañear. Me gusta pescar, odio cocinar y puedo beberme un pack de seis cervezas en menos de cuatro minutos si alguien me desafía a hacerlo. —Alzó la cabeza, luchando contra las lágrimas y Luke vio en su expresión cuánto le molestaba eso—. Soy muy poco femenina. Y sé que muchos hombres, entre los que te incluyo, piensan que soy un fenómeno de feria.

Estaba tan completamente equivocada que Luke apenas podía asimilar lo que decía.

—¿Piensas que no me siento atraído por ti?

La expresión de _______ le hubiera hecho reír si el tema no hubiera sido tan serio.

—Cuando aparecí por aquí con tacones y encajes, tú me deseabas. Pero luego me viste sin ropa, y, como en el instituto, pensaste lo mismo que los demás hombres. Se te quitaron las ganas, así que me dijiste que te dejara en paz a menos que estuviéramos en la cama. Que allí sí tenías intención de cumplir tu palabra. ¿Hacen falta más pruebas?

¿Estaba hablando en serio?

—Eso son estupideces, gatita.

Ella puso los brazos en jarras y le lanzó una mirada desafiante.

—Ya he oído antes esta historia. Y más de una vez. No tienes que ocultarme la verdad. Puedo aceptarla.

De repente, Luke quiso golpear a cada uno de los idio*tas del instituto que la habían hecho sentir tan poco femenina. Aunque también era cierto que podía aprovecharlo en su favor. Sería fácil. Sólo tenía que dejar que esa mentira lo sacara del aprieto.

Pero sería una auténtica idiotez. Y él no podía hacerle daño a propósito.

Suspiró, derrotado.

—¿Me has visto alguna vez hacer algo por obligación sólo para no herir tus sentimientos?

_______ vaciló.

—No.

—Exacto. No fingiría que me excitas si no lo hicieras. Y en cuanto a lo de que no eres lo suficientemente femenina, vaya tonteria. No es el maquillaje o reírse tontamente lo que te hace mujer. Son tus impulsos, tus deseos y los fluidos sexuales que emanan de ti.

—¿Qué quieres decir?

Estirando el brazo, le tomó la mano y se la apretó.

—Que eres una mujer de bandera, gatita. Me gusta que seas franca. Que no te desquicie mi profesión. Tienes un extraordinario sentido del humor cuando no estás tensa. Si me comporto así es porque te deseo demasiado.

—¿Demasiado? —Una mirada de escepticismo asomó a los ojos color avellana—. ¿Me deseas demasiado?

Tirando con fuerza de la mano de _______, la apoyó contra su bragueta, cubriendo la implacable erección que tenía cada vez que ella estaba a menos de dos metros.

—¿Te parece que estoy mintiendo?

Ella se sintió fascinada y le acarició el miembro a través de los pantalones, deslizando los ágiles dedos arriba y abajo por la rígida longitud.

—No.

Harry le agarró la muñeca para detenerla. Entre sus alocados deseos de abrazarla y la lujuria que ella incitaba con cada toque, estaban metiéndose en aguas peligrosas.

—No comiences algo que no puedas terminar.

Con la mano libre, ella agarró los pantalones cortos de Harry y comenzó a bajárselos.

—Puedo terminarlo. ¿Acaso no lo hice anoche?

Su boca. «Oh, Mier*da». Sí, por supuesto que lo había terminado. La húmeda boca de _______ había sido como un sedoso paraíso. Ash le había estado diciendo con exactitud cómo conducirle al éxtasis, y ella lo había hecho. Despacio, duro, con pequeños mordiscos… y él había perdido el control. Pensar en que ella podría hacerlo de nuevo ahora, provocó que su miembro latiera bajo su mano. En respuesta, ella lo apretó con más fuerza.

Con la mano libre y una última brizna de control, él le agarró los dedos que le bajaban los pantalones.

—No lo hagas.

_______ no se detuvo. Le apartó las manos.

—¿Me deseas pero no quieres que te toque? ¿Desde cuando un hombre desea a una mujer pero no quiere que se la chupe?

—Si sigues con esto voy a querer mucho más de ti.

—¿Qué quieres decir? —espetó ella.

TROLOLOLOLOLOLLOOOOO, Le voy a seguir nada más por que quiero seguir leyendo :D

Fantasía Prohibida - Luke Hemmings y Ashton IrwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora