Rudolph

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No podía quitar la sonrisa del rostro, todo se había transformado a un lugar espléndido y acogedor... ciertamente caótico en sus momentos más extenuantes, pero sin duda no lo cambiaría por nada y se encontraba extremadamente agradecido con la vida por haber llegado a ese momento, por haberle brindado el regalo más grande que jamás creyó llegar a poseer, merecer... o siquiera pensar en la posibilidad de que algo como eso pudiera ocurrirle a él.

POKÉMON XY&Z

THE RED NOSED REINDEER

Esa mañana, como todos los días últimamente, había amanecido con la nevada templada característica de la época, la gélida ventisca le provocaba rubor en la nariz y mejillas, pero no se detendría en su cometido, los guantes y las orejeras lo protegían de todas formas, por lo que caminó con aquellas botas que se hundían en la nieve hasta la posada, en la que, al cruzar la puerta, el sonido de muchas campanillas, anunciaron que un cliente había entrado.

—Muy buenos días, póngase cómodo, la mejor manera de entrar en calor en momentos como este, es con una bebida caliente y sentarse frente a la chimenea. —Prácticamente lo estaban escoltando, pero, simplemente se limitó a sonreír, indicando que todo aquello que le ofrecían no le interesaba, más miró en todas direcciones.

—La verdad es que estoy buscando a alguien.

—¡Piika! —aunó al esfuerzo su mejor amigo, que escondido bajo el abrigo, finalmente se asomó.

—¡Ah sí! ¡Se nos informó de la llegada del Campeón! —le reverenció la joven que le recibió. —Por favor, discúlpeme, no lo había reconocido.

—No hay problema jeje... no tiene porqué...

—Su esposa dejó la llave de su cabaña lista para usted. —Con esas palabras, corrió tras el recibidor de la entrada y buscando la llave en el tablero, la encontró, para luego dársela.

—Es la cabaña...

—¡No me lo diga! —la detuvo, en una señal de alto de sus manos extendidas hacia ella. —Yo le prometí que la encontraría —afianzó la llave en su mano con una sonrisa triunfadora, por lo que la encargada le sonrió con complicidad.

La esencia a manzana y canela que flotaba en el aire, sólo le urgía que llegar a encontrarse con ella. Estar a su lado era tan dulce y maravilloso que todo lo bueno de la vida se la recordaba. Era noche buena... y debía... fuera como fuera, encontrarla para pasar juntos el aniversario de su primer año como marido y mujer.

Las cosas buenas... las malas... las difíciles... las divertidas... todas las había vivido con ella desde hace tanto tiempo, pero cada experiencia nueva, le llevaba a descubrir aún en esos momentos, cosas que no sabía de su bella esposa y de sí mismo, que convertían sus días en un nuevo caramelo a despojar de envoltura.

La boda había sido esplendorosa... una novia de cabellos de miel, deslumbrante y maravillosa, a sus ojos, la mujer más hermosa que jamás vio y al mismo tiempo la más dulce y tierna, quien lo apoyaría fuera lo que fuera e hiciere lo que hiciere.

Con un beso bajo el muérdago que sellaría su unión en medio de la felicidad de todos los invitados.

Revivirlo, sería un sueño añorado. Pero más que su memoria más feliz... lo que deseaban era recordar el por qué de su ahora felicidad... el momento en que sus destinos se cruzaron desde la primera vez. Un campamento que en tierras lejanas los acercó sin pretenderlo y sin que nadie lo imaginara.

Por eso... para su primer aniversario... volverían a encontrarse, en un campamento... en una cabaña... y la besaría bajo el muérdago tal y como lo hizo el día de su boda. El plan perfecto.

The Red Nosed ReindeerWhere stories live. Discover now