De supernovas y meteoritos.

nine

--Me extraño. –Dice Marte. Es la primera vez que se ve en un espejo en dos años y no luce hermosa, ni horrible... Ella simplemente no luce.

Theo no piensa lo mismo mientras ve su fin acercarse como un meteorito. Es irónico el poder que tienen las palabras, especialmente las de Marte, sobre la gente.

Theo también se ha sentido mal y extraño, pero Marte no puede con ello de la misma manera que él lo hace.

Marte está acostumbrada a reír cuando quiere llorar, a llorar cuando quiere algo y a cerrar sus sentimientos ante conocidos y extraños. Pero en ese momento sus sentimientos se muestran tal y como son realmente porque ha notado que sus ojos no son color miel como los recordaba sino de color cappuccino en el momento en que las lágrimas tocan a las ventanas de sus pupilas y ellas las deja entrar (o mejor dicho salir). En ese momento Theo la abraza con fuerza, con miedo a que se rompa.

Ambos lo saben.

Todo está a punto.

A punto de derrumbarse, de alumbrarse.

De empezar, de terminar.

De morir, de nacer.

De irse, de llegar.

De odiar, de amar.

Y de perdonar. Porque ambos están a puntos de regresar.

Theo no lo acepta y Marte ni se diga. Ha atado una soga con pinta de horca al techo solo para volver a los enfermeros un poco locos como ella, para hacerlos decirle a la gente que Marte es un peligro, una supernova a punto de explotar, y que tal y como una, ha pensado que se vería más hermosa y brillante opacando un cielo estrellado con su espíritu fugaz.

Marte no planea irse. Extraña la luz del sol y ver a la gente caminar por la ciudad, pero esas no son suficientes razones para abandonar a Theo. Él tiene razón.

"Eres una Supernova a punto de explotar, fundida con una hermosa humana con mente de demente. Por eso estás aquí. Ellos tienen miedo de que explotes en otro lugar."

Se habían rendido en retenerla y ella se ponía freno a sí misma. ¿Theo o todo el resto del mundo? Obviamente solo había una opción y tenía el cabello dorado.

--No te extrañes. Eres hermosa.