Ella

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O N C E.

Dolor de cabeza. Lo he traído durante todo el viaje, el día de ayer terminó detestable. Nuestra madre aún no sabe el origen de Shajaira y esto me está preocupando, creo que esa preocupación es la causante de mi migraña.

No he vuelto a hablar con Shajaira, Nestor me dijo que ella seguirá estudiando e intentará buscar trabajo pero en este país no permiten a menores de edad trabajar, la mayoría de edad aquí es a los veintitrés y ella solo tiene veintiuno. Aunque, en unos que otros lugares si lo permiten.

Estamos en este momento en el aeropuerto, mi madre está comprando con los demás comida mientras yo estoy sentado en una de las bancas mirando a mi alrededor. Todos caminan rápido y están abrigados, a mi lado estaban las revistas para las mujeres y chismosear, también habían unos periódicos. Tomé uno mientras esperaba a los demás y que mi paciencia no se agotara.

Me fui directo a la página de fútbol. Mi equipo perdió ayer, que vergüenza. Pasé la hoja y una imagen atrapó mi atención.

Encontraron a una mujer golpeada.. La mujer fue golpeada hace dos días, la encontraron en frente al edificio Loundin inconciente, una persona la encontró tirada en la calle y de inmediato llamó a la policía.

Es el edificio de Juliette..

No muestran la imagen de su rostro pero tiene una melena rubia.

—Jean, tu madre te pregunta si quieres..

—Lo que sea, estoy ocupado—respondí con desdén.

Me preocupa saber que ese hombre volvió a atacar a Juliette y yo la dejé sola.

La mujer poco recuerda, nadie vió nada y no tiene familiares a quién llamar. Si usted la conoce o conoce a algún familiar, acerquese al hospital Salud y Vida. Su nombre es Juliette Denver.

Joder..

Mi pulsó se aceleró y las manos comenzaron a temblarme. Mi madre venía hacía mi con unas empanadas.

—Lo siento, debo irme—dije sin voltearme. Aceleré mi paso dejando a todos atrás, sin ver sus reacciones.

Necesito llegar. Tengo las emociones encontradas, le hicieron daño y todo fue por no ayudarla. Esto se pudo haber evitado, joder.

Me acerqué a uno de los taxis que esperan en la salida del aeropuerto, le mencioné el hospital para que comenzara a conducir.

Ella es tan rara, no permitió que le ayudara, pudieron haberla matado y eso quedará en mi memoria por siempre. No soportaría la culpa.

Tuve un caso parecido, casi muere el hombre que necesitaba mi ayuda pero este si dejó ayudarse solo que no me enfoqué mucho y cuando estuvieron a punto de asesinarlo, cambié. Comencé a darle prioridad a las personas que buscan o solicitan ayuda.

Mi teléfono vibra sin cesar, es mamá. Si no le contesto la mujer enloquecerá.

—¿Qué pasó, mamá?—hablé con desdén.

—¡Dime tú!—gritó, no parecía estar tranquila. Apuesto que esta enojada, pero me tardaría en explicarle.

—Estoy atendiendo el caso de una muchacha y fue golpeada, me enteré por el periódico. Estoy yendo a la clínica—resopló. No parece relajarse.

—Debes dejar el trabajo a un lado, tu familia es primero.

Su voz seguía en tono molesto y apuesto que el hombre del taxi alcanza a escucharla.

—Lo siento, madre pero la vida de una persona no quedará en mi conciencia—contesté, molesto. Me molesta que no entienda, no me interesa estar en familia, no me interesa regresar a esa casa, no me interesa escuchar más consuelo.

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