Ella

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Un día común, mientras recorría el camino hacía mi casa. Mis ojos se percataron de una cabellera castaña. 

Cuando te ví, no pude creerlo.
Eras tú, aquel chico que siempre aparecía en mis sueños.

~Tu mirada sostenía la mía, tus manos acariciaban mis mejillas, pronunciabas mi nombre y luego...
Luego fundias  tus labios y mis labios en un beso, en un beso lleno de amor.~

Me sonroje al instante, como era posible que tuviera aquellos sueños, aquellos sueños que parecían tan reales.

Sin darme cuenta, te encontrabas delante de mi. Tus ojos eran tan mágicos, tan hipnotizantes. De pronto sonreiste y me di cuenta, que tenias la sonrisa mas bella del mundo. En ese momento, supe que nunca me cansaría de verla.

El día siguiente, te encontrabas en el estacionamiento de mi escuela. Me sorprendí tanto. Inmediatamente te pregunte que hacías ahí. Soltaste una carcajada, tomaste mi mochila y me susurraste al oído "Estudio aquí, ángel". Me pareciste una copia barata de Patch Cipriano pero eso no evito que mis mejillas se tornaran rojas.

Al pasar los días, me di cuenta que te estabas volviendo indispensable para mi.

Por las mañanas, caminábamos juntos al colegio. Coincidiamos en todas las clases, en los descansos cogias mi mano y me guiabas a la azotea. Siempre llevabas en tu bolsillo, ese yogurt de frutas que tanto me gustaba. Al terminar las clases, íbamos juntos a casa. En ocasiones, te quedabas a comer. Mamá te adoraba y sorprendentemente papá también lo hacia. Parecían conocerte de toda la vida. Por las tardes, solíamos reunirnos en aquel parque en el que te conocí. Siempre comíamos un helado de diferente sabor cada día. Cada noche, me llamabas para contarme de tus teorías acerca de que Mrs. Brown  era una drogadicta y por eso siempre estaba histérica. Y aunque sonara tonto, me encantaba oírlas.

Aquel martes, no caminamos juntos al colegio. Tampoco te sentaste a mi lado en clases y me evitaste en el descanso. Tomamos caminos diferentes a la salida. En ese momento, maldije ser tan dependiente de ti. Pero más me preocubaba que te hubieras cansado de mi.

Al llegar a casa, mi celular vibró.
Era un mensaje, un mensaje tuyo.

  Podemos hablar, es urgente.
Te espero en la banca de siempre.
A las 5 ...
  Josh

Corrí a mi habitación buscando el vestido más bonito que tenia. Arregle mi cabello y maquille ligeramente mi rostro.
Espere pacientemente a que el reloj diera las 5. Entonces, tome mi celular y me dirigí al parque. A lo lejos, visualice tu cabellera castaña. En tus manos traías un ramo enorme de rosas rojas -mis favoritas-  y al lado de ti se encontraba un oso de peluche enorme.

Cuando estuve frente a ti, murmuré un débil un hola. Inmediatamente tus ojos me miraron fijamente.
Tus brazos me rodearon fuertemente, mi cara estaba acurrucada en tu pecho. Podía sentir tu fuerte palpitar.
Tomaste mi rostro.

Tu mirada sostuvo la mía, tus manos acariciaron mis mejillas, pronunciaste mi nombre y luego finalmente fundiste tus labios y los mios en un beso, un beso lleno de significado.

De pronto mi cabeza estalló, las lágrimas brotaban de mis ojos. Cuando lo notaste, alejaste tu rostro del mio y me miraste fijamente.
Solo pude pronunciar una débil frase lo siento, siento haberte olvidado.

Una sonrisa se extendió en tu rostro. Besaste castamente mis labios, mientras susurrabas...
Te extrañe, mi querida Alex.

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