Zafiro perfecto

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Sebastián Michaelis Pov

Era y sigue siendo un pequeño doncel orgulloso y altivo como solo él puede ser, aquel lindo azulino que conocí una mañana en el parque. Tenía algo que me llamaba la atención, por lo que un día me atreví a invitarlo a desayunar y para mi buena suerte acepto. Entre charlas sin sentido, me dijo que vivía en el edificio departamental que se encuentra justo al lado de mi casa —algo que evidentemente ya sabía.

¿Suerte o destino? Quizá un poco de ambas, no te he de mentir, su mirada zafiro me cautivo desde que le vi, sintiendo como resplandecía con un deje de altanería tan característico en él, preguntándome como ese pequeño podía ser tan prepotente y mandón.

Siempre mostrando ese semblante serio que parecía ordenarte que te alejaras cuanto antes de su presencia, aún así puedo decir con orgullo que tiene una de la sonrisa más encantadora, tierna y sexy que haya tenido la dicha de poder admirar, y no me refiero a la sonrisa ladina, llena de prepotencia y sorna, no, más bien a una real, una que era solo para mí.

Aquel primer encuentro supuestamente accidental —que tarde semanas en planear—, solo fue el principio de todo, no fue nada fácil pero después de aquella vez salimos un par de ocasiones, fuimos al cine, a comer, eso sí, tuve que ahorrar todo mi sueldo de una semana para llevarlo a uno de los mejores restaurantes de Londres, pero bien valió la pena cuando me dio un pequeño e inocente beso en la mejilla como muestra de agradecimiento, aunque seguido de eso exclamó «Te lo has ganado perro».

Sí, aquello rompió el mágico momento, pero con él te acostumbras a que esas acciones es su forma de mostrar afecto, es una forma bastante peculiar si me lo preguntas, que te hace pensar: si esa es su definición de afecto ¿cómo será cuando se enfada? Eso yo lo definí como algo que nunca me plantearía averiguar, podríamos decirle lo prohibido.

El tiempo a su lado eran experiencias únicas que siempre atesoraré en mis memorias por muchísimas razones, descubrir cada aspecto de él era mi más grande pasatiempo, vaya que era una caja de sorpresas, una muy bella cabe destacar, poseedor de cualidades asombrosas, como esa afición a practicar el esgrima cuando en otra cosa que requería de un pequeño esfuerzo físico era pésimo, entre risas descubrí que era muy malo en el baile y en los deportes, pero un genio en cuanto a literatura, música y arte.

Tras un año de conocernos nos hicimos una pareja, fue justamente en su cumpleaños número dieciocho. Al finalizar con nuestra cena romántica le propuse que fuera mi novio. Ame su expresión de sorpresa y su hermoso rostro que se sonrojo por completo cuando con extrema timidez  e dio el si. Ahí fue donde confirme que él era la obra de arte más sublime y perfecta que se haya creado.

Yo recién cumplía los veinticuatro años de edad y acababan de ascenderme en mi trabajo, realmente no podía pedir nada más para ser plenamente feliz al lado de la persona que estaba seguro, se convertiría en el centro de mi mundo.

Nuestro noviazgo tuvo muchos momentos buenos y malos, no todo fue perfecto ni miel sobre hojuelas, aun así siempre logramos solucionar los problemas, aun cuando estábamos por rendirnos y tirar la toalla nunca lo hicimos, porque eso iría en contra de todos nuestros principio, esa misma obstinación que nos traía problemas era la misma que nos hace mantenernos juntos pese a todo.

En un principio nuestros padres no aceptaron nuestro compromiso, alegando, enfadándose y amenazandonos con que nuestra relación no tenía futuro que si por esto o aquello, ahora te digo ¡puras estupideces!, lo que en esos momentos resultó ser un inconveniente. Pero fue curioso como mi amado Ciel los amenazó con que ya no nos volverían a ver nunca más y que si intentaban separarnos jamás los perdonaría, ¡Ja! Hasta a mi me “sorprendió” esa mirada inquisitiva y sumamente fría que les dedico, retándolos a que se atrevieran a hacer algo en su contra, les costó aceptar pero finalmente nos dieron su bendición.

Jamás tuve duda de que él era el amor de mi vida, bastaba observar aquellos enormes zafiros para saberlo, por lo que dos años después nos casamos, e incluso asistió toda la familia, debo decir que fue hermoso, el se veía tan hermoso vestido todo de blanco, pero sin duda lo que más disfrute fue la luna de miel. En esa semana no paramos de hacer el amor y es que a pesar de tener tres años juntos preferimos esperar, por lo que tocar aquella suave piel fue conocer otro nivel del paraíso, uno completamente diferente al que solo yo tenía acceso y eso me encantaba.

Al llegar al inmenso hotel en Italia —cortesía de nuestros padres— no pude más y lo recosté en la cama sin dejar de besar aquellos rosados labios que tanto disfrutaba probar, sintiendo ese delicioso sabor a cereza. Recorrí con esmero esa deliciosa boquita de durazno, jugueteando con su lengua de manera salvaje pero a la vez juguetona, ahogando sus lindos gemidos entre nuestros labios.

Mis manos recorrieron su cuerpo al tiempo que lentamente lo despojaba de toda prenda, embriagándome de su aroma y de su ser, poseyéndolo y marcándolo como mío al tiempo que me entregaba a él y solo a él, lástima que debíamos volver. Tras regresar de nuestra candente luna de miel, volvimos a nuestros trabajos, todo normal y extrañamente reconfortante, sobre todo aquella sensación de calidez cada que llegaba a casa y me recibía con los brazos abiertos y un demandante beso.

El tiempo a su lado era de lo más agradable, pero gran susto me di una mañana. Mientras desayunábamos, Ciel se desmayo, preocupado lo lleve al médico, tuve miedo de que su asma regresara, pero la noticia que el doctor nos dio nos alegro como jamás creí estarlo, y es que seriamos padres. Prácticamente lo gritaba a los cuatro vientos, estaba más que feliz, los meses siguientes me dediqué a consentirlo y cumplir sus caprichos, los cuales eran cada vez más extraños. Fue muy cansado y difícil, pero valió la pena.

Una madrugada Ciel me despertó violentamente y es que el bebé iba a nacer, queríamos que fuera una sorpresa el sexo, por lo que el médico siempre sonreía cada que nos veia dudar sobre si nos decia o no, pero eso no evito que nos dijeran que serían gemelos, hermosos gemelos. Aquel día fue realmente agotador, pero al final cuando la enfermera salió y me dijo que habían nacido me sentí el hombre más afortunado del mundo.

Cuando vi por primera vez a mis hijos supe que eran perfectos, tenían el mismo cabello negro azabache como yo y unos hermosos ojos zafiro, eran dos perfectos varones. Mi amado esposo lucia cansado, aun así sonreía igual o más que yo. La crianza no fue fácil, los primeros seis años aprendimos muchas cosas sobre ser padres y sabíamos que aun nos faltaban muchas más. Cuando Gabriel y Robert cumplieron trece años, Ciel y yo recibimos la noticia que tendríamos otro hijo, nuestros padres estaban encantados con la noticia de un tercer nieto y mis dos hijos felices de tener un hermanito o hermanita.

Cuando vino al mundo resultó ser una hermosa niña, de cabello negro azulado como Ciel y ojos borgoña como yo. Nuestra adoración por ser la más pequeña. Hoy ella ya tiene cinco años y nuestra vida no puede ser más que perfecta. Estamos en el mismo parque donde Ciel y yo nos conocimos por primera vez, viendo jugar alegremente a nuestros hijos.

—Papi —dice la pequeña Mía—, yo quiero otro hermanito para jugar mientras Gabriel y Robert van a la escuela.

No puedo evitar sonreír y mirar pícaramente a Ciel quien se sonroja al entender mis insinuaciones. Definitivamente, mi vida es perfecta al lado de mi perfecto zafiro y no la cambiaría por nada del mundo.

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~
Fin

Hola! Si esperaban drama pues les fallo xD muy de vez en cuando escribo algo dulce (? Jajaja en fin, solo espero que os haya gustado. Si es así no se olviden de comentar y votar 😉😉😉

Haruka Eastwood

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