Ella no dijo ni una palabra y Harry se preguntó si se había movido demasiado rápido o hablado demasiado pronto. Demasiado tarde para lamentarse ahora.
La mayoría de las mujeres le habrían saltado encima ante su invitación.
Demonios, probablemente ya habrían comenzado a sacarse la ropa, siempre estaban muy ansiosas por llegar a él.
Por supuesto, no esta mujer, no es que él no estuviera realmente sorprendido. Ella lo miró con cautela nublando esos bonitos ojos azul marino, sus exuberantes labios se torcieron con duda.
Ella se había inclinado hacia adelante, una tentadora pista de su escote se mostraba con su posición y sus manos todavía agarraban fuerte el dobladillo de su vestido.
Iba a decirle que no. Podía sentir las palabras formándose en sus labios y él respiró profundo, preparándose para el golpe.
Era un tarado, pero infiernos, rara vez escuchaba la palabra no. No jugaba un papel importante en su vocabulario.
No lo había hecho por años. En otra vida, siempre había sido negado... de casi todo.
Pero eso fue hace tanto tiempo que debería haber sido un recuerdo borroso. No lo era.
-Está bien -dijo Stephanie finalmente. Su voz era tan suave que tuvo que esforzarse para oírla
La sorpresa corría por él, se enderezó y la miró con sorpresa.
Ella dijo que sí. Él no lo podía creer. Antes de que ella cambiara de opinión, la alcanzó, envolviendo con su mano una de ella y tirando suavemente.
-Ven aquí. Ella se acercó y miró el espacio limitado del asiento trasero.
-¿Dónde me quieres?
-¿Dónde quieres estar? Cejas delicadas se dispararon tan arriba que estaban casi en la línea del cabello, pero ella no dijo una palabra. Parecía estar esperando por su dirección.
Suavemente él empujó los pies de ella fuera de su muslo y luego la atrajo hacia sí. Ella se deslizó lentamente por el asiento hasta que su cuerpo chocó contra el de él, su calor y sus curvas se moldearon a él como si perteneciera a su lado.
Él estudió su rostro, completamente fascinado con ella. Los bonitos ojos azules, los labios rojos regordetes y todas las pecas. Tantas pecas.
Extendiendo la mano, la tocó, el dedo barrió primero una mejilla, luego la otra, por la suave pendiente de la nariz, a través de su boca más sexy que el infierno.
-No se ven demasiadas mujeres con pecas. -Él estaba susurrando, temeroso de romper el hechizo que se había tejido a su alrededor.
-Tengo demasiadas -susurró ella en respuesta, un poco de su aliento se escapó cuando él arrastró su pulgar lentamente por el labio inferior. Le corrió el lápiz de labios y girando el pulgar, vio la línea de color rojo oscuro allí. Se sentía como si hubiera sido marcado.
-Debería contarlas. -A Harry le gustaba cómo sonaba eso. Inclinarse sobre su cuerpo y acariciarla, contando todas y cada una de las pequeñas pecas que había en su piel. Ella se rió con voz temblorosa.
-Eso llevaría al menos dos días Se inclinó más cerca, su cara alineada con la de ella y sintió su aliento en su rostro, dulce y chocolatoso.
-Eso no suena como una mala idea. Sus ojos se abrieron apenas un poco y luego se cerraron cuando él la besó, sólo una vez, cepillando sus labios con los suyos.
Ella suspiró, un sonido melancólico y anhelante y él se lo tragó, besándola de nuevo. Su boca se quedó esta vez, aprendiendo su gusto, memorizando su textura.