Irresistible

CAPÍTULO UNO

Me levanto de la cama, casi parezco un zombi con esta cara y mi pelo revuelto. Me lavo la cara, y cojo el móvil de la mesita de noche. Me dirijo a la cocina a prepararme el Cola Cao. Lo preparo y lo introduzco en el microondas. 30 segundos. Miro las redes sociales, un mensaje de mi novio, Daniel: "Buenos días princesa."

Le respondo con un mono cariñoso. Que cuqui es, le escribo un buenos días, y el microondas hace el mítico sonido, ya está listo el Cola Cao.

Voy hacia mi comedor, y me siento en el sofá. Pongo la TV. Nada interesante, lo apago. Hoy tenía pensado ir a la piscina, mis rodillas se resienten cada vez más.  Mi dirección ahora, es mi dormitorio: La ventana gigantesca alumbra la habitación color rojo pasión. Sábanas blancas que contrastan con las paredes. Me cambio de ropa rápidamente, cojo lo necesario para la piscina. Me aseguro que tengo todo, y cierro la puerta principal de mi pequeño pero acogedor apartamento. Voy caminando, escuchando mis canciones favoritas. Se me hace ameno el trayecto por la música, quizá. Ya he llegado. Entro en el establecimiento, me quito los auriculares y el silencio me invade. Las paredes son blancas, que contrastan con el azul marino de los muebles, observo el gran espacio que hay ante mí. Una chica capta mi atención, acercándose a mí ademas de que me saluda.

-¡Hola Jade! Cuánto tiempo sin verte por aquí, ¿Qué tal va ese cuerpo serrano?-dice Mónica, con una sonrisa de oreja a oreja.

-Hola Mónica, pues voy tirando, la verdad.

-Bueno, ¿Vienes a las clases de natación? Por que veo que vienes preparada.

Mi mochila negra de Adidas capta su atención. Aunque, ésta es algo pequeña, cabe todas y cada una de las cosas que necesito.

-Sí.

Le doy a la chica con uniforme blanco la tarjeta de socio. La pasa por una máquina: bip.

-Vale, ya puedes pasar. A la derecha tienes los vestuarios de mujer. ¡Suerte!-me dice Mónica con otra sonrisa.

Me voy a la dirección que me a dicho la chica. Abro la puerta y hay dos mujeres mayores de unos 50 años aproximadamente. Me pongo un bañador entero de color rojo pasión. Unas chanclas negras. Me hago una trenza, la enrollo en sí misma y me pongo el gorro de natación negro. Estoy lista.

Veo a un chico dando órdenes a personas adultas, más o menos de mi edad. Le miro de arriba a abajo, el monitor está como un tren.

-Hola-consigo decir.

El joven se da la vuelta, me mira fijamente a los ojos. Como él estaba de espaldas, no podía contemplar los ojazos que tenía: En forma de avellana, verdes claros, pestañas largas. Estoy tan embobada que no me doy cuenta de que se a aproximado a mí.

-Hola, me llamo Ángel. Como puedes comprobar soy el nuevo monitor de Piscina.-me dice mirándome aún a los ojos, con una expresión de seriedad.

No sé qué decir, ni qué hacer. Solo sé que siento como electricidad, siento un cosquilleo en todo el  cuerpo. Me quedo mirando su espectacular cuerpo, tal vez no esté del todo definido, aunque sinceramente no me gusta esos chicos que están macizos. Me doy cuenta de que tiene una cicatriz al lado de su pecho izquierdo, me pregunto qué le habrá pasado. Y, para acabar tiene todo el brazo derecho tatuado, mis ojos recorren todo el brazo, hasta terminar en la muñeca, donde tiene un infinito de color rojo pasión. Él es moreno de piel, pelo de color carbón, rizado y mojado por la piscina...

-¿Sigues ahí? Parece que estás en el mundo de yupi.

-Perdona, ¿Ángel era, no?-extiendo mi mano, en modo de presentación, pero es una excusa para acercarme más a él.

-Sí, ahora... Puedes unirte al grupo, si quieres.-dice, dejando mi mano en modo Visto.

Bueno, lo he intentado. Me uno al grupo, aunque algo patosa. Sus ojos y los míos conectan cada segundo que pasa. Así como las pequeñas olas de la piscina hacen una extraña energía sobre mí, tanto como sus ojos color oliva. La clase termina, Ángel parece que esté impaciente y nervioso. Le digo adiós con la mano, y él me imita. ¿Tal vez sea la última vez que le vea? Quizá.