𝑪𝒖𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔 𝒉𝒂𝒈𝒂𝒏 𝒇𝒂𝒍𝒕𝒂...

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Y ahí estaba, sin saber que hacer, arriesgarse o no arriesgarse; sabía que Malfoy no toleraba a los muggles sería muy estúpido de su parte ir donde él y decir: "¿Quieres ir a una cafetería muggle conmigo?" ¡Era suicidio simplemente! Él en serio deseaba poder invitar a Draco Malfoy a salir, aunque sea para una taza de café, deseaba ser conocedor de ese mimado y egocéntrico Malfoy.

Bueno... él sabía que no le iba ha decir que "sí" a la primera, pero no pensaba rendirse rendir, no sería para nada fácil pero seguiría intentando. Draco no toleraba mucho tiempo estar con muggles, pero si decidía invitarlo a un lugar del mundo mágico no podrían estar tranquilos: él por se el-niño-que-vivió-y-venció y Draco, por pertenecer a una de las más adineradas familias que pueden existir en ese lugar.

El primer intento -luego de pensarlo una semana- fallo desastrosamente, había ido con una hermosa rosa blanca, hechizada para nunca marchitarse, la tendió frente al rubio platinado recitando nervioso pero con seguridad: «Te invito a un café, es en el mundo muggle, pero prometo que te sentirás cómodo... ¿Aceptas?» Bien la rosa si la aceptó, hasta agradeció que se la haya regalado, pero la propuesta la rechazo con un: «No, gracias Potter... No creo soportar a los muggles, y no quiero soportarlos solo por ti.»

Sabía que lo iban a rechazar, aunque eso no esfumó el leve dolor en su pecho, no sabe porqué le dolió ese pequeño rechazo. Pero no importa cuantas veces haga falta, lo intentaría hasta que ese jodido hurón hermoso acepte salir con él por un café.

Esta bien, tal vez estaba algo deprimido, solo un poco ¡pero es que, 5 medio rechazos deprimen a cualquiera! De no ser porque algo le decía que no se rindiera, ya se hubiera dado por vencido, tal vez su curiosidad Gryffindor o su amor aun no aceptado por el platinado. El chico tenía lo suyo: su hermoso cabello rubio casi blanco  que parecía, a sus ojos, muy suave y sedoso, siempre ordenado e impecable; su suave, blanca y hermosa piel; sus hermosos ojos grises, como si de plata líquida se encontraran en ellos, tan hipnotizadores. Sí, al fin aceptó el hecho de estar enamorado de Draco Lucius Malfoy Black, ahora más que nunca quería tener una cita con Draco, ese rubio con complejo de diva le traía loco desde quién sabe hace cuanto, el problema era saber si tenia o no oportunidad con el de ojos grises, desea tener una oportunidad con el rubio.

También se dio cuenta de que Draco odia el café, aun no sabe el motivo, pero se dio cuenta de que lo odia, así que cambiaría el café por alguna otra cosa... Tal vez eso lo haga un poco mas fácil, ¡Por la barba de Merlín! Era el-jodido-niño-que-vivió-y-venció, saldría con Draco sin importar que este le tire un Avada Kedavra por andar como acosador. Aun que Malfoy no era indiferente a sus regalos, de hecho, más de una vez lo vio ocupando uno de ellos, no podría regalarle más cosas si esta vez, no aceptaba salir con él.





Nota*

La historia a sido editada, pero si ven algún error por favor haganmelo saber para corregirlo.

Se les ama mucho.

—2/08/2020

𝑸𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝑼𝒏𝒂 𝑪𝒊𝒕𝒂 𝑪𝒐𝒏𝒕𝒊𝒈𝒐 ✫𝑫𝒓𝒂𝒓𝒓𝒚/𝑯𝒂𝒓𝒄𝒐✫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora