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Taehyung estaba resignado. El demonio sentía que algo malo estaba por ocurrir. Había revelado su secreto a un ser de raza distinta a la suya, un ángel y no solo un ángel cualquiera, sino un ángel de quien se había enamorado perdidamente.

El demonio suspiró calmado y cerro sus ojos, estaba listo para que alguna clase de energía lo destruyera o las llamas infernales lo arrastraran de vuelta para afrontar su tortura, pero lo único que recibió fue un cálido y protector abrazo.

El ángel se había unido en un abrazo con el demonio. Este estaba en shock, pero el ángel solo sonreía y daba caricias en su espalda, susurrando suaves "Esta bien... Tranquilo... Estoy aquí".

Taehyung no resistió mas y nuevamente las lagrimas se presentaron en él. No tenía idea de cómo un ser tan cálido, noble y puro podía estar entre sus brazos consolándolo, lo único que sabía era que no merecía tal cariño. Ese chico celestial era como sentir las nubes mismas.

Podía sentir el amor de Jungkook transmitirse en mi. Podía sentir su amor cuando miraba hacia las nubes y el cielo se aclaraba, podía sentir su amor en la brisa que golpeaba mi rostro, podía sentir su amor en el ruido que hacían las pequeñas gotas al llover o los copos de nieve disolverse y perderse entre muchos otros. Tal vez Jungkook y yo éramos como esos copos. éramos seres destinados a perdernos entre la multitud, pero por algún motivo nos encontramos y terminamos destruyéndonos el uno con el otro.

La mente del demonio estaba perdida entre sus pensamientos mientras su cuerpo no paraba de mezclarse con el contrario. Su ropa era sacaba pieza por pieza, un cuerpo temblaba al no saber qué hacer y otro lo seguía con tranquilidad y le ayudaba dándole seguridad y cariño... Ambos seres estaban uniéndose, pero no de una forma sentimental, pues ese lazo ya había sido completado desde hace mucho. Estaban uniéndose como lo hacían los humanos, estos le llaman; "Hacer el amor".

Taehyung estaba haciéndole el amor a Jungkook.

El ángel no podía parar de llorar y repetir aquel nombre tan hermoso una y otra vez. Al fin lo sabía y no pensaba olvidarlo jamás. Aquellas partículas terrestres recordarían por siempre su presencia y su unión en aquel sitio. Uno de los muchos tantos escenarios que fueron testigos de su puro amor mutuo.

Estaban asustados, estaban ansiosos, pero definitivamente estaban felices. Nunca antes habían sentido esa emoción y esa sensación recorrer sus cuerpos, tal vez si, tal vez no, pero de lo único que estaban seguros es que ambos habían encontrado finalmente su lugar en ese mundo. Ambos habían encontrado su Nirvana y eso era un ser de otra raza.

Ambos eran prohibidos, pero su amor era libre cuando se encontraban.

Lástima que su amor no pudo ser suficientemente fuerte... No, lo era. Pero las reglas lo eran aun mas.

El mundo es tan egoísta, Jungkook.

Sus cuerpos habían terminado su unión, estaban riendo con una felicidad eterna. Nada podía compararse al sentimiento de satisfacción que poseían en ese entonces. Su otra mitad estaba feliz y Taehyung lo estaba aun mas, porque era feliz. Al fin podía sentirse feliz por algo más que arruinar la vida de los humanos. Taehyung era un mejor ser cuando estaba con Jungkook. Jungkook era un ser más feliz cuando estaba con Taeghyung.

Ambos se sentían completos, se sentían libres, se sentían amados, se sentían protegidos, se sentían complementados el uno con el otro. No había absolutamente nada que pudiera romper aquel bello momento.

Nada, excepto las reglas...

De un momento a otro, el ángel se sentó sobre el césped un tanto agitado, oprimía su propio pecho con la mano y sus alas revoloteaban con prisa tratando de volar o despejar su aire, todo su cuerpo buscaba liberarse.

NIRVANA ➳ vkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora