La última despedida [ASTRO] [JinJin]

A la persona que amo

Unos meses después, la agencia nos dio a mí y a los chicos unas semanas de descanso, para que pudiéramos visitar a nuestras familias y poder darnos aire fresco. Obviamente, no rechace la oportunidad y empacando algunas cosas, tomé el primer vuelo hacia mi casa. Los chicos y yo nos despedimos y deseamos a cada uno un buen viaje y saludos a la familia de cada quién.

Se siente extraño viajar sin ellos, después de tanto, me he acostumbrado a estar a su lado y escuchar sus voces energéticas. Tan solo esperaba que pudieran aprovechar estos días y pasar todo el tiempo con su familia. Después de tanto tiempo, lo habíamos necesitado y así, recobrar las fuerzas y poder regresar más brillantes que nunca.

Una vez que llegué a mi ciudad natal, donde nací, me crié, crecí y me vio convertir en el chico que soy ahora. El aire de mi hogar, lo había extrañado bastante y lo añoraba cada cierto tiempo en la ciudad. Deseaba caminar por el lugar, visitar a mis viejos amigos y por supuesto, pasar tiempo con mi preciada familia. Hablando de ella, me los encontré en la salida, con un cartel con mi nombre y esperando a que pudiera salir. Mis ojos se llenaron de lágrimas y en el momento en que mi madre me vio, no dudo en ningún momento en correr y abrazarme con fuerza. Cuanto la había extrañado, a ella, a mi papá y mi hermano. Me di cuenta de ello, en el momento en que sus brazos cubrieron mi cuerpo y nos dimos un maravilloso abrazo familiar. De nuevo, me sentía el niño de la casa; ese que consentían tanto y le daban cariño. No hay nada mejor que el amor de tus propia familia. Les agradezco tanto el haberme apoyado y en mis situaciones malas, decirme que sin importar nada, iba a salir adelante. Tal vez al principio no estaban de acuerdo, pero después, me apoyaron hasta el día de hoy y lo seguirán haciendo, porque me aman.

Los primeros días que pasé en la casa de mis padres, simplemente me quedé dentro, disfrutando de mis progenitores y ayudando en lo que podía. Tampoco iba hacer nada, solo porque iba a estar unos días y después irme. Claro que no, aunque no fuese tan organizado con la limpieza, al menos ayude a mi mamá con la cocina y a mi papá con sus cosas de trabajo. Pasaba las tardes con mi hermano y nos quedábamos hablando hasta la noche, cuando mamá nos llamaba y decía que entráramos a cenar. Hubo un día, en que mi papá, mi hermano y yo fuimos a pescar. Desde las 7 de la mañana hasta las 3 de la tarde. Pudimos pescar alrededor de 15 pescados y mi mamá los preparo en una maravillosa sopa y a la mañana siguiente, en cuadros acompañados con deliciosos vegetales. No nos comimos todos, era imposible y se echarían a perder. Algunos se los dimos a los vecinos y así, tuvieran también una maravillosa cena. Aunque, yo fui el repartidor, porque mis padres deseaban que supieran que estaba aquí y así, alegrarse con mi visita. Al regresar a la casa, ya no tenia pescados; pero sí galletas, jugos y varias cosas que los vecinos me dieron. Casi formábamos una reunión y todos hablar del tiempo que estuve afuera; de verdad, apreciaba todo su amor.

Después, fui a visitar a mis viejos amigos de la escuela y saber lo que había ocurrido en mi partida. Unos ya tenían pequeños bebés y otros estaban trabajando a los alrededores o ciudades cercanas a las nuestras. Fue fantástico, aunque me llevaron por la noche a un bar y pasar el tiempo como los adultos que éramos. No soy de beber mucho, casi no me gusta el alcohol. No por su sabor, me mareo con facilidad con él y solo puedo tomar una que otra copa; según de la bebida que sea. Lo bueno, es que hablamos y comimos más, que andar picados en la bebida. Así que, regresé algo temprano a mi casa. Había avisado a mis padres y por eso, cuando regresé a casa, ellos ya estaban dormidos y decidí hacer lo mismo.

Sin embargo, el penúltimo día de mis pequeñas vacaciones y que estaría con mi familia. Decidí salir temprano de la casa; desayune temprano y no deje ningún resto, solo para irme arreglar y avisar a mis padres que iba a salir. Rumbo al cementerio. Deseaba visitar a mi querida abuela y llevarle personalmente, la última de nuestras cartas. Tuve que aguantar mis lágrimas en el camino, con tan solo la idea de imaginarme su tumba y que ella estaba ahí, enterrada y sin la posibilidad de poder verla como antes. Me dolía, pero necesitaba ser fuerte; debía de ser lo, por ella y así, darle mi último adiós.