001

589 71 21
                                    

Era hora de receso y Jeon Jungkook se encontraba jugando fútbol.

Decían por ahí que había un nuevo, pero nada del otro mundo; un nerd, tonto y con atuendo ridículo, o eso decían.

Estaba a punto de marcar gol hasta que un idiota decidió no pasarla y patearla para China pensando que daría el gol pero la verdad fue que el inteligente la botó, el balón voló por los aires cual ave libre y pegó contra el muro de una de las torres de la institución.  Más nunca pongo a NamJoon a jugar, pensó Jungkook, no es por nada, pero no. Como era de esperarse Jungkook salió corriendo para ver si la atajaba mientras la pelota flotaba libre.

No pasó.

No.

Nunca. Jamás.

Corrió todo lo que pudo recibiendo mirada de Raimundo y todo el mundo. La pelota le cayó a un chico de suéter anticuado, lentes gruesos de pasta y un holgado jean azul. Un nerd de primera. Jeon se acercó, y para no dañar mi fama de caballero junto con buena persona se agachó —estaba en el piso, parecía muerto. Maldita sea Kim NamJoon, se dijo—, le ayudó a levantarse y le tendió sus gruesas gafas. El más alto se tomó unos segundos para observar bien al otro chico. Su rostro no le era conocido, era el nuevo, y era bastante lindo a pesar de ser un nerdillo.

—Lo lamento… ¿Nuevo?—sonrió sin mostrar los dientes y encogiéndose de hombros adoptando una apariencia adorable— ¿Estás bien? Prometo sacar lo más pronto al bastardo de mi equipo que te medio mató—rió levemente y le extendió una mano esperando que aceptara su presentación—. Jeon JungKook, el capitán de fútbol, delegado del consejo estudiantil y también miembro del grupo de baile del colegio. ¿Tú eres…?

—J-Jung Hoseok, sí soy nuevo, estoy bien, gracias—habló rápido y con voz baja, su cuerpo temblaba un poco y no era por acabar en el piso y llenarse el suéter que le tejió su abuelita lleno de grama en medio de todo el patio. Le dió la mano por solo unos segundos para no parecer un maleducado. En su rostro se formuló una sonrisa rápida y se acomodó los lentes—, c-con permiso, Jungkook.

Caminó apresuradamente apretando contra su pecho el libro de historia, con la cabeza gacha —como casi siempre— y su cara teñida de todos los tonos de rojo.

Ya una vez estaba lo suficientemente lejos como para que su espalda no estuviera en el campo de visión de Jungkook, se volteó con una sonrisa socarrona y caminó de regreso a el campo. Varias chicas se le pagaron pero las sacudió lo más educadamente que pudo. Como cuando matas a un mosquito, solo que este no moría, sólo se ilusionaba.

Su mente se quedó dándole vueltas al nerd nuevo mientras estaba en las bancas, en la manera tan borde pero a la vez tan tierna en la que le respondió. Si fuera por él para caerle bien hasta él mismo le cavaba el suéter que olía a un anciano, pero sin malpensar. Olía a una abuelita de esas que te esperan con unas galletas y a los cinco minutos te mientan la madre, de esas abuelas.

Le recorría la imagen mental del lunar el su labio rosado, su cara alargada y sus grandes dientes relucientes, de sus pequeños hoyuelos. Jungkook soltó una pequeña risa echando la cabeza hacia atrás, dándose cuenta de que parecía el propio lame medias halagando su precioso ser.

No faltó mucho para que la campana sonara avisando que la mal nacida profesora de castellano llegaba a la última hora para joder su pútrida existencia. Se encontraba subiendo las escaleras hasta que encontró a ese hermoso ser con la gorda directora, que, al verme pareció ver a Brad Pitt.

—¡Joven Jeon! ¡Mi salvación!— dijo la señora con una sonrisa y yo solo me acerqué con cara neutra, casi muerta.— Quiero pedirte un favor, el Joven Jung no se ubica muy bien en el área de artes ¿podría llevarlo a las sala 2-D de estas?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 23, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

don't leave me, pleaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora