Capitulo 1.

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Hace un año ―¡No! Gira aquí Oh, Oh, no importa. En mis sueños, soy mucho más valiente. En mis sueños, podría tomar un cubo de hielo y hacer las cosas que Dios no tenía la intención que una chica de dieciséis años hiciera sólo para ver si podía hacer que su actitud fría vacilara. ¿Qué pasaba si? ¿Qué pasaba si? Había planeado mantener mi distancia de él esta noche, y ahora estaba situado justo a mi espalda. Jared hace este tipo de cosas sólo para intimidarme. No daba miedo, pero era cruel. Quería que yo supiera que él tenía el control. Una y otra vez, dejé que el imbécil me obligara a esconderme para no tener que soportar ningún tipo de vergüenza o malestar. Disfrutar de al menos una de las fiestas había sido mi prioridad durante todo el verano, y ahora aquí estaba de nuevo, con una terrible anticipación torciéndome en nudos. ¿Por qué no me dejaba en paz? Dándome la vuelta para mirarlo, me di cuenta de que las comisuras de sus labios estaban levantadas. La sonrisa se perdía en sus ojos, sin embargo, mientras se servía una porción considerable de alcohol en su vaso. 6―¿K.C.? Vierte un poco de Coca-Cola aquí, por favor ―habló Jared con K.C. pero sus ojos estaban puestos en mí mientras sostenía su vaso para ella. ―Um, sí ―tartamudeó K.C., finalmente mirando hacia arriba. Le sirvió una pequeña porción de líquido a Jared y miró nerviosamente hacia mí. Como de costumbre, Jared nunca me hablaba a menos que fuera a decir una amenaza. Su ceja se levantó antes de tomar un trago de su bebida y alejarse. Viéndolo salir de la cocina, me sequé el sudor frío que se desató en mi frente. No había ocurrido nada, y él ni siquiera me había dicho nada, pero mi estómago se había vaciado del todo. Y ahora él sabía que estaba aquí esta noche. Mierda. ―No puedo hacer esto, K.C. ―mi susurro cansado es una contradicción a la fuerza con la que apreté mi vaso. Fue un error haber venido esta noche. ―Tate, no. ―K.C. niega, seguramente reconociendo la rendición en mis ojos. Tirando la taza en el fregadero y haciendo mi camino fuera de la cocina, fui por la multitud de personas con K.C. siguiéndome detrás. Agarrando la pecera de vidrio, comencé a buscar por las llaves. ―Tate, no te irás ―ordenó K.C., cada palabra cayó con decepción―. No le dejes ganar. Estoy aquí. Liam está aquí. No tienes que tener miedo. ―Me estaba tomando en sus brazos mientras yo continuaba mi búsqueda.  ―No le tengo miedo ―le dije a la defensiva, sin creerlo realmente yo misma―. Sólo ya... terminé con eso. Tú lo viste allí. Él ya está jugando conmigo. no importa. En mis sueños, soy mucho más valiente. En mis sueños, podría tomar un cubo de hielo y hacer las cosas que Dios no tenía la intención que una chica de dieciséis años hiciera sólo para ver si podía hacer que su actitud fría vacilara. ¿Qué pasaba si? ¿Qué pasaba si? Había planeado mantener mi distancia de él esta noche, y ahora estaba situado justo a mi espalda. Jared hace este tipo de cosas sólo para intimidarme. No daba miedo, pero era cruel. Quería que yo supiera que él tenía el control. Una y otra vez, dejé que el imbécil me obligara a esconderme para no tener que soportar ningún tipo de vergüenza o malestar. Disfrutar de al menos una de las fiestas había sido mi prioridad durante todo el verano, y ahora aquí estaba de nuevo, con una terrible anticipación torciéndome en nudos. ¿Por qué no me dejaba en paz? Dándome la vuelta para mirarlo, me di cuenta de que las comisuras de sus labios estaban levantadas. La sonrisa se perdía en sus ojos, sin embargo, mientras se servía una porción considerable de alcohol en su vaso. 6―¿K.C.? Vierte un poco de Coca-Cola aquí, por favor ―habló Jared con K.C. pero sus ojos estaban puestos en mí mientras sostenía su vaso para ella. ―Um, sí ―tartamudeó K.C., finalmente mirando hacia arriba. Le sirvió una pequeña porción de líquido a Jared y miró nerviosamente hacia mí. Como de costumbre, Jared nunca me hablaba a menos que fuera a decir una amenaza. Su ceja se levantó antes de tomar un trago de su bebida y alejarse. Viéndolo salir de la cocina, me sequé el sudor frío que se desató en mi frente. No había ocurrido nada, y él ni siquiera me había dicho nada, pero mi estómago se había vaciado del todo. Y ahora él sabía que estaba aquí esta noche. Mierda. ―No puedo hacer esto, K.C. ―mi susurro cansado es una contradicción a la fuerza con la que apreté mi vaso. Fue un error haber venido esta noche. ―Tate, no. ―K.C. niega, seguramente reconociendo la rendición en mis ojos. Tirando la taza en el fregadero y haciendo mi camino fuera de la cocina, fui por la multitud de personas con K.C. siguiéndome detrás. Agarrando la pecera de vidrio, comencé a buscar por las llaves. ―Tate, no te irás ―ordenó K.C., cada palabra cayó con decepción―. No le dejes ganar. Estoy aquí. Liam está aquí. No tienes que tener miedo. ―Me estaba tomando en sus brazos mientras yo continuaba mi búsqueda.  ―No le tengo miedo ―le dije a la defensiva, sin creerlo realmente yo misma―. Sólo ya... terminé con eso. Tú lo viste allí. Él ya está jugando conmigo. ―gritó K.C. en mi oído derecho. Los neumáticos del Bronco de mi padre chirriaron con el repentino y corto giro de un auto en la calle. ―Sabes, tal vez deberías solo conducir como sugerí ―solté, a pesar de que nunca me había gustado que nadie condujera cuando yo estaba en el auto. Como si leyera mi mente, K.C. respondió:  2―¿Y qué entierres la cara en tus manos cada vez que no me lanzo por cada luz amarilla? No. Sonreí para mis adentros. Mi mejor amiga me conocía demasiado bien. Me gustaba conducir rápido. Me gustaba moverme rápido. Caminaba tan rápido como mis piernas me podían llevar, y me dirigía con la mayor celeridad que era razonable. Corría por cada señal de alto y luz roja. Me daba prisa y esperaba, esa era yo. Pero al escuchar el ritmo palpitante de la música a lo lejos, no tuve ganas de correr más. La calle estaba llena de auto tras auto, mostrando la magnitud de la fiesta que había. Mis manos se apretaron en el volante mientras me metía en algún lugar a una cuadra de la fiesta. ―¿K.C.? No creo que esta sea una buena idea ―declaré... otra vez. ―Estará bien, ya lo verás. ―Me palmeó la pierna―. Bryan invitó a Liam. Liam me invitó, y yo te estoy invitando a ti. ―Su tono tranquilo, plano, no hizo nada para aliviar la presión en mi pecho. Me suelto el cinturón de seguridad, mirando hacia ella.  ―Bueno, sólo recuerda... si me siento incómoda, me iré. Y buscas un paseo con Liam. Salimos y corremos al otro lado de la calle. El alboroto de la fiesta se amplifica cuanto más nos acercamos a la casa.

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⏰ Última actualización: Jun 16, 2014 ⏰

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