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003.La reintegración.

Me despierto por el sonido de la puerta abriéndose, no tengo idea de cuanto tiempo llevo durmiendo, ha sido mucho pero no lo suficiente para que mi cansancio se marchara. Me siento como si estuviera cansada de descansar, aunque la realidad es que no he descansado lo suficiente.

—Es momento de tu reintegración Kaila —espeta la doctora Moore al entrar y acercarse a mi.

Asiento con el ceño fruncido debido a que no entiendo a que se refiere. Esta mujer a veces resulta exasperante con todo ese misterio con el que se anda.

La sigo a paso lento, salimos de la habitación y caminamos por un largo corredor hasta llegar a un elevador. Las puertas del elevador se vuelven a abrir en el último piso y volvemos a caminar por el pasillo hasta llegar a una habitación un poco más grande que la anterior (no por mucho), pero esta tiene la diferencia de que si está adaptada para que alguien viva decentemente.

—De ahora en adelante te vas a quedar aquí, tienes unas horas más para descansar antes de que llegue el siguiente período del día. Hay un baño por si quieres refrescarte y encontrarás ropa en el closet —me explica y señala con la barbilla el pequeño closet de la habitación.

Tengo demasiadas preguntas y la ropa que voy a usar no es precisamente una de ellas. Me atrevo a hablar por primera vez.

—No se cuánto tiempo tengo aquí, pero sé que el suficiente para que esté perdiendo la cabeza, no tengo idea de que me han estado haciendo, solo sé que no es para lo que me habían dicho en un principio. Solo me engañaron —tomo un suspiro—. Solo dime qué es este lugar por favor, siento que en cualquier momento explotaré y no puedo, no puedo más con la ansiedad y agonía que he estado experimentando últimamente —le dedico una mirada haciéndole saber lo frustrada que me encuentro.

Ella me mira directamente a los ojos, por unos segundos veo como ese muro que la hace ver tan fría cae. Pero tan rápido como se va, vuelve.

—Lo mejor es que tomes una ducha y te relajes, posiblemente vuelva en un rato para explicarte lo básico —dice bastante rápido y se marcha igual o mas rápido, como si temiera algo.

Me siento en la orilla de la cama unos minutos y resoplo, me dirijo al baño. El aspecto de este lugar es  tan moderno pero... tan extraño. Tan vacío.

Luego de entrar y poner el seguro a la puerta me dirijo al espejo, al principio dejo los ojos cerrados, estoy asustada de lo que voy a encontrar, pues sé que no seré yo. Abro mis ojos lentamente y casi suelto un grito al verme, no me reconozco.

Estoy mucho más delgada de lo normal, mis clavículas están mas pronunciadas, mi cara también se ve delgada pero hinchada a la vez, debajo de mis ojos las oscuras ojeras se hacen notar, miro mis ojos y ni siquiera soy capaz de recordar si eran de ese color antes; tengo tanto sin mirarme en un espejo que ni siquiera estoy segura de si esta soy yo, en mi mente solo queda una vaga idea de como era, pero cada vez que intento acercarme a esa idea; siento que se aleja mucho más. Pongo mis manos en mi cara y veo mis destrozadas uñas con costras de sangre por todos lados. Paso mis manos por la maraña que tengo por cabello, ahora se resume en ser un simple y gran nudo el cual dudo poder deshacer.

Mirándome en el espejo me doy cuenta de que por dentro me siento al igual que mi cabello, sí,se escucha extraño pero es así, es totalmente igual. Con mis sentimientos pasa lo mismo que con mi cabello, dejé de ocuparme de él y de desenredarlo, me descuidé hasta que se creó un nudo tan grande que ahora no tengo idea de cómo deshacerlo.

La rabia crece dentro de mí por lo que me he permitido hacer, por ser tan estúpida, el enojo me ataca y sin poder controlarme estrello mi puño con fuerza en el espejo, destrozándolo. No me doy cuenta de lo que he hecho hasta que siento el dolor en mis nudillos y la sangre salir por la herida que he provocado en estos y como si fuera un incentivo termino de destrozar los restos del espejo con este. No sé exactamente por que lo hago, creo que solo es despejando mi ira. De un muy extraño modo.

Es como si el dolor físico por un momento me ayudara a sobrellevar todo lo que está ocurriendo dentro mío.

Sin pensarlo dos veces me deshago de mi ropa, me adentro en la ducha y limpio mi cuerpo de pies a cabeza. Esta es la primera ducha decente que tengo luego de mucho tiempo. Después de una media hora termino y me coloco lo primero que encuentro en el closet, la ropa que elijo consta de una playera y unos pantalones de algodón. Todo negro.

Con mi pelo hago lo que puedo y con eso me refiero a que solo me deshago el nudo hasta la mitad. Con lo otro no sé que hacer, por ahora.

Me dispongo a recoger los pedazos de espejo del suelo, cuando desecho uno de los cristales observo el dorso de mi mano derecha y si no es porque no tengo nada en el estómago hubiese expulsado todo. Me estoy volviendo loca, estoy segura de que mi mano estaba herida gravemente ahora no tiene nada, ¡Ni siquiera una cicatriz!





—¿Que pasa Kaila? —es como ir al cielo para mí cuando escucho la voz de la doctora Moore nuevamente.

Desde que descubrí mi mano curada he estado sentada en mi nueva cama tocándola con vehemencia y preguntándome como es posible.

—Hace rato, destrocé el espejo del baño con mi puño y ahora no tengo nada, ni una herida, ¡NADA! —digo sin poder entender en lo absoluto.

—Si te tranquilizas te puedo explicar.

—No puedo, no puedo tranquilizarme. Ni siquiera sé como tú eres capaz de pedírmelo sabiendo todo lo que he tenido que pasar. Siento que en cualquier momento mi cerebro va a colapsar. No comprendo nada —no soy capaz de contener mis lágrimas por más tiempo.

Ambas nos quedamos en silencio unos minutos, parecen interminables.

—Lo que le pasó a tu mano es normal, de ahora en adelante cada vez que tengas una herida curarás así de fácil, y pasa gracias a los experimentos que han estado haciendo contigo los últimos días —explica como si fuera algo coherente cuando no es así.

—No entiendo, eso ni siquiera es posible. Aparte de que no vine aquí para que cualquier rasguño se cure solo —espeto dándole a entender que no le creo.

Lo que ella dice es imposible.

—Claro que es posible y lo sabes, lo acabas de vivir. Y no solo cualquier rasguño se curará solo, sino cualquier herida, cualquier enfermedad así que de cierto modo sí viniste para que eso pasara —suelta una carcajada sin gracia.

Me toma unos segundos procesar todo. Ella sabe perfectamente la razón principal por la que he venido a este lugar.

—Entonces si todo está hecho, ¿Por qué no me dejan irme? —cuestiono con esperanza.

Tanto sufrimiento empieza a tener sentido.

—¿Que te ha hecho pensar que esto terminó? A penas comienza —esta vez sí se ríe con gracia.

La miro asustada, pidiendo una explicación.

—Este es un centro dedicado a la experimentación en humanos, a crear una nueva raza y todavía lo único que puedes hacer es curarte. Falta demasiado, y a pesar de eso dudo que salgas de aquí en mucho tiempo; si es que algún día sales.

Esto no puede estar pasando, si esto es real puedo decir que el destino está haciendo todo lo posible para que mi felicidad fuese inalcanzable.

Justo ahora me siento como si estuviera caminando a ciegas, caminando sin parar buscando la luz pero, con cada paso que doy siento como si mi propósito se alejara de mí cada vez más.

Temo no poder llegar nunca a la recta final.

CITRIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora