Capítulo 14.

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Charlotte seguía estática, sin aire en los pulmones y con una enorme sonrisa en su rostro, vacía y forzada, su madre había tenido un pequeño accidente con su equipaje en la entrada y demoraría en llegar a la mansión.

Rebecca la miraba de perfil mientras se tambaleaba con sus propios pies, sus manos seguían entrelazadas pero Ashley tenía su mirada fija a la ventana, apretó la mano de la rubia rogando por un poco de atención, concedida casi al instante.

— ¿Necesitas algo? — Preguntó con evidente preocupación, Rebecca se arrepintió al verla tan incómoda.

— Te necesito a ti. — Murmuró en modo de respuesta, inclinándose hacia Charlotte, recargando su cabeza en su hombro, la rigidez de Ashley desapareció y su respiración se volvió calmada, su sonrisa se agrandó con aquel comentario, se le notaba alegre y ansiosa.

La rubia no le basto aquello, se giró bruscamente quedando justo en frente de ella, había un brillo en sus ojos, quería besarla pero no podía, mordió su labio inferior al verla, era tremendamente perfecta ante sus ojos, depositó una mano en su mejilla y con las yemas de su dedos comenzó a acariciarla, tratando de no romperla con su toque.

— ¡Es inmensa! —  Frunció el ceño al ser interrumpida. Esas fueron las primeras palabras que dijo su madre después de dieciocho años sin verla, claramente hablaba de la mansión. — Richard me habló de la casa, mencionó que era pequeña y sencilla... ¡Me ha mentido para no darme el dinero que me corresponder!

El corazón de Rebecca se encogió al oírla hablar, crueldad era lo que definía su figura, dio gracias al ver que Ashley se encontraba demasiado distraída en ella para darse cuenta.

— ¡Ashley! — Gritó la mujer al entrar en la sala de estar, casi de la misma edad que Richard, exactamente igual que Ashley. Tragó saliva al ver como su intento por abrazo separaba sus manos entrelazadas. — ¡Has crecido demasiado, mi bebé! Se que tienes muchas preguntas...

Charlotte la apartó bruscamente de su cuerpo, con indignación y con una rabia creciendo en su interior, ¿cómo se atrevía a decir aquello? Inhaló hondo y espero recordar un poco de compostura para no correrla en ese mismo instante.

— Sin más rodeos, hay una fiesta que planear. — La voz de Ashley sonaba áspera y sin sentimiento alguno, Rebecca se sintió mareada.

— Oh, yo pensé... pensé que querrías pasar un poco de tiempo conmigo. — Lucía arrepentida y decepcionada pero no podía culpar la actitud de Ashley, oh, todo era un caso.

— Iré a mi habitación, necesitas instalarte y todo eso, me avisas y bajo. — Comentó sin ninguna pizca de amabilidad en su rostro, volvió a sonreír cuando cogió de nueva cuenta la mano de Rebecca. — Vamos.

No dudo ningún segundo.

Estaba tan frustrada internamente al ver la corta conversación de Ashley con su madre, sabía que le dolía, lo notó en sus expresiones. Necesita un poco de calma en este día y Charlotte era la única capaz de dársela.

— ¿Estás bien? — La habitación se cerró, solamente ellas dos con un gran alivio y seguridad. La rubia se sentó en la orilla de su colchón.

— Pensé que dolería. — Dolió. — Pero la vi, despreocupada... Mi padre trabajo demasiado para mí y ella gana su dinero por un secreto.

— Puedes darle una segunda oportunidad, una explicación, algo... Ella se veía tan decepcionada de la manera en que la trataste.

— ¡No merece ser tratada de otra manera, Becks! No luchó para una custodia compartida, no vino durante mis otros cumpleaños... Ni siquiera una carta me mandó. — Enojada, se sentía enojada. Rebecca suspiró y camino para sentarse en las piernas de Ashley.

— Bien, no discutiremos... ¿Sólo para eso estoy aquí?

— En realidad no, también quiero besarte... hasta dejarte los labios inchados. — Comentó sin descaro alguno, la irlandesa esbozó una sonrisa y se inclinó hacia la rubia.

Ambas cayeron pero ninguna comenzó el beso en cambio de eso, Rebecca se encontraba acostada en el pecho de Ashley y la rubia respiraba con suma tranquilidad que decidió quedarse ahí.

— Lo diré... — Musitó. — En mi fiesta de cumpleaños, la más importante... Dónde estarán todos los que me controlan, mi padre y mi madre.

La irlandesa oía su corazón, sentía sus latidos y su calor, el lugar más cómodo del mundo.

— Diré que somos pareja, la más perfecta y mejor que todas. — Rebecca se atragantó con su lengua.

— Pero no somos...

— Es oficial, Rebecca. Me amas y yo a ti, no hace falta tanto drama, aunque me gustaría pero no puedo, no hay tiempo.

— Ashley...

— ¡Lo sentiste! ¡La conexión! No puedo aceptar un no, no de ti... Me dolería y probablemente moriría sin ti. — Sus latidos se volvieron violentos y quiso levantarse de golpe pero asustaría a Rebecca. — Sé que no te gustan los compromisos, ningún niño llego a tu corazón pero... Oh, yo solo te quiero a ti... Te necesito...
no eres como los demás eres perfecta...

— Char. — Paró. — No falta que lo digas, somos pareja, siempre lo supe y siempre lo quise.

— ¿En verdad? Hubiera preferido un cartel con regalos pero... — Cursi. Rebecca la calló con un beso, uno pequeño.

Para Ashley no era suficiente, deseaba sus besos, quería probar su sabor otra vez, saborear sus labios. Profundizó el beso y por inercia dirigió su mano hacia la espalda de Rebecca.

— ¡Charlotte! — Su voz se oía desde el pasillo, amenazando con llegar pero la rubia se encontraba tan perdida entre los labios de Rebecca que no lo notó. Abrió la puerta de un solo golpe, encontrándose con la escena. — Oh, dios...

Con brutalidad se separaron, con las mejillas tintadas de color carmesí.

— Alicia. — Charlotte actuó rápido, tomó a la morena del brazo y la sacó de la habitación tan lejos de Becky. — ¿Qué tanto viste?

— Lo suficiente para saber que te encuentras en problemas. — Ashley frunció el ceño. — Apenas te conozco, Elizabeth y se que tu vida está de cabeza, no lo hagas más difícil.

— No te incumbe.

— Vas a casarte, son las órdenes quieras o no.

— No, no quiero.

— Tú padre quedará en la ruina, todo su dinero está invertido en la campaña, Thomas lo maneja, si dejas a su hijo probablemente también te deje en la calle.

— ¡Dios, que fastidiosa eres! No me importa nada de eso, no te pagan para que me andes molestando.

— Vine por que Jacob se encuentra en la planta de abajo con tu madre, por suerte me mandó a mi a llamarte... Imagínate lo peor.

[...]

Y es que lo peor apenas estaba por llegar.

— ¿Y ella? ¿Quién es? — Preguntó señalando una cabellera rubia en las fotos entregadas.

— Es Elizabeth Fliehr, mi señor. — Contestó su humilde ayudante, un joven de ojos azules.

— ¿Es posible? Después de tantos años... siguen casados, ¿de dónde es ella?

— Carolina del Norte, Richard Fliehr también es proveniente de ese lugar y la niña Fliehr está registrada en el estado.

— ¡Es perfecto! ¡Es la bomba que necesitamos!

— Tengo más información, mi señor... Aún peor.

— ¡Increíble, Alexander! Los periódicos explotarán y la familia Flair se arrepentirán de haberse metido con nosotros.

[a poco de terminar y les vengo a invitar a leer mi otra fan fic en mi perfil ;) que tengan una excelente tarde]  kk



































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⏰ Última actualización: Jun 04, 2019 ⏰

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