36. El fantasma de un pueblo.

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Maratón 1/3

No sé cuántos días han pasado. Tal vez dos o tres. No he querido salir de la habitación, y mucho menos recibir visitas. Diana y Sabrina han venido unas cuantas veces para revisarme y Alex no ha dejado de traerme comida. Y a pesar de que me negaba a comer cualquier cosa, al final el hambre me ganó y tuve que comer algo. Aunque claro, no lo hice en frente de ellos. No quería ver la reacción esperanzada de sus caras. Por alguna razón, la esperanza era algo que cada día tenía menos significado para mí.

He tenido pesadillas. En mis sueños me veo gritando de terror, los sueños se sienten reales, pero para mi suerte cuando despierto no hago ruido alguno. No sé si grito mientras estoy dormida, pero me cuestiono enormemente sobre eso. Espero que siga así. No quiero llamar la atención de nadie ni que me tengan lástima. Quiero que me dejen sola, pero a la misma vez no quiero estarlo.

Soy un desastre.

No sé en dónde está mi celular. Tampoco estoy muy interesada en recibir llamadas, pero me gustaría saber si Robert me ha llamado, o al menos me ha enviado un mensaje. Sin embargo, no estoy interesada en buscarlo. Tal vez lo que necesito es convertirme en ermitaña. Aislarme por completo y quedarme en un sitio seguro, en donde no me puedan lastimar. Solo me pregunto si ese sitio existe en realidad.

Es como si no existiera ningún lugar lo suficientemente seguro en este planeta. Y eso me aterra.

— Ahora me doy cuenta de que el error que todos cometieron conmigo fue dejarme solo por tanto tiempo.

Salto en mi sitio, y alzo la mirada con pánico. Alex está mirándome, sentado en el borde de la cama. ¿En qué momento...?

—Por eso... no voy a permitir que te pase lo mismo que a mí—sisea, con la determinación fuerte en sus palabras.

De repente se lleva su mano a su cuello, y se quita una especie de collar. Al parecer lo llevaba debajo de la ropa. Cuando me doy cuenta de lo que es, se me corta la respiración. E-Eso...

—Yo creo que ella sigue viva—dice, mostrándome el colgante del atrapasueños—. Y voy a traerla de vuelta.

¿P-Por qué? ¿Por qué está haciendo esto? Yo... ya no soy ella. Me he convertido en una persona depresiva y despreciable. Ni siquiera puedo decidir si odio a Alex o no. Ni siquiera puedo tomar las riendas de mi vida, y ni siquiera soy lo suficientemente fuerte para lograr lo que me propongo. No puedo hacer nada bien...

—Dicen que el atrapasueños es un objeto de protección. Algunos creen que es capaz de filtrar los sueños negativos, quedándose atrapados en la red y dejando pasar solo los sueños buenos. Lo investigué. Y la verdad, yo soy de los que creen en eso. Y tú mereces ser protegida. Por eso...—toma el atrapasueños y lo cuelga en un pequeño clavo que hay en la pared—voy a dejarlo aquí.

No tiene sentido. ¿Quiere protegerme? Eso... eso es imposible. Si no hay ningún lugar seguro en el mundo, entonces cómo...

—Una vez yo necesité más protección que tú, y aunque tenías problemas, cargaste con los problemas de ambos a la vez. Ahora, voy a ser yo quien te defienda.

Cierro los ojos con fuerza, y trato de contener las lágrimas. Si tan solo supiera lo que yo, si fuera tan consciente como yo de que no sirvo para nada...

—Es inútil—me escucho decir con la voz rota.

— ¿Por qué?

—No puedo hacer... nada de lo que me propongo... —murmuro con pesar—. No puedo filtrar los sueños negativos, y tampoco puedo volver los sueños positivos realidad... No puedo hacer nada...

Corazón de aceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora