Maratón 2/3
Suspiro. Todo se siente muy cálido y cómodo. No sé en donde estoy, pero no quiero salir de aquí. Se siente como el cielo mismo. Había tanta desesperación, pero de un momento a otro ese sentimiento fue reemplazado por calma. Y entonces se sintió como si esa desesperación solo hubiese sido un mal sueño. Todos esos días que pasé... es como si nunca hubieran existido.
— ¿Crees que sea sano? Digo... que tú, el que causó todo esto, sea el que la abrace.
Escucho voces. ¿Estarán hablando de mí? No quiero despertar, pero... necesito saber en dónde estoy. Quiero averiguar cuál es la fuente de esta calma. Me obligo a abrir los ojos, aunque los siento pegajosos. Veo borroso, pero poco a poco la imagen se va aclarando. El cuarto está lleno de luz y Diana se encuentra frente a las cortinas con los brazos cruzados mientras me mira fijamente.
—Buenos días—me dice sonriente.
Hago una mueca. Me gustaría decirle «Buenos días» también, pero ahora mismo las palabras no me salen.
Muevo los dedos y siento algo raro. Este no es el colchón. No puede ser. Esto es...
Alzo la cabeza con rapidez para mirar a Alex. Me mira con una expresión sonriente. ¿En qué momento pasó esto?
—Qué bueno que ya estás mejor—dice poniendo su mano sobre mi cabeza.
El corazón me late con fuerza ante su gesto. No, no, esto está mal. Él es el causante de todo esto. No tengo que sentirme así por él. Me gustaría decirle que me suelte. Aunque... estoy muy cómoda aquí. Pero él causó todo. Pero aun así, por un rato más puede que no pase nada...
—Blair... —Diana me mira—. ¿Tienes pesadillas muy a menudo?
¿Pesadillas?
Por un momento me quedo en blanco. Poco a poco, los recuerdos de anoche comienzan a venir a mí. Es cierto, tuve una pesadilla. ¿Pero cómo sabe ella eso? Un momento... ahora recuerdo. La razón por la que Alex me está abrazando. No lo entendí muy bien en su momento. Solo había desesperación por todos lados, y las lágrimas no me dejaban ver mucho. Aun así, recuerdo una voz susurrando en mi oído, diciéndome que todo estaba bien y que solo había sido una pesadilla. Eso... eso me tranquilizó. Aun así, tenía mucho miedo. Si pienso en ese momento y lo comparo con la calma que siento ahora, parece una mentira.
Que Alex me abrazara... convirtió esa pesadilla en algo insignificante. Ese es un poder increíble. Pero aun así... él es el causante de esas pesadillas. Fue quien desencadenó esta situación.
Solo me pregunto si podré superarlo y dejar de pensar en esto algún día.
—Te despertaste gritando—me dice—. Bueno, yo no estaba aquí, pero Alex...
—Casi me das un infarto—dice él — ¿Tienes pesadillas así todas las noches? Porque si es así voy a abrazarte cada vez incluso si me odias.
Exhalo, y cierro los ojos. No quiero hablar ahora. Esta sensación es muy cálida. Quiero quedarme aquí un rato más, antes de que mi mente comience a maquinar demasiado y me arrepienta.
—Oh no, señorita, no te vas a dormir—me dice, sacudiéndome ligeramente del hombro—. Primero contéstame.
— ¿Qué te importa? —murmuro adormilada.
—Si tratas de sonar ruda no lo estás logrando—suena como si quisiera reír—. ¿Tú... tienes pesadillas así todas las noches? Contesta.
Niego con la cabeza. Solo quiero que me deje aquí un rato más.
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Corazón de acero
Romansa«Porque se necesita de un verdadero corazón de acero para sanar un corazón roto». Segundo libro de la saga «Corazón y alma». Tras abandonar Los Ángeles, Blair intenta ponerse en pie una vez más, pero su depresión parece superarla. Acosada por la pre...