«One.

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“ Hola, nadie está disponible para tomar su llamada. Por favor, deje un mensaje después del tono ”.

— Hyung, lo siento tanto... — repetí esas dolorosas palabras que fueron arrastradas por mi pesada y grave voz, que ahora, con el tiempo se había vuelto más rasposa, supuse que había maltratado mis cuerdas vocales por haber gritado tanto.

Me preguntaba cuanto tiempo habría pasado desde aquello. Después de lo ocurrido había perdido la noción del tiempo y es que... Perder mi tiempo no era que me importara mucho, en realidad quería acabar con él. Con el sufrimiento en el cual me ahogaba. Sentía como caía en un abismo sin fín donde no habría descanso y es que... Una persona como yo no se lo merecía.

Una persona como yo. Un hombre metido en la adicción de las drogas y el alcoholismo, Una persona a quién no le importaba si vivía hoy y moría mañana, núnca me importó realmente. Todos mis días eran consecutivos y repetitivos, estaba cansado.

Pero...todo cambió cuando lo conocí a él. Ese chico de brillante sonrisa, ojos pequeños pero, con ese brillo inocente que me había atrapado desde el primer momento; HoSeok. Pensar en su nombre causaba un adolorido aceleramiento de corazón.

Él era mi todo, se había convertido en mi razón de vivir. Mi razón para levantarme cada día era él.

Pero claro, no olvidemos que yo soy un desgraciado, y cometí el peor error que haber cometido núnca; dejarlo entrar en mi mundo. A pesar de que fuí feliz, lo mejor habría sido que jamás nos hubiesemos conocido, así quizá tú tendrías una vida sana por delante y yo la misma porquería de todos los días. Quizá así habría sido mejor... Pero... Yo no pude dejarte ir. En su lugar me aferré a tí como mi última oportunidad de vivir... Y es que, te amaba tanto HoSeok, tanto que dolía.

“No lo hagas... No me dejes”. Poco a poco fuiste desvaneviendote en la oscuridad. Yo seguí corriendo, era mi única oportunidad no podía perderte, pero, fué muy tarde. Ya te habías ido.

Había dejado que mis piernas frenarán, el escozor que sentí nubló mi vista. Estaba allí abatido en el bordillo de la acera, me derrumbé por el dolor que me apretaba en el pecho. No pude gritar ni tampoco respirar por el tremendo nudo que oprimía mi garganta y que a penas me dejaba gimotear. Mi cuerpo tembló, ¿había terminado?

Ese día me pregunté por qué. Si eso, ¿por qué? ¿por qué había dejado que te metieras en mi mundo? ¿por qué había dejado que te involucraras? ¿por qué te había dejado tomar alcohol? ¿por qué te había dejado caer ante las drogas? ¿por qué te fuistes antes que yo?

Desde ese día me atormento a mí mismo por haber dejado que sobrepasaras la línea del bien y del mal de la cual tú eras ignorante, porque, eras tan puro, tan inocente que no sabías diferenciar la línea que yo tenía marcada a fuego en mi memoria.

Me levanté del suelo con pesadez, tomé mi celular por quincuagésima vez en el día, ¿cuántas veces te había llamado? De nuevo, había perdido la cuenta. Llamé al número que tenía grabado con tu nombre. Acerqué el celular a mi oreja esperando a que la voz monótona de la operadora grabada contestara, porque, después de todo, tú no estabas aquí para contestarme.

“ Hola, nadie está disponible para tomar su llamada. Por favor, deje un mensaje después del tono ”.

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⏰ Última actualización: Dec 24, 2017 ⏰

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