Maratón 3/3
Odio verla llorar. Odio incluso el tan solo ver sus ojos empañados por las lágrimas. Sé que no son lágrimas de alegría. Ojalá lo fueran. Ella hizo muchas cosas por mí. Me protegió muchas veces. Se preocupó por mí de una manera que no sabía que las mujeres se podían preocupar por los hombres. Por eso, verla así ahora me parte el corazón.
Estuve pensando mucho sobre la manera en la que vivía y recordé las cosas que me contó cuando compartió sobre su vida conmigo. Me imaginé en su lugar, entonces traté de comprender todas aquellas cosas que la habían atormentado desde que la conocí. Quería entenderla. Al final, llegué a la conclusión de que mientras yo me lo había pasado increíble durante mi adolescencia, ella se la había pasado sola. Me hizo recordar a un chico de mi clase. Siempre estaba con la mirada en su pupitre, aislado en su mundo sin hablar con nadie. Él también parecía demasiado tímido para hablar. En mis tiempos lo consideraba un idiota, porque no podía armarse de valor y hablar como todos los demás. Pero entonces me imaginé a Blair en su lugar, y todo se convirtió en algo diferente.
Yo vi todo lo que le pasaba a ese chico. Aunque nunca le hablé, me llamaba la atención. Tenía un par de amigos que lo ignoraban y lo dejaban abandonado con bastante facilidad. Tuve que ver su mirada desolada muchas veces, y aunque alguna vez me llegó a doler, nunca hice nada por él. Pensar que Blair también pasó por eso me rompía el corazón.
Al final, eso dejaba secuelas. Solo que las de Blair se habían hecho más grandes debido a todo el odio que había recibido durante los últimos meses.
Me duele pensar que si Blair y yo hubiéramos ido al mismo instituto, la habría ignorado. Después de todo, yo era esa clase de persona.
Ahora que ha pasado todo, entiendo por qué Michelle era tan solitaria. No era muy amistosa, parecía deprimida la mayor parte del tiempo y prefería permanecer apartada de los demás. No logro imaginarme como logró mantener su identidad oculta por tanto tiempo. Tenía que levantarse todos los días a disfrazarse y darme la cara, aunque se sintiera fatal. Y... yo no se lo hice más fácil. Si lo hubiera sabido, yo...
—No llores. Ya todo pasó—murmuro con suavidad, poniendo mi mano sobre su cabeza. Sus ojos están empañados, como si estuviera a punto de ponerse a llorar—. Ahora estás aquí conmigo y a salvo. Todo va a estar bien, ¿de acuerdo?
Todo ha quedado atrás. Ya nadie te amenazará de muerte, no tratarán de matarte, y no estarás sola. Te haré ver que todo eso es solo parte del pasado.
—Vamos—Tomo su mano y jalo de ella hacia arriba—. No dejaré que te quedes aquí deprimiéndote.
Se resiste, pero no supera mi fuerza y termino logrando que se ponga de pie. Ya no parece estar mareada, pero sus rodillas tiemblan un poco. Necesita caminar. Entrelazo mis dedos con los suyos mientras aprieto su mano con fuerza. Si llega a caerse, estaré allí para sostenerla.
Camino con ella hacia la puerta, pero cuando estamos a punto de cruzarla frena de golpe.
—N-No...—Juraría que suena asustada.
—Quiero que veas algo. No es nada malo.
Niega con la cabeza repetidamente mientras la mantiene agachada y su agarre sobre mi mano se intensifica. De verdad está asustada, pero aunque para cualquier persona parecería una tontería, no puedo evitar comprenderla.
Esto va a ser muy difícil.
Me acerco a ella y la abrazo.
— ¿Crees que va a haber algo malo detrás de la puerta? —pregunto. Ella se encoje de hombros—. No hay periodistas, si es lo que te preocupa. Tampoco están tus padres y los empleados no piensan mal de ti.
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Corazón de acero
Romance«Porque se necesita de un verdadero corazón de acero para sanar un corazón roto». Segundo libro de la saga «Corazón y alma». Tras abandonar Los Ángeles, Blair intenta ponerse en pie una vez más, pero su depresión parece superarla. Acosada por la pre...