Querida amiga:
Te escribo porque sé que siempre buscas palabras nuevas para añadirlas a tu vocabulario. En este momento no tengo una lista de todas aquellas palabras que son curiosas en un idioma; sin embargo, puedo relatarte la vida de alguien que para mí es tan sublime como el significado de la palabra melifluo.
Existen dos tipos de personas en el mundo: las soñadoras y el resto. Puede ser muy difícil encontrarlas, no obstante, yo lo hice y me considero afortunado. Ella es mi musa para el arte, la heroína de mis historias y mi excusa para crear poemas.
Sé que se esfuerza por conseguir lo que quiere y sabe distinguir entre lo que vale y lo que no; sin embargo, como todos, tiene momentos que han marcado sus páginas como el agua al caer sobre la tinta.
Ella no conoce ni la mitad de las cosas que lograr, pero puedo decirte que siempre intento cambiar eso. Ella es algo etéreo y necesita saberlo.
Cuando ella era pequeña quería ser artista y así llenar el mundo con increíbles cuadros. Hoy ese sueño es real y puede presumirlo. Te contaré un secreto: sus pinturas tienen los colores más bonitos, e incluso ella se inventa algunos para poder mostrarse única.
No sé si la vida de alguien pueda ser contada en pocos párrafos, pero estas palabras son capaces de mostrar una esencia verdadera.
Ahora es momento de que conozcas la epifanía más predecible de esta historia:
Tú, querida amiga. Eres mi más hermosa serendipia.
Justo ahora te tengo frente a mí. Entregas libros en el mostrador y sé que necesitas que te quieran. Yo te quiero, pero sólo te hablo para recomendarte canciones.
Considera esta carta mi declaración de amor secreta #25. Ojalá pueda entregártela. Espero no tener que verla en uno de mis cajones, dentro de unos meses, convertida en el ejemplo vivo de mi cobardía.
Me despido diciéndote que adoro esos momentos donde me hablas para decirme que te encantaron todas las canciones que te recomendé.
Ímpetu y poesía.
