Catching Nightmares (One Shot)

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"¡Lexa! ¡Lexa!"

Sus gritos desesperados se oían por todo el perímetro.

La veía alejarse, pero no había nada que pudiera hacer para alcanzarla. Sus piernas corrían a toda la velocidad que podían, pero no era suficiente para llegar hasta la terricola.

"¡CLARKE!"

Su voz llamándola, escuchándose desgarradora, solo logró que la rubia pusiera alerta todos sus sentidos para no perder la dirección por la que la comandante había sido forzada a ir. No debía perderle el rastro, debía llegar a ella a como de lugar.

Un segundo grito la alertó, la aldea que estaba dejando atrás sufría de un ataque por parte de la nación del hielo. Pero ella no podía volver. Aún si allí se encontraba su madre, aún si allí se encontraban Bellamy y el resto de sus amigos, ellos podrían apañárselas bien, lo habían hecho durante meses antes de que las cosas se complicaran.

Pero ahora, solo tenía una cosa en mente: rescatar a Lexa.

La angustia se incrementaba a cada paso que daba, ¿qué pasaría si no llegaba a tiempo? ¿Si no lograba salvar a la persona que más amaba en el mundo?. Poque sí, la amaba, pero había sido lo suficientemente tonta como para no darse cuenta de eso hasta que vio que se la estaban arrebatando, y el solo hecho de imaginar no volver a verla jamás hacía que su vista se nublara por las lágrimas que intentaba contener.

No debía llora, debía ser fuerte, una guerrera y así enorgullecer a Lexa luego de recuperarla y llevarla a un lugar seguro. Debía salvarla, a toda costa.

No permitió que sus pensamientos siguieran entorpeciendo su labor de encontrar a la terrestre, pero al hacerlo se percató de que ya no se oía el galopar de los caballos. Le había perdido el rastro a la nación del hielo por haberse quedado pensando en sus sentimientos. "Estúpida", se dijo en su mente, "El amor es debilidad, ella te lo advirtió". Siguió maldiciéndose internamente, diciéndose que no debía ser débil, y así emprendió una busqueda a ciegas, intentando descubrir pisadas, huellas de los caballos, cualquier pista que la guiara hacia la ojiverde.

Vagó por el bosque lo que parecieron horas, aunque pudieron ser minutos tal vez, el tiempo se hacía eterno y su frustración más y más grande a medida que su busqueda no estaba dando frutos. Lexa podría estar en peligro y ella no hacía más que vagar por el lugar.

Si bien sabía que la comandante era capaz de defenderse sola y dar una buena batalla, a veces también necesitaba ser salvada. Todos alguna vez necesitamos ser rescatados, y por una vez en la vida Clarke quería ser quien rescatara a Lexa, y devolverle el favor por todas las veces en que Heda la había salvado a ella.

De pronto, escuchó algo que llamó su atención. Aguzó el oído y quedó pasmada, reconoció los tambores de guerra, y el sonido de voces coreando al unisono "Jus drein, jus daun". Clarke corrió despavorida. Eso solo significaba una cosa, venganza. La nación del hielo quería venganza, y el solo pensar en cómo la tomarían, el cómo torturarían a su Lexa para después matarla de la peor manera... Hizo que un escalofrío le recorriera de pies a cabeza.

Siguió el sonido de los tambores, comenzando a desesperarse al no dar con el sitio, pero cuando creyó que todo era producto de su imaginación, lo vio frente a sus ojos. Una aldea repleta vestida con pieles blancas y clamando lo que creían correcto, la muerte de Heda. La rubia se acercó intentando ser sigilosa y no llamar la atención, y creyó que se le saldría el corazón cuando dos grandes y fornidos terrestres aparecieron sujetando a una mujer por ambos brazos y con la cabeza tapada por un saco. La amarraron a un poste en medio de la aldea y el ruido de los tambores y los gritos aumentó. Pero de un segundo a otro, todo quedó en silencio, y Clarke aguantó la respiración cuando uno de los terrestres le quitó el saco de la cabeza a la muchacha. El alivio que sintió la chica del cielo cuando vio que no se trataba de Lexa fue tan grande que soltó un gran suspiro cuando recordó cómo respirar, sin embargo, no se podía decir lo mismo de los terricolas, estaban consternados y la tensión furiosa en el ambiente se hizo sentir pronto. Clarke decidió que era tiempo de salir de allí y encontrar a Lexa, donde quiera que estuviese, y claramente no era allí. El pueblo comenzó una revuelta, hombres peleando, casas incencándose, sangre mezclándose con la tierra, al parecer este clan era muy distinto a los demás, si no conseguían sangre de quien querían, obtendrían sangre de una u otra manera, sin importar de quién.

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