Estaba en el automóvil de Aaron.
Él estaba concentrado manejando con mayor cuidado, ya que es la madrugada y pues todo estaba oscuro.
Hace mucho tiempo que dejé la ciudad de Seattle (donde actualmente vivo), ahora lo único que veo son árboles pasar al lado con gran velocidad. Y siendo de madrugada, aún está presente la noche. Para ser más exactos hace dos horas y cincuenta y cuatro minutos dejé la ciudad. Sí, lo sé, mucho tiempo esperando la respuesta que deseo obtener.
—Se supone que tú deberías decírmelo, y sí fuera el caso, no deberías llevarme a otro país para decir lo que necesitas interpretar. —dije obstinada por el silencio que se presentó desde que escapé de la casa.
—Te pregunté sí querías saber sobre tú origen. Tú pasado. —hizo una pausa después prosiguió. —Pero jamás dije que YO te lo diría. —dijo haciéndole doble sentido a "YO".
—¿Ah sí? Y entonces. ¿Con quién me llevas?. —dije al entrar en ambiente.
—Con un buen amigo. Es lo único que te puedo decir. Él responderá tus dudas. Yo no soy el adecuado.
—¿Un buen amigo? ¿No es más sencillo decírmelo tú? así podríamos ahorrarnos éste viaje tan largo.
—Haces demasiadas preguntas. Y no, debe ser exclusivamente él.
—Ya nada.
Él seguía manejando con su semblante serio, a pesar de la hermosa vista que se presenta en él cielo. Decidí ver un poco las estrellas, y como sí fuera suerte, la luna estaba presente con su hermosa sistema. Se encuentra en su fase más alumbrante: El cuarto creciente.
El cuarto creciente es una fase (para mí parecer) que se considera la más bella de éste mundo. Representa la mitad de la vida, muestra su lado de la luz y el lado oscuro. Su significado, es el camino hacia la maldad y la bondad, otro regalo que te da la oportunidad de elegir tu propio camino.
Simplemente magnífico.
Después de un largo viaje, al frente ví señales de vida humana. ¿Que es lo que quiero decir? Hay casas con luces encendidas lo que significaría señal de vida.
Qué obvio.
Aaron se estacionó al frente de una casa con ventanales grandes, el techo de material de madera con un buen cuidado y un portón gigante evitando la entrada.
Aaron sacó la mano y pulsó un botón entrando una bocina.
—¿Quién es?. —dijo aquel hombre a través de la bocina.
Aaron sacó la cabeza a dirección de aquella bocina. —Benjamin, soy Aaron, dejadme pasar. —y en ese mismo momento se abrió el portón que anteriormente estaba cerrado.
Aaron condujo hasta la entrada y ahí apagó el auto. Me bajé inspeccionando el área. El césped estaba bajo de un buen cuidado. Hay unas estatuas de forma de un ángel caído y cámaras de seguridad en cada rincón de la casa. Se podría decir que es una mini mansión.
—¡Oh!. Qué bueno que viniste. —dijo acercándose a Aaron dándole él típico saludo de los hombres. —Pensaba que no ibas a venir.
—Bien. Ella vino. —dijo y se volteó hacia mí estirando su mano para que viniera a él. Dudé un poco en tomarla pero después la ignoré sin querer tener contacto con sus manos.
Me acerqué a aquél hombre robusto. Extendí mi mano para mi saludo formal. —Me llamo Daniela Walker. Mucho gusto.
Él amistosamente aceptó mi saludo. —Encantado. Me llamo Benjamín Lorrens. —y con todo esto termina nuestra presentación.
Bien, ahora nos estábamos dirigiendo donde se supone que es él despacho de Benjamín. Benjamín es un hombre robusto, joven, guapo y aunque su edad sea 37, definitivamente los años no lo sientan y parece la de un hombre con 24 años, puede que estuviera exagerando pero de verdad así lo veo.
Entramos a una puerta gigante y el ambiente parecía a la de una biblioteca, sin mencionar que había millones de libros. Literal, parece a la de una biblioteca antigua pero gigante.
Tomamos asiento delante de una gran mesa.
—Bien Daniela. ¿Que querés saber?. —dijo éste señalando con la cabeza y al no responder a su pregunta, él prosiguió. —Me imagino que viniste por alguna razón. ¿No?.
—Eh... sí. Aaron me dijo que tú tendrías la respuestas a mis anomalías. —dije con un tono nervioso. Sé que eso no es lo que me dijo Aaron pero aún ni creo en esto. ¿Mi pasado? ¿Cual pasado?. Pero mi intuición me obligó a venir.
—Mirad. Durante muchos siglos hemos establecido una regla esencial. En la antigua Grecia, las personas creían mucho en dioses falsos e incluso en el comienzo de la vida del ser humano. En ese tiempo, la gente eran rencorosas y con un odio puro, y por obligación las castigaban por sus actos impuros. Creían en dioses falsos y como consecuencias comenzó la rebelión de la maldad.
—¿Y que tiene que ver eso conmigo?. —dije ya que no entendía que tenía eso conmigo, sólo es otro de una leyenda.
Él soltó un suspiro cansado y buscó entre toda su biblioteca un libro. Al encontrarlo nos presentó una gigante de un libro. Comenzó ojear entre las páginas hasta que se detuvo en una. —Aquí está. —dijo con un alivio intuido en su tono. —Durante todo ese tiempo de maldad, existió una mujer bondadosa, sabía y una persona de gran corazón. La gente la odiaba, ya que no seguía a esos dioses falsos sino al que actualmente conocemos: Jehová.
Me estaba gustando la leyenda sin saber por qué. —Hasta que un día el pueblo se despertó sin saber nada de ella, sin rastros y sin ninguna señal de vida, por fin la dieron por muerta. Algunas personas que la querían de gran corazón, quedaron devastadas por su supuesta muerte.
—¿Y que tiene que ver una leyenda conmigo?. —él se indigno por lo que dije y me lanzó un bolígrafo de metal. —¡¡Auch!!.
—NO ES UNA LEYENDA, niña ignorante. Es verdad. Eso pasó. claro, nunca se supo nada de ella. Y por tú pregunta, sé que no tiene nada que ver, pero te puede ayudar gigantesco con tú búsqueda.
—¿Como sabes?.
—Sólo lo sé. Sólo sigue mi consejo.
Y como si nada, ya estaba en el auto de Aaron volviendo hacia mi casa.
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El chico de mis sueños°
Novela JuvenilTengo miedo del amor. ¿Porque tengo miedo del amor? Simple. El Amor hace que confíes en esa persona que tanto amas, le entregas todo su confianza sin importar lo cual imperfecto que sea, tienes el supuesto dicho de "Mariposas en el Estómago", se eri...