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  "¡Joder!". Sí, esa es la primera palabra con la que me expresaré, Charlotte, en esta carta hacia ti. ¿Que por qué? ¡Ja! Se me olvidaba. ¡Eres lenta y hay que explicarte todo con lujo de detalle! No, no ruedes los ojos así, cielo, que bien sabes que ese hábito te lo pegué yo y me gusta burlarme cuando lo usas tú porque no te queda del todo. Al final de la carta te explicaré por qué inicié este texto de esa manera.

 Okay, ahora te preguntarás por qué te estoy escribiendo una carta, y es simple; quiero molestarte. Me gusta molestarte. Más bien, me gusta tener tu atención por medio de simples banalidades. No sabes lo fácil que es hacerte una carta cuando escribir es mi pasión, ¿así que por qué no desperdiciar mi valioso tiempo en esto en vez de estudiar para el examen de mañana? Esto es más interesante que aquello, y sé que estarás de acuerdo conmigo porque te conozco bien y ni tú ni yo somos amantes de las sesiones largas de estudio. Por cierto, me gusta el color de tus uñas. ¿Que cómo sé que están azules? Pues, te vi cuando ibas de compras ayer y sé que las seguirás teniendo hoy. Ah, y, ¿cómo crees que esto acabó en tu cartera? Planeo meterlo en un sobre que diga tu nombre y dárselo a tu mamá mañana cuando haga su visita rutinaria de cada viernes al supermercado del centro, sólo le diré que es una carta de agradecimiento por ayudarme en las tareas o algo así y que la esconda entre tus cosas para que sea sorpresa. Así, simple, y luego me iré con el pretexto de que llevo prisa para ir a otro lado. He ahí la explicación de cómo ha llegado esto a ti. 

Pero, Charlotte, dime una cosa, te comiste ese cuento de que esta carta no tiene propósito determinado, ¿no es así? Sí... Es tan fácil engañarte. Por supuesto que no te escribo sólo para "molestar", no me extendería tanto, ¡soy muy floja para eso! Debes tener el ceño fruncido justo ahora... Lo sabes todo, lo ves todo, y, sin embargo, no entiendes nada y no te percatas realmente. Para ti soy tan transparente como el vidrio aunque tan opaca como el petróleo. Amiga mía, tu amistad es la razón por la que estoy aquí sentada con una hoja de ideas desordenadas -que primero empezó como borrador y ahora paso a limpio- y un bolígrafo azul. Uñas azul, bolígrafo azul; quise que combinasen. Sé cuánto te gusta el azul. Sé también que estoy dando vueltas al asunto central pero déjame confesarte que mientras escribo esto me tiemblan los dedos. Puedo darle vueltas todo el día a algo hasta que consuma mis pensamientos y me lleve casi a la locura, y lo sabes. Bueno, es eso lo que me trae aquí. No he dejado de pensar en ti. Ya me está asustando, Charlotte. Quisiera leer tu mente en este momento y saber qué piensas al respecto... 

Por cierto, ¿recuerdas ese día en el parque? Quizás es mejor empezar ahí. Aquella atracción que subía, bajaba y daba vueltas en círculos. Sí, he olvidado cómo se llama. Casi vomitábamos al bajarnos y apenas nos manteníamos de pié, pero fue muy divertido y lo repetiría. Al inicio, cuando la máquina aún estaba quieta porque la gente se montaba y la expectación nos invadía de nervios, decidiste que la mejor forma de lidiar con ello era juntando nuestras manos como apoyo mutuo, un método para proporcionarnos esa sensación falsa de seguridad. Admito que, al primer instante en que tu piel y la mía hicieron contacto, Charlotte, casi lloro. Nunca creí que algo tan trivial como sentirte me hiciera tan débil, pero te juro que me sentí desnuda ante ti. Vi tus ojos mirando directo a los míos con emoción, porque el paseo casi comenzaba y se oían los ruidos de la maquinaria moviéndose para trabajar, pero me pareció tan íntimo verte a la cara con nuestras manos así, que desvié la mirada todo el tiempo. Claro, como muchas cosas, tú no lo notaste. Te pusiste a hablar animadamente porque estabas asustada y ansiosa, y yo escuché todo en un silencio pensativo. Me era difícil no concentrarme en nuestras manos. También me siento cobarde por no tener el valor para entrelazar nuestros dedos en aquel momento, es algo que las amigas hacen y tú no habrías malentendido eso como algo "romántico" sino como amistoso, pero me daba miedo no querer soltarte después y no podía arriesgarme a sentir tu falta a mayor nivel cuando acabase nuestro pequeño "momento". Mi punto es, "amiga", -y estas comillas no son por hipocresía- que en ese momento supe los jodidas que estábamos. Tú, por no tener idea, y yo, por estar plenamente consciente de ello... ¡No eres sólo un crush! ¡Me gustas demasiado! Y fue ahí que pensé "¡joder!". De hecho, al pensar en ti es lo primero que se me viene a la mente. Es por eso que la carta inicia así, porque apenas tomé el bolígrafo, se escapó de mis labios esa maldita palabra. Y además, es probablemente la expresión que pasa por tu mente justo ahora. 

"¿Cómo no lo vi?", te preguntarás. No le llaman "ocultar los sentimientos tanto como sea posible" sólo por diversión, eso mismo hice a toda costa y si no te diste cuenta es por mi magnífico trabajo... Y por tu magnífica idiotez. Cuántas indirectas no te he dejado, Charlotte, esperando que entendieses, pero también rogando que no. Salgo a buscarte esperando no encontrarte. Me lanzo al fondo del río sin saber nadar. No tiene sentido, ¿no? A que no. Pero es justamente lo que siento contigo... Algo sin lógica.

Discúlpame por el atrevimiento de darte responsabilidad sobre mi corazón, pero también por mi cobardía de no decírtelo en cara. Es que... No vale la pena. Sé que hay alguien más. Sé que no tengo oportunidad. Sé que soy tu amiga y eso es lo único que necesitas de mí. Entonces dime... ¿Con qué propósito crees que te confieso esto? Pues, porque me quema la garganta decir las palabras "te quiero, amiga" cuando en realidad va más allá de eso. Te odio... Te has apoderado de mis sentimientos y no te das cuenta y no lo harías de no ser por esta nota... Me duele inmenso. Me duele inmenso el quererte de esta manera tan inapropiada. Te quiero, amiga, de piernas abiertas en mi cama y sin ropa alguna. Te quiero, amiga, con el cuello marcado de mi pintura de labios. Te quiero, amiga, gimiendo por más y más. ¿Es como debería de ser la amistad? Te quiero toda para mí. Pero tú te quieres toda para él. Así que había decidido callarlo, porque si mis oportunidades pasaban de ser nulas a una cifra negativa, entonces mucho menos debería arriesgarme a perderte o a agregarte más preocupaciones de las que ya tienes. Pero, JODER, perdón, no puedo esconderlo más. Joder. Te quiero, Charlotte, y no como amiga. Joder de nuevo. ¿Ves? No te mentía, siempre que pienso en ti se me viene ese palabrón a la cabeza. 

Y, para finalizar, Charlotte, amiga, este último adjetivo muere aquí y ahora mientras aún tengo el valor. Quédate con él y no lo digo por celos sino como un auténtico deseo. Sé feliz. Quizás, en otra vida, yo tenga la suerte de que el "y si..." se convierta en un "así fue", pero en ésta no y debo aceptarlo ya. Tomé una decisión radical. Me alejaré de ti y de todos hasta que mis latidos dejen de ser producto de tu sonrisa. 

Mañana me mudaré de aquí.  No, no de esta ciudad... Sino de mi rutina diaria de quererte y desear dejar de hacerlo.

Si me ves, no me busques, que esa ya no seré yo. Tu "amiga" no estará presente. Aquí acabo. Aquí muere esto. Aquí te digo que te amo para no volver a dirigirte la palabra hasta que deje amarte.

Te amo...

Adiós, Charlotte.

Oh, espera, suena mi celular... Eres tú. Pides una video llamada. La aceptaré pero es la última. Quién sabe cuándo tenga el valor para verte de nuevo a la cara, incluso si es sólo por celular.

Me preguntaste si mañana regresaremos juntas de la escuela, te dije que no porque tenía algo pendiente y me respondiste que por favor sea una buena amiga y no te abandone así. Me sonreíste como sólo tú sabes hacerlo y luego me haces un puchero con esos labios que...

¿Cómo podría decirte que no? Me siento tan tuya cuando me hablas. Me tienes. Me tienes. Me tienes... ¡Me tienes, idiota! Date cuenta... Agh. No estoy lista para que dejes de tenerme.

Esta nota se va a la basura.

Quizás otro día lo consiga...

¿A quién engaño?

¡Joder!

"¡Joder!" Cartas a Charlotte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora