Capítulo 20

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Ambos llegamos en 20 minutos, el bar al que me llevo no era un lugar normal como los que había visto en la calle, era un bar gay, no me importo entrar con la ambientación de hombres en el baile, buscaría como divertirme de cualquier forma.

Me acerque al oído de Israel y le hable— ¿Habías venido antes aquí?

El sonido de la música estrambótica era tan fuerte que tenía que acercármele para hablarle, habían luces brillantes de colores moviéndose en todas direcciones y en el centro bailaban las parejas, ya sea de hombre con hombre y una que otra mujer que acompañaban a sus amigos a pasarla bien por un rato.

Él se acercó a mi oído y me dijo—Sí, desde que tengo los 18, pero no podía invitarte porque aún eras menor.

Asentí y sonreí, Israel y yo pasamos a la pista bailando a una cierta distancia mientras la pasábamos bien, él se marchaba una que otra ocasión para traer bebidas alcohólicas, no bebimos unas cuantas botellas de cervezas mientras bailábamos, había desarrollado más mis costumbres a los gustos por la cerveza, el número de botellas o vasos que traía Israel consigo ya no me mareaban o me relajaban los músculos, todo iba fuera de mi cuerpo por medio del sudor con los movimientos que ambos realizábamos.

Observe que unos chicos se acercaban hacía Israel con intención de seducirlo, así que le dije que iría a la barra mientras él se ocupaba de sus nuevos amigos. El encargado de la barra me invito un vaso de tequila por parte de la casa, acepte agradeciéndole con una sonrisa y me bebí el vaso de un tiro, luego observe que más mujeres entraban al lugar, unas acompañadas por sus novias o amigas simplemente, algunas iban a la pista mientras comenzaban a bailar juntas en pareja, mientras otras se dirigían a las mesas por bebidas.

— ¿Cariño vas a querer otra ronda? —Me pregunto amablemente el encargado de la barra.

Negué con la cabeza—Así estoy bien, gracias.

El encargado de la barra se acercó a mi oído y me dijo—La dama de la mesa de allá te ha invitado el vaso que te ofrecí.

Seguí la mirada del encargado y abrí mis ojos como platos al descubrir a Melisa, cuando nuestras miradas se cruzaron ella frunció el ceño, se veía muy molesta por el brillo de sus pupilas, sí que iba estar en problemas, pague la cuenta y me despedí del encargado, captando la idea Melisa me siguió afuera del local, una vez que estábamos a una distancia prudente del negocio mire a Melisa sin decirle nada, ella con los ojos vidriosos y la mandíbula tensa asesto un golpe en mi cara, total me lo merecía así que no opuse resistencia.

— ¡Te das cuente de lo que has hecho! —Me grito.

Yo no dije nada y evite mirarla.

— ¡Ana! —Escucho la voz de Israel llamándome.

Mire a su dirección, el venía corriendo alarmado.

— ¿Te encuentras bien? —Comento preocupado.

Yo asentí sin decir nada, luego observe que Israel fulminaba a Melisa con la mirada.

—Sera mejor que te vayas ahora mismo—Se puso en frente a Melisa y me resguardando poniéndome detrás suyo.

Sostuve el brazo de Israel y dije—Esta bien Isra, ella no me ha hecho nada malo.

— ¿Y ese golpe que te dio? Yo lo vi muy claro Ana.

—Ese golpe me lo merecía, ella es mi amiga Melisa, de la que te hablé—Comente intentando tranquilizarlo.

— ¿Amiga has dicho? —Comento Melisa sarcástica—Después de que te dijera que me esperaras unos minutos en la terminal, unos malditos minutos, joder—Replico furiosa.

Odio a la novia de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora