[Fanfic Amuto] La historia de una chica rebelde

Capítulo 4. Candado y llave

>>Narración de Amu

Cuando Ikuto entró nuevamente a la sala, se me quedó mirando de una manera muy extraña. No logré comprenderlo del todo, pero me sentí un poco incómoda. ¿Qué leches se traía este tipo conmigo? ¿Acaso había recibido una noticia acerca de mí?

Desvió su mirada en cuanto mis ojos comenzaron a hacerle competencia, al instante cogió su guitarra eléctrica y alzó su mano al aire para dar la orden de volver a empezar con los ensayos. Todos pasaron a acomodarse a sus lugares, al igual que yo, estaban un poco sorprendidos por el comportamiento del peliazul.

—Tocaremos la canción que escribiste, Shun –indicó rápidamente y el mencionado acudió hacia mí para mostrarme la letra —Un, dos, tres...

La música volvió a inundar la estancia.

Una sensación agradable recorrió todo mi ser. ¿En verdad mi deseo estaba a punto de cumplirse? ¿O tal vez sólo estaba siendo víctima de mis sueños como tantas veces me había sucedido? ¡Pero qué importaba eso ahora! Yo era feliz. Me encontraba cantando para una banda... ¡para una banda de rock!

En cuanto terminamos la tocada, Kukai y Nagihiko chocaron sus manos, Shun e Ikuto hicieron lo mismo. Kairi se puso de pie y Yaya corrió hacia nosotros con una notable sonrisa en el rostro.

—¿Y cómo se llamará la banda? —preguntó la chica más innecesariamente alegre que he conocido mientras aplaudía con euforia.

—Amu, dime la primera palabra que caracteriza a tu personalidad –Ikuto volteó a verme y esperó por mi respuesta. Se veía serio.

—Re... rebelde –contesté confundida. ¿Para qué querría saberlo en estos momentos?

—Muy bien, la banda se llamará "Rebel Rock" ¿Están de acuerdo? –la forma tan rápida en la que decidió el nombre nos sorprendió un poco, sin embargo, todos pensamos que no habría mejor título que ese, así que aceptamos con regocijo la propuesta.

Si no me estaba equivocando, el nombre de la banda significaba Rock Rebelde en español y quedaba totalmente conmigo y quizá también con todos ellos. De alguna manera cada uno de los chicos irradiaba esa aura, ese sentimiento de libertad y desafío. Ese algo que indicaba que no estábamos de acuerdo con el régimen autoritario de estos tiempos. Ese espíritu que rompía con las reglas de la sociedad. Aquella evocación que nos hacía únicos e irrepetibles. Aquella pasión que llevábamos en el alma y sobre todo... aquel sentir que buscaba mostrar nuestra música al mundo entero.

A la canción de Shun le siguieron otras cinco tocadas y en cada una de ellas veíamos nuestros errores para poder mejorar.

—Amu, ¿por qué no tocas tu guitarra eléctrica también? —preguntó Yaya señalando con los ojos el estuche negro que yacía sobre la mesa de la sala.

—Porque aún no soy muy buena, todavía necesito practicar —contesté y oculté mis ojos tras dos mechones que caían rebeldes sobre mi rostro.

Me dolía un poco admitir que a pesar de amar como una loca la música rock, no había sido capaz de aprender a tocar siquiera una guitarra eléctrica. Sentí la mirada de Ikuto sobre mí, pero la ignoré por completo. No quería ver su expresión desilusionada.

—Ikuto, me voy temprano —dijo Shun rompiendo el silencio que de pronto había inundado la habitación—. Tengo que pagarle al señor que me ayudó con la pieza de mi batería, como no traía suficiente dinero, le dije que pasaría después.

—Nosotros también nos vamos –agregó Nagihiko—. Se me ocurrió una mejor manera de pagar la apuesta que hice.

—No sé por qué no me da buena espina, pero dime qué es –preguntó Kukai después de alcanzarlo hasta su posición para rodearlo con su brazo en son de amistad.