Prólogo

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Desperté al sentir que alguien golpeaba constantemente mi hombro derecho. A través de la mirada nublada que poco a poco intentaba acostumbrase a la luz y enfocaba a la persona que estaba frente a mí, descubrí que me había quedado dormida a mitad de la clase de Planeación y Control.

— ¡Lily, despierta! –escuché que mi amiga Zoé me hablaba en voz baja y con desesperación, la misma que pude ver en sus ojos. –si la profesora te descubre vas te va a reprobar en el semestre.

—No tienes que gritar, ¿sabes? –peiné mi cabello y me acomodé en el asiento.

Al parecer no me había perdido mucho de la clase, la profesora seguía explicando la forma en que debíamos formular indicadores de productividad, tiempo y otros que, supongo, recordaría si no me hubiese quedado dormida. Revisé mi teléfono móvil para ver la hora, solo había dormido unos diez minutos, pero a me había parecido durante el sueño que tuve.

La imagen de un chico vestido de un traje sastre color blanco y cabello oscuro como la noche. Un chico sin rostro que con solo recordarlo causaba escalofríos que recorrían toda mi espalda y me ponía nerviosa.

—Supongamos que la Secretaría de Salud tiene como tarea la aplicación de la vacuna de varicela a todos los niños menores a cuatro años de edad en toda la ciudad. ¿Podrían darme algunos indicadores para conocer si se logró el objetivo de esta tarea de acuerdo a lo planeado?

Preguntó la profesora y todo el salón quedó en silencio mientras mis compañeros formulaban los ejemplos que había pedido. Sin saber por qué alcé la mano y me dio la palabra.

—Podría ser el número de niños vacunados durante el periodo de la campaña de vacunación. Comparando la cantidad de niños menores a cuatro años de edad contra la cantidad de niños vacunados en ese periodo.

Las palabras salieron de mi boca sin pensarlas, fue como si alguien dentro de mi cabeza me dictara exactamente lo que debía decir y solo obedecí. No era la primera vez que lo había sentido, habían pasado varias semanas desde la primera vez que experimente esa sensación y desde ese momento se había ido incrementando con el pasar de los días.

—Podría ser un indicador. ¿Alguien más tiene un ejemplo para compartir? –muchas otras manos se alzaron y la participación continuó.

—Y eso que te dormiste a mitad de la clase. No quiero imaginar lo que habrías dicho si hubieses estado completamente despierta. –Zoé me dio un codazo sonriendo, como si compartiéramos un secreto.

—Créeme, yo tampoco quiero saberlo. –respondí mirando a la ventana que tenía frente a mí. Varios automóviles pasaron contrastando con el pavimento oscuro y los arbustos. El día estaba nublado como lo habían sido los días de abril de este año.

—Claro que quisieras saberlo. —dijo una voz masculina dentro de mi cabeza. –espera un poco más y lo sabrás.

1 Minuto ni 1 SegundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora