Interés Oculto

Regalito navideño para Andy Galicia.

Sé que no es mucho pero espero que le guste, Wifey. Está hecho de amor <3

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— ¡Bienvenido! — una hermosa sonrisa, deslumbrante como el sol le dio la bienvenida al lujoso salón; justo antes de lanzarse a sus brazos. — ¡Feliz navidad, Hyun!

— Gracias, Rika. — Respondió correspondiendo el abrazo. — Feliz Navidad. — dijo a su oído, sin mucho entusiasmo. Ésta no era una fecha especialmente feliz para él.

No con todo lo que tenía pasando por su mente.

— Por aquí, todos están reunidos al centro, pronto brindaremos. — lo dirigió.

— Gracias — se encaminó siguiendo el sonido de las emocionadas voces de sus compañeros. Rika se quedó atrás.

Lucía ocupada, aunque fuera un evento pequeño parecía querer asegurarse de que no ocurriera ni el más mínimo error. Ella era así. No dudaba antes de poner la comodidad de los demás por sobre la suya propia. Envidió tanto esa actitud.

Él era un egoísta.

Sus pisadas retumbaban en la inmensidad del salón. ¿De verdad era necesario tanto lujo? Lo aborrecía. Lo hacía sentirse tan pequeño, tan insignificante. Definitivamente no había espíritu festivo en él esta noche. No podría sentirse peor.

Hasta que lo vio.

Brillaba con luz propia, el pretensioso magnate. El centro de atención.

Ojalá la estuviera disfrutando. No se sintió capaz de acercarse más. Buscando la ruta de escape más cercana, encontró una puerta, una especie de pequeño patio, un área para fumadores.

Eso le caería bien.

Salió. Afuera hacía frío. Tal vez el viento helado le aclarara las idas. Sacó un cigarrillo.

—¿Zen? — una voz lo distrajo de su tarea.

—¿Yoosung? ¿Qué haces aquí?

—Me escondo de Seven— respondió, divertido. — Hay demasiado muérdago ahí dentro, es peligroso.

Zen río el comentario, soltando una bocanada de humo.

—¿De quién te escondes tú?

Vaya, no pierdes el tiempo.

—De nadie — mintió. — Sólo quiero ver las estrellas. Tal vez me tope con una de tus hermanas fugaces, me vendría bien un deseo ahora.

—Es Jumin, ¿Verdad?

Estaba formulado como una pregunta, pero era una afirmación.

—¿Por qué lo haría? — inquirió, fingiendo desinterés. ¿Qué tanto sabía Yoosung? Necesitaba saberlo.

—Dímelo tú, desde la filmación del comercial ha estado diferente en la oficina. Y hace preguntas extrañas, ¿Qué pasó, Zen?

La maldita filmación.

Cómo demonios se había dejado convencer, aún era un misterio. Había dejado el orgullo de lado y cedido a los deseos del empresario. Se convencía a sí mismo que había sido sólo porque necesitaba el dinero.

Bien sabía que no.

La filmación no había sido el problema. El problema fue lo que pasó después, cuando las luces se apagaron y ambos se quedaron a solas.