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Nadaba

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Nadaba...

La corriente del río era fuerte y no lograba salir del camino que el río me obligaba a seguir, intentaba nadar contra corriente, pero esta me arrastraba al camino que ella quería que siguiera.

— Cariño despierta, es solo una pesadilla.

— Tengo miedo de ahogarme, Jack, siempre es el mismo sueño.

El me envolvió en sus brazos besando mi frente, así era, Jack, solía decir las palabras necesarias, así fueran pocas y cuando creía que no era necesario guardar silencio tan solo me reconfortaba con su compañía. Me dejó llorar hasta que poco a poco empecé a calmarme.

— ¿Mejor princesa?

— No te vayas hoy Jack.

— Siempre me dices que da mala impresión que un chico se quede a dormir.

— Y tú igual siempre te quedas.

— Tuche, princesa.

Sonrío y me escondo en su pecho abrazándolo, moría de sueño, pero no dormiría, tenía miedo de hacerlo y no lograr despertar a tiempo para controlarme.

— Duerme, Clarissa, por favor.

— Me da miedo hacerlo.

— Soy el responsable de eso y lo siento.

— No lo es.

Las lágrimas se escurren por mis mejillas, en algunas noches cuando el viento azota mi ventana puedo recordar cómo, Jack, me consolaba cada noche luego de las pesadillas. Su rostro era pura culpabilidad porque decía sentirse culpable de que yo viviera atemorizada algunas noches. Algunas otras reía levemente y me decía que tenía suerte de tener a una chica con un amor tan enfermizo como el mío para él.

Entre su cajón me puse a buscar alguna de sus camisas, necesitaba sentirle cerca mío, solo una noche, era un auto engaño que me decía a mí misma cada día a lo largo de todo este tiempo yo mejor que nadie lo sabía, esa noche fácilmente se convertiría en muchas otras.

La impotencia me invadía, le necesitaba como al aire y él no podía estar conmigo, le necesitaba, pero él a mí aún más y yo ni siquiera era capaz de poner un pie en su habitación de habitación no porque no quisiera, sino que el solo imaginar su cuerpo inmóvil atado a cables hacía que la poca esperanza que aún conservaba se esfumara y mi corazón doliera de verlo en ese estado.

— Clarissa, cariño, tienes que salir de ese armario por favor — mi mejor amigo me daba una mirada preocupada desde el marco de la puerta.

— Matthew, no logro encontrar la luz — sollozaba con su camisa entre mis manos.

Sin previo aviso se sentó a mi lado y me envolvió con sus brazos. No dijo nada, no había nada que pudiera decir, en ese momento sentía que ya nada me podía hacer sentir mejor, solo, Jack, mi amado, Crow.

Frágil [1° Trilogía Puntos De Quiebre ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora