Tiffany Hwang y Jessica Jung, eran dos polos completamente opuestos que a la vez, encajaban tan perfectamente como si se tratase de piezas de un puzzle.
La menor de ellas, Tiffany; destacaba por su carácter simpático y espontáneo, junto con su sonrisa de ojos que sencillamente la hacían lucir más hermosa de lo que era.
Por otro lado, Jessica; siempre mantenía una actitud distante y una mirada mordaz, alejándolo todo. Ver su sonrisa, era como ver la mismísima caja de Pandora ante tus ojos.
¿Cómo es que dos almas tan distintas terminaron colisionando?
Todo sucedió luego de que Tiffany Hwang abrió aquella caja de Pandora, que la contenía una Jessica de apenas 13 años.
Inició como una amistad, pero al paso del tiempo, los sentimientos que albergaban por la otra, crecieron a pasos agigantados convirtiéndose en algo más fuerte que luchaba por ser liberado.
Sin embargo, a pesar de las idas y venidas que ambas mantenían constantemente, Tiffany se ahogaba en la incertidumbre, debido a que la mayor nunca demostró realmente una muestra de afecto hacia ella.
Todo se mantenía en la misma respuesta, una y otra vez.
-Jessica, ¿Me amas?
-Te amo.Pero no. La menor necesitaba más, necesitaba a Jessica cómo nunca había necesitado a alguien antes, y no sólo en el plano carnal, sino que necesitaba sentir la mano de la acaramelada acariciando la suya, o acariciándole el cabello mientras ella se mantenía recostada en sus piernas, quería más besos, más abrazos espontáneos y que fuera la otra quien los comenzace.
Necesitaba y quería sentir que Jessica la amaba con cada parte de su cuerpo y de su ser.
No es que no le gustase escuchar aquellas palabras salir de la boca de su mayor, pero si esas palabras fuesen acompañadas con un simple gesto, como el sonreírle cuando se lo dice, ella se sentiría realmente amada y sabría que no necesitaría que se lo volviese a repetir, porque en aquel gesto, quedaría todo el amor.
-¿Qué me dirías si no existiera el "te amo"?- Cuestionó la menor, mirando con cautela a la acaramelada, quien se hallaba a su lado en el sofá, pero aún así, la sentía tan lejos, tan ajena a ella. Vió a Jessica abrir la boca y volver a cerrarla, hasta que giro a verle solo para negar con la cabeza.
-No lo sé.¿Acaso todo acabaría en la nada, después de todo lo que habían tenido que afrontar durante los últimos años? Quería creer que la respuesta era un no, pero cada vez se autoconvencia más, de que quizás aquello, sería lo mejor.
Al paso de un año, Tiffany decidió ponerle un alto a todo.
-Jessica, ¿Me amas?
-Te amo.
Río con cinismo ante la seca respuesta- Lo siento, pero ya no te creo, y siento que te estoy obligando a estar aquí, conmigo.
-Steph—
-No, déjame terminar.- Tomo una bocanada de aire y continuó- He decidido volver a Estados Unidos y dejarte libre, Jessie.
-¿De qué estás hablando?
-Lo he entendido todo y está bien.
-Tiffany, no tienes idea de lo que haces y tampoco lo tienes acerca de lo que siento o no.
-¿Y qué es lo que sientes?
-Te amo.
De nuevo la misma respuesta, como si fuera alguna grabadora, incluso la mirada distante y fría seguía en el lugar. Golpeó la punta de sus dedos contra la mesa que se hallaba frente a ella, lo hacía cada vez que estaba nerviosa y la ponía aún más nerviosa que incluso en esa situación, Jessica no fuese capaz de agarrarle de la mano.- Estás mintiendo.
-No lo hago.
-¿Puedes demostrarlo?
El silencio fué toda la respuesta que necesitó, para tomar sus cosas y marcharse, esforzándose por no volver.6 meses después
Tiffany sencillamente no lo entendía.
Jessica Jung se hallaba frente a la puerta de la casa de sus padres, tenía un rostro afligido, fatigado y pálido.
-Tienes que dejarme demostrartelo.
-¿Qué?
-Te amo, Steph.
-Jess—
-Se que he sido una idiota, pero por favor, solo una oportunidad más, no quiero perderte.
-Yo... - Y antes de que pudiera terminar, la mayor se desplomó frente a ella.Días sin dormir, junto con mezcla de sustancias tóxicas en su cuerpo fueron las causantes de aquello.
Mientras acariciaba el cabello dorado, se cuestionaba acerca de lo que había sucedido en el tiempo que estuvieron separadas.
Luego de unos días cuidando a Jessica, se dio cuenta que los sentimientos que creyó enterrados, solo estaban escondidos, esperando por alguna señal, y sentía que debía permitirse, por lo menos, una última vez, confiar en aquella chica.
-Te daré la oportunidad que querías.
-¿De verdad?
-Si, pero primero, deberás demostrar que, en serio, sientes lo que dices.
-Es todo lo que necesito.Y antes de que pudiera reaccionar, un beso fue plantado en su mejilla, produciendo que una sonrisa bailara en sus labios, sin poder evitarlo.
-No voy a defraudarte, Steph.
Al paso de los días, Jessica se había convertido en la persona que necesitaba, los besos y abrazos ocurrían constantemente, algunos más largos que otros. Los te amo seguían en la lista de palabras, sin embargo, venían acompañados de un apretón de manos o de una sonrisa que hacía que le temblasen las piernas. Habían hecho el amor, dejándose amar por igual, y al final del acto, un beso en la frente junto con un te amo silencioso eran más que suficientes.
La princesa de hielo empezaba a desvanecerse.
Y realmente, Jessica Sooyeon Jung, tenía los días contados.
Fue luego de un mes de estar juntas, cuando la acaramelada tuvo una recaída que la condujo al hospital, y aquella visita también dirigió a Tiffany hacia la verdad, y la verdad era que Jessica, estaba muriendo desde hace más de dos años.
Tenía un problema en el corazón que cada vez se deterioraba más, las medicinas ya no lograban el efecto deseado.
La despedida ya era algo inevitable.
Lloraron juntas aquel día, y Jessica sostuvo su mano más fuerte que veces anteriores, haciéndole entender así, a la pelinegra, que estaba asustada.
Cuando quedaban sólo unas semanas para que se cumpla el plazo de espera, para ver qué ocurría, la acaramelada la había llevado al mar.
Se sentaron en la playa, y Tiffany volvió a escuchar aquellas palabras.
-Te amo.
Un nudo se le formó en medio de la garganta, que solo fue aumentando a medida que Jessica le confesaba la verdad acerca de su falta de afecto en los meses pasados.
-Quería alejarte y mantenerte a salvo de este sufrimiento, Steph. Puedo aguantar muchas cosas pero no soy capaz de afrontar que vas a sufrir por mí culpa. Sin embargo, cuando por fin logré que te alejaras, me dolió mucho más que todos aquellos tratamientos que recibía a diario, el dolor en el pecho se volvía insoportable y sabía que era porque te necesitaba, necesitaba todo de ti, al menos, una última vez. ¿Puedes perdonarme por ser tan egoísta y ser la causante de que sufras?
De esa manera, aquella noche, se habían amado hasta con la última fibra de su ser.
Y Tiffany, mientras acariciaba con cuidado la lápida que mantenía la inscripción Jessica Jung, sabía que nunca se arrepentiría de nada, y que recordaría a aquella acaramelada, cada vez que mirase su dedo anular, en el cual portaba el anillo que mantenía las palabras más importantes en su vida, a partir de ahora.
Te amo, J.