Capítulo 11

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-Con todo el respeto que merece, señor, su respuesta es totalmente inservible-

-Cuide sus palabras, teniente. No olvide que tengo el mismo poder que su capitán-

Lesaro apretó los labios guardando para sí mismo todos los insultos que tenía para el capitán Tormes. Él, al igual que Salazar, consideraban que Tormes era un hombre que no merecía la capitanía de una nave, pero ellos no eran los que decidían los ascensos, así que tenían que soportarlo unos días al mes ejerciendo una muy difícil hipocresía.

-Señor, mi capitán estaba con usted en el momento de la explosión. Si dice que fue seguido por él cuando salieron ¿cómo es posible que no haya visto el momento en el que desapareció? -

-Ambos salimos de la torre, pero cuando llegué para ayudar con el incendio, él simplemente no estaba-

- ¿Se consumió alcohol esa noche, señor? -

-Sé lo que intenta decir con esa pregunta, teniente, si cree que... -

-Lamento interrumpir, señor, pero necesito que responda mi pregunta. Debo cubrir todas las posibilidades antes de tomar una decisión. Confío en que usted no lo tomará personal-

La última palabra fue claramente resaltada en un tono de voz muy acusador.

Ambos hombres se miraron desafiantes, el desprecio era mutuo.

-No-

-De acuerdo. Gracias por su colaboración, capitán Tormes. Si necesito de su ayuda se lo comunicaré de inmediato-

Lesaro volteó dándole la espalda al capitán y se retiró a paso rápido, agradecía que la conversación hubiese terminado.

Tras la explosión, mucha gente del pueblo se había acercado a ayudar o simplemente a ver lo que había sucedido. Entre toda la gente también había oficiales de la armada, incluyendo a Lesaro. Él había sido el primero en darse cuenta de la ausencia de Salazar, pero su búsqueda no pudo empezar hasta temprano en la mañana, ya que la prioridad era ayudar a apagar el incendio antes de que se pudiese propagar. No había mucha gente en el fuerte a la hora de la explosión por lo que, prácticamente, el único testimonio importante era la del capitán Tormes. Sin dudas, el último en ver a Salazar.

El problema se hacía aún más grande cuando se sumaba el hecho de que un navío había desaparecido sin que nadie lo hubiese notado. Lesaro estaba seguro de que había una conexión entre el robo, la explosión y la desaparición de su capitán, y cuando pensaba en el por qué solo una persona venía a su mente: Jack, ese misterioso muchacho del que sospechaba.

Luego de hablar con el capitán Tormes, Lesaro se dirigió a la oficina de Salazar esperando encontrar alguna clase de pista. Empezó a buscar, pero no encontraba nada sospechoso. Algo estaba omitiendo, Salazar nunca se iría sin decir nada, era uno de los oficiales más leales de la armada, un hombre fiel al Rey. Lo más probable era de que había sido secuestrado. ¿Quién? ¿Jack? Si el muchacho era un espía, de nada serviría planear todo eso, solo buscaría información y se iría.

- ¿Entonces qué significa todo esto? -

Murmuró mientras miraba por la ventana, la ausencia del Reina Isabel era casi escandaloso ante sus ojos...

-Escandaloso...- susurró -Un pirata...-

Frunció el ceño al sentir que las piezas se armaban. Salazar tenía razón, era poco probable que ese muchacho sea un espía, pero un pirata sí. Infiltrado dentro del fuerte sabría los planes y las estrategias del Sigilosa María, pues siempre mostró interés en unirse a la tripulación. Robar el Reina Isabel también tenía sentido, ya que los barcos piratas que quedaban no resistirían al segundo bombardeo y... Salazar, con él secuestrado podrían tener una buena ventaja en batalla. Eso si todavía seguía vivo.

Del amor al odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora