Tensión en sus manos y en sus brazos. Una perla de sudor resbala presta por su frente descolgándose finalmente al suelo desde el extremo de su nariz. Cada nuevo esfuerzo desencadena hormigueos que recorren todo su cuerpo. Frunce el ceño tratando de encontrar un estado de concentración máximo. Cualquier pequeño error puede dar al traste con todo el proceso, frustrando la larga y compleja cadena de pasos que han sido necesarios para conducirlo hasta este mágico momento creativo.
Cierra los ojos evocando la imagen final de la obra ya plasmada sobre su particular lienzo. Imagina las texturas, las curvas, la densidad y el color de la obra. Todo cobra vida en su mente, incluso antes de que su cerebro le diga a su cuerpo como mover los músculos precisos para lograr modelar a conveniencia la dúctil materia en bruto.
Abre los ojos en una profunda mirada estoica, y en un último y certero movimiento concluye la obra y sella su destino, para el que ya no hay vuelta atrás.
Ya relajado, se incorpora y procede a inspeccionar atentamente su obra. Su certero ojo crítico pronto advierte que esta vez si ha alcanzado la sublime perfección. La textura del material, el color parduzco y su densidad son las adecuadas. La fusión de los elementos es total: no asoman trazas de impurezas identificables en la superficie de la pieza.
Finalmente, extasiado en la contemplación de su magna creación, una sonrisa aflora en sus labios. Extiende el brazo para activar un mecanismo, y su obra, hundiéndose más y más en la violenta espiral líquida desencadenada, se pierde para siempre en las oscuras profundidades del sucio alcantarillado.
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Cotidianidad
Short StoryLa cotidianidad desde otra perspectiva. Recopilación de microrrelatos.