Estoy aqui

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Habían pasado dos meses desde la desaparición de Sofía Aguilar, una niña de cinco años de edad que residía en una bella casa en las afueras de la ciudad de Viña del mar, Chile.

La muchacha en cuestión era descrita como una persona tímida, distante de las personas que la rodeaban y querían,había nacido con un hermoso cabello castaño claro del cual sus padres se enorgullecian.

Pero aunque la niña era aparentemente normal, también era bien sabido que existía algo extraño en su psique. Había visitado numerosos doctores ya que sus progenitores estaban preocupados por el terror que se despertaba en la chica cada vez que la mandaban a dormir, era en estos momentos en los cuales ella rompía en llanto y juraba que existía un ser que la observaba desde algún lugar de la habitación, susurrándole nanas para dormir y palabras en algún idioma desconocido.

Sus padres nunca creyeron está historia, hasta que sucedió el más trágico y funesto de los eventos.

Ocurrió en un día de verano, llovía torrencialmente, la neblina no dejaba ver el horizonte y cubria todos los rastros de la calle principal, se podía percibir un aura melancólica y los únicos sonidos que se escuchaban eran los graznidos de los cuervos, fue en este fatídico día en el cual Sofía Aguilar desapareció, dejando solamente su recuerdo.

Aquella tarde en la que el supuesto secuestro dió lugar, el inspector Ernesto Moragues estaba de turno. Fumaba un cigarrillo y observaba hipnotizado como el humo creaba todo tipo de formas y ondas. Tenía un caso difícil, una niña había desaparecido misteriosamente y los policías no encontraron ninguna pista en todo el recinto, aparentemente estaba solo en esto.

Investigo la casa de pies a cabeza, tratando de hallar algun indicio que le llevará a dar con el paradero de la niña, tarea que le pareció  imposible. Estaba a punto de rendirse y volver a su oficina a teorizar conjeturas cuando su pie dió por accidente en un punto específico del suelo de madera que el armario de la pequeña poseía.

Se abrió un gran agujero en el suelo, dejando al descubierto una libreta de muy poco tamaño escondida entre los cimientos, Ernesto introdujo su mano ansiosamente, buscando algo que le beneficiará, su extremidad fue lacerada por las astillas pero él hizo caso omiso, estaba demasiado ensimismado con su descubrimiento como para pensar en las magulladuras.

Rápidamente abrió la libreta, hecho que luego lo haría arrepentirse de su decisión, adentro de esta, el inspector pudo descubrir una carta a la cual la oxidación y la humedad había maltratado, sin embargo, su contenido estaba muy claro.

El vigilante comenzó a leer...

Se que sabes dónde me escondo ya que se lo has contado a tus padres en innumerables ocasiones, se que me temes y lloras cuando escuchas los suaves susurros de buenas noches que te dedico cuando el sol se esconde para dejar paso a la infinita oscuridad, también se que nadie te cree cada vez que les cuentas que hay una persona observandote durante las noches, por que al fin y al cabo tú tampoco quieres creerlo.

Pero estoy aquí y eso es la verdad absoluta, me alimento de las sobras que tu familia desecha después de la cena. Pero lamentablemente no alcanzan a nutrirme por lo cual me he transformado en una criatura esquelética y tétrica, un vestigio de la mujer que fui en un pasado muy remoto.

Vivo en las paredes y nada me da tanta alegría como observarte desde la mecedora frente a tu cama, duermes plácidamente, desconociendo al ser que te observa  con ojos anhelantes y llenos de deseo.

Pero tranquila mi niña, que todo estará bien, pronto estaremos juntas y nos divertiremos como nunca, bailaremos y disfrutaremos con el movimiento de las olas. Cabe la posibilidad de que te asustes al no poder respirar, pero todos los males, pequeña pasarán a su debido tiempo.

Y podras confiar en mí... Por qué te amo y estoy aquí.

Después de leer esta terrorífica misiva  
el inspector pidió refuerzos y empezó a buscar el cuerpo de la niña en el mar.

Les tardó once días a la prefectura hallar un mutilado cadaver de lo que antes fue Sofía Aguilar flotando en las costas chilenas. En cuanto a su secuestradora, jamás se la pudo encontrar, las malas lenguas predican  que en este mismo momento puede estar viviendo en las paredes y armario de otra persona, esperando pacientemente, cantando canciones de cuna en aquel idioma indescriptible y observándola mientras duerme.

Estoy aquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora