- 22 - HOY TE MIRO Y SIENTO MIL COSAS A LA VEZ

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Por fin, con todo listo, apagué todas las luces y me escondí detrás del sofá, así sabría cuando llegaba. 

Las cosas al principio salieron a la perfección. Entró, se sorprendió al ver las luces apagadas y siguió el pequeño camino de flores que subían hasta la habitación. Intenté salir de mi escondite sin hacer ruido, para que no me escuchara ir hacia ella. Esperé hasta que subió las escaleras por completo, subí despacio y cuando llegué arriba estaba apoyada en el marco de la puerta del baño. 

Me acerqué aún lo más silenciosamente posible y la abracé por la espalda, dando pequeños besos en su cuello. 

-Creí que te apetecería un baño.

Sonreí y pude notar como sonreía. Si, todo había salido perfecto. No dijo nada, solo se giró, entrelazó sus manos en mi cuello y besó mis labios. Me perdí en su boca una y otra vez mientras acariciaba su suave piel al mismo tiempo. Me deshice se su camiseta al igual que ella de la mía. Desabroché su pantalón y lo bajé despacio, muy despacio. Ella desabrochaba el mío a la vez que la iba llevando hacia la bañera. Nos deshicimos de nuestra ropa interior y nos metimos en el agua, que muy caliente no estaba, pero nada más nos metimos allí dentro creí que hervía. 

Besé cada huequecito libre que encontré, cada poro de su piel. Acaricié sus tatuajes mientras ella recorría mi cuello con sus labios, mientras sin saberlo me tentaba cada vez más y más. Volví a su boca una vez más. Me recorrí sus labios, bajando por su cuello y acabando en su ombligo. Se puso sobre mi sin que me diese cuenta, quitándome de mi ensismamiento de ver su precioso cuerpo ante mi. Mordió mi cuello y atrapó mi labio inferior, desatándome por completo. 

Un rato después salimos de aquella bañera, casi sin separar nuestros labios y entre risas. Sequé su cuerpo y la envolví en la toalla cual niña pequeña. 

Sin poder controlarnos y aún mojados volvimos a encontrarnos, ahora si en la cama. 

Nada me frenó, una vez más la hice mía y me hice suyo, por completo. 

(...)

Nos quedamos abrazados, ella con su cabeza en mi hombro mientras yo acariciaba su pelo. No podía dejar de mirarla, era imposible. Me quedé completamente embobado, con una sonrisa de idiota que lo decía todo. Tan embobado que ni siquiera era capaz de prestar atención a lo que me estaba diciendo.

-Dani, ¿me estás escuchando?- rió

-Lo siento... me quedé embobado ante tu belleza.- reí

-Menos cachondeíto guapo.- reímos- ¿Cenamos? Yo tengo un hambre... 

-Y yo, y yo.- reí- ¿Qué has traído? 

-Comida mexicana.- sonrió- ¿Te gusta? 

-Me encantas.

-La comida idiota.

-Ah, si, si, la comida también.- volvimos a reír

Bajamos al salón, aún entre carcajadas y sacó la comida que había traído. Nos sentamos en el sofá y cenamos tranquilamente mientras hablábamos de todo en general. 

-Oye Dani... Tu y Teresa... ¿Hace mucho que la conoces? 

-Pues, hace ya unos años, si. ¿Por? 

-No se.- rió- ¿Cuánto llevabas con ella?

-Tres meses.- sonreí

-¿Y por qué lo dejasteis?- Al parecer hoy era el día de las preguntas... no pude evitar reír al pensar esto, me hizo gracia. Pero en realidad me gustaba que preguntara, así se daría cuenta de que no tengo nada que ocultarle, todo pros. 

-La quería, sin más.- respondí, aunque pareció no entenderlo

-¿Cómo? ¿La dejaste porque la querías? No te entiendo.- reí

-Pues, que la quería como quiero a una amiga más. Simplemente la quería y yo buscaba alguien que me hiciera sentir más.

-¿Y ella? ¿Ella sentía lo mismo que tu o estaba enamorada de ti?

-No, ella sentía lo mismo, o eso creo. Es que nos dejamos a la vez.-reímos

-¿Como se deja a la vez que el otro?- No paraba de reírse, me encantaba. 

-Pues... contáis hasta tres y decís lo que queráis.- reí- En nuestro caso, Teresa y yo dijimos lo mismo, por eso nos dejamos a la vez.- En esta ocasión se le borró la sonrisa. Aquello no pareció gustarle nada, pero no entendí por qué. Se quedó callada, esta vez no me dijo nada.- Malú ¿qué pasa? 

-No pasa nada.- fingió una sonrisa

-Malú, en serio. Dime que te pasa anda. Fue decir eso y te cambió la cara por completo... 

-No es nada Dani, es solo que creo que aún os queréis, los dos. Tengo miedo de que te des cuenta de que aún la quieres y te vayas con ella. O de que intente separarnos. O no sé... Tengo miedo de perderte...- Cogí sus manos y levanté su barbilla para mirarla fijamente a los ojos. 

-Escucha Malú, no sé por qué, pero en muy poco tiempo estoy completamente loco por ti. Lo único que quiero es estar contigo cada día, verte dormir y darte los buenos días. Quiero despertar a tu lado y acariciar tu espalda, que tomemos café en tu cocina y que juguemos con tus perros en el jardín. Que quiero una vida, pero a tu lado. Teresa no es nada más que una amiga y deberías saberlo. Ni ella ni nadie va a hacer que deje de querer a la persona que consiguió cambiar mi vida en apenas segundos, la persona que consigue que mis días sean un poco menos grises o completamente de color. Que eso solo lo haces tu ¿entiendes? Porque si tu te vas ¿yo que hago?

Una lágrima comenzó a resbalar por su mejilla. La sequé con mi pulgar mientras le dedicaba una sonrisa, haciendo que ella también sonriera.  

-Dani...

-Dime.

-Te quiero. 

La besé otra vez. Pero esta vez, ese beso significó algo más. Ese beso, le dijo sin palabras todo lo que yo le había dicho hace un minuto escaso. Y una vez más, la felicidad. 

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