Parte Única

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La lluvia no era imparable, al menos no hoy. En aquella única ventana abierta (gracias a que la luz solar no era insistente hoy) se podía apreciar las gotas caer. Las únicas opciones que tenía Rhaast era o cerrar su único ojo o ver el aburrido paisaje. No podía cambiar la perspectiva por más que lo intentara, salvo ver de reojo a un Kayn se encontraba, por primera vez en lo que el darkin llevaba en el templo, en su espejo, peinándose con cuidado. Desenredaba con sus propias manos el cabello negro y largo, teniendo a veces brusquedad, otras veces cuidado, dando a entender que no estaba nada acostumbrado al acto. 

-- ¿Por qué te arreglas? ¿Vas a una cita? --Bromeó Rhaast, pensando que sabía la respuesta. No vio con claridad la sonrisa arrogante que estaba ahí, pero pudo sentirla, al menos en el reflejo del joniano

--Sí, ¿algún problema? --El ojo de la guadaña se amplió por un segundo, luego se relajó, dando inicio a una frase que Kayn no podría sacar de su cabeza ni en su inevitable muerte. 

-- ¿No has aprendido nada, idiota? --Su voz pretendía ser calmada, porque sabía que el adolescente entendería sus palabras; aun así los celos y la furia que estos provocaban hacía una muy sutil distorsión en su voz--. Eres y serás mío por toda la eternidad. Nadie nunca estará contigo más que yo. 

Lo primero que se le vino a la mente a Shieda, en lugar de alguna vergüenza, fue el temor. El único significado para él de esa frase era que podía morir en cualquier momento, que su cuerpo exista sin los propósitos que él quiera, sin su voluntad. Y el único que escucharía su llanto en la eterna prisión de la muerte, sería Rhaast. En lugar de mostrar eso, dio otra sonrisa con su conocida arrogancia. 

--No si yo acabo contigo primero. --Y lo haría, ¿no? 

Rhaast no tuvo opción más que hacer el ruido de un suspiro. Kayn nunca entendería la verdad tras esas palabras. Había más que hambre de poder por eso...

Kayn se puso una yukata negra, algo normal para el verano en el que estaban, aunque extraño para la lluvia. 

-- ¿Saldrás con eso? --preguntó el darkin. Kayn asintió. 

--Es una cita y debo lucir bien. --respondió poniéndoselo.

--Y ni así te das una maldita ducha... --Se quejó--. Dime, ¿quién es esa persona desafortunada? --Kayn dudó un poco en decirlo, pero finalmente lo hizo. 

--Zed. --dijo, justo cuando la lluvia se dejó de oír. Salió de su habitación sin esperar respuesta del darkin.

Ahora que lo pensaba, ¿de qué se preocupaba Rhaast? De alguna forma u otra, terminarían juntos. Sea quien sea el que gane en esa lucha finita. 

Serían uno

Nunca lo olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora