Capítulo veintiséis.

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Justin estuvo encerrado en su habitación el resto de los días, levantarse simplemente le parecía una perdida de tiempo. Hasta los ánimos de ir a visitar a Alexis se le quitaron, Violet tampoco pasaba mucho en casa, ya que al cerrar el trato con la empresa cuando viajó, pudo abrir su propia oficina en el centro de la ciudad. Seguía insistiendo con su esposo pero él se mostraba desinteresado. Se iba desanimando con la idea de estar casada con alguien que no la quería de la misma forma. La pelinegra se basaba en esos años donde fueron amigo y el chico simplemente la olvidó.

Se lavó la cara para despejarse; le tocaba ir a la escuela por su hermana nuevamente. Él no sabía porqué debía seguir haciéndolo cuando era parte de su castigo por el accidente, sin embargo, le animaba un poco saber que vería aunque sea desde lejos a su muñeca. Pensó en algún detalle que pudiera hacerle, algo no tan llamativo pero que tuviera el significado suficiente para ablandar su corazón.

Agarró un cuaderno y escribió opciones, los detalles nunca están de más, aparte de que la haría sentir bien después del daño hecho.

Una carta.

Un abrazo.

Un chiste para ver su sonrisa.

Nada material que costara dinero.

Un anillo...

Tachó el anillo, pensó en lo simbólico pero se malinterpretaría de cualquier manera. No esperaba apresurar las cosas, por ende, se quedó con la primera opción, ya que se abriría a ella con lo que le dijo; le don de la palabra.

Empezó una y otra vez porque no tenía idea sobre comenzar este tipo de cartas. Le había tocado hacer bastantes para la universidad pero ¿una carta de amor? Eso era del pasado pero a las chicas les encantaba, a pesar de que Abby era diferente; no le gustaban las cosas elegantes y prefería una cita en un sitio de comida rápida o un abrazo a un peluche.

Me conoces, a veces el hecho de que mis padres tengan tanto me lleva acometer locuras y se me ocurrió hacer esto. No sé como comenzar, así que si esperabas otro inicio, dímelo y volveré a escribir esto.

Abby Bauers, mi chica, aunque no te guste ese posesivo termino pero te siento mía de la misma forma que me siento tuyo. Nos conocemos hace tres meses si no me equivoco y la verdad arreglaste la vida que estaba llevando, la llenaste de tu honestidad, timidez e inseguridad, que con el tiempo se esfumó y dio a una mujer segura de sus decisiones. Tú has pasado más de lo que yo pude imaginar, me abriste los ojos de que en la sociedad en la que estoy no es lo único que existe en el mundo.

Me encantas ¿lo sabes? Me encanta lo positiva que eres, lo esforzada y lo mucho que crees que los sueños se hacen realidad. Y este último punto debería llevarse a cabo más seguido, porque en este momento tú eres mi sueños. Me pregunto porqué la cagué tanto mintiendo y luego digo que tienes razón; eres una persona sincera y que le hace saber al resto lo que está mal y bien. Gracias por recordarme que mentir es y será la opción incorrecta.

El fin de esto es que te des cuenta de que lograrás muchas cosas si siempre sigues así, porque la gente admira tu manera de ser.

Cuando me mencionaste que lo nuestro sería imposible mientras yo me mantenga con mi esposa falsa y yo te respondo que luchemos. Te quiero demasiado como para dejarte ir de esta forma; estuve en una tormenta que va y vuelve cada vez que las cosas van bien, podrías ser ese paraguas que deja de empaparme en miseria. Los días lluviosos son triste, por lo menos para mi y creo que esa referencia está muy bien en mi caso. No quiero que te moleste, los paraguas son buenos y yo estoy muy nervioso escribiendo esta carta.

Sentimientos de una muñeca © j.b.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora