"Cuando estoy con él me siento como America. No soy una casta o un proyecto. No pienso en él de manera elevada. Él es solo él, y yo soy solo yo."
El tal Felix fue a ayudar a Nicholas y luego desapareció entre la gente. Paseé un tiempo tratando de evitar la mirada de Claire y de Nicholas sin saber con quién hablar hasta que finalmente me topé con Ámbar quién miraba divertida como un guardia coqueteaba con Rebeca la cuál reía con esa risa tierna suya ante las bromas del hombre.
- ¿Cuánto tiempo llevan así? – pregunté poniéndome al lado de ella.
- Alrededor de media hora, el chico me vino a preguntar sobre su nombre y luego fue a coquetearle, Rebeca lo está pasando de lo lindo.
- Eso veo – digo divertida.
- Y tú no tienes mucho que alegar tampoco... te vi bailando con el dos ese.
- No fue nada – digo, porque realmente no había sido nada, solo un baile para un chico simpático, por mucho que en este momento estuviéramos en la misma habitación pero a kilómetros de distancia, yo estaba totalmente enamorada de Nicholas, y nadie podía borrar eso.
- Eso espero, la reputación de Felix Weaver no es la mejor – dice haciendo señas de grandeza con las manos al decir su nombre.
- ¿A qué te refieres?
- El chico es el mejor amigo del príncipe, egocéntrico, rico, y todo un don Juan, no me sorprende ya que el hermoso físico que tiene lo ayuda bastante, pero no es nadie con quién te querrías relacionar. Varias doncellas de por aquí te podrían decir lo mismo.
- ¿Doncellas? Creí que gente como él no se meterían con doncellas – respondí extrañada.
- Normalmente no, el príncipe nunca lo haría por ejemplo – ella dice haciendo que eso se sienta como un puñal en mi pecho – pero Felix conquista a todo lo que esté a su alcance, sea una uno o una ocho, incluso hay algunos rumores donde él y la hermana del príncipe...
- Señoritas – una voz masculina nos interrumpió, ambas miramos al frente, Ámbar un tanto nerviosa se alistó el vestido en una pequeña reverencia, la miré extrañada y luego la seguí.
- Príncipe Nicholas – ella dijo.
- Buenas tardes – luego se dirigió hacia mí – necesito a una doncella para ayudar a una de las seleccionadas, ¿podría acompañarme?
- Claro – dije mirando sus grandes ojos. Estábamos hablando tal como un príncipe y una doncella lo harían, pero nuestros ojos decían miles de palabras con solo mirarse.
Seguí a Nicholas mientras él caminaba con la cabeza hacia arriba saliendo del salón, miró hacia los dos lados y sin previo aviso tomó mi brazo y me tiró hacia él entrando a un armario vacío. Presionó sus labios contra los míos tomando mi cara con ambas manos con fuerza. Luego juntó nuestras frentes.
- No sabes cuánto necesitaba esto – él susurra cerrando sus ojos. Puse mis manos en su cuello y lo acerqué nuevamente a mí – te extrañaba.
- Estoy aquí – le dije.
Finalmente nos separamos y él me abrazó, con mi oreja contra su pecho podía sentir los latidos acelerados de su corazón calmándose poco a poco.
- ¿Cómo estás tú? ¿Te están tratando bien? Porque si no haré que despidan a quién sea que...
- Me tratan bien Nicholas, todo está bien, todo está... perfecto. – podía aguantar a Scarlett, levantarme temprano, tener que quedarme callada y respetuosa, trabajar, y vivir en el palacio por estos momentos, estos simples momentos por muy cortos que fueran hacían que todo valiera la pena, me recordaban por qué estaba aquí, estaba aquí por él.
- ¿Extrañas a tus padres? Pude ubicarlos y ya se dónde están, tienen una cabaña en la misma ciudad, en una calle de sietes.
Miré hacia abajo sintiéndome egoísta. Había estado tan preocupada de mis propios pensamientos y de trabajar y hacer todo bien que desde que llegué no me detenía a pensar en mis padres. Estaban acostumbrados a otra vida y lo debían de estar pasando horrible, además no sabía cómo se habían tomado la noticia de mi huida. No había notado la respuesta de Nicholas, sí los extrañaba, mucho más de lo que pensaba.
- Sí – respondí secamente.
- Puedes mandarles carta, consigue papel y lápiz y cuando puedas me entregas las cartas y yo me preocuparé que lleguen a ellos, y que las respuestas vuelvan a ti. ¿Está bien?
Asentí con la cabeza.
- ¿Cómo te puedo entregar las cartas? Con suerte te veo y rara vez puedo conversar contigo.
Él miró alrededor.
Este armario, vivo aquí desde hace casi veinte años y nunca lo han usado. Deja aquí las cartas, y cualquier cosa que me quieras decir, eso si nunca pongas mi nombre ni el de tus padres, y yo no pondré el tuyo, solo por si acaso.
Volví a asentir.
- Se darán cuenta de que no estoy y enviarán a alguien a buscarme, mi madre está histérica con todo esto, quiere que todo esté perfecto – Nicholas pone sus dedos en mi barbilla y la levanta suavemente mirándome a mis ojos – no entiende que no me puedo preocupar de tener a gusto a las seleccionadas teniendo a quién yo quiero tan cerca, aunque ella no sepa que estás aquí.
- Puedes estar con ellas, lo sabes ¿verdad? Puedes coquetearles, invitarlas, conversar con ellas y otras cosas... - dije sintiendo el dolor de mis propias palabras, Nicholas frunció el ceño – tienes que darles una selección Nicholas, si no las cosas serán peor.
- ¿Estás segura? Yo te quiero a ti Victoria
- Y yo a ti, pero no puedes preocuparte de cómo me vaya a sentir teniendo a estas 35 chicas aquí y a tus padres tratando de alegrar al país.
Nicholas miró hacia abajo sin decir nada.
- Tengo que irme – dijo finalmente – yo saldré primero, a mí nadie me hace preguntas que no sean mis padres. Te amo Victoria.
- Yo también te amo.
Nicholas abrió la puerta del pequeño armario y miró hacia los lados, me hizo una seña para que saliera y juntos volvimos al salón, lleno de gente que no entendía como ardían mis ojos al ver a Nicholas poner una sonrisa falsa y conversar con las seleccionadas.

ESTÁS LEYENDO
Elígeme: fanfic de "La Selección" (Kiera Cass) EN PAUSA
FanfictionFANFIC DE "LA SELECCIÓN" POR KIERA CASS Para treinta y cinco chicas, la Selección es una oportunidad que solo se presenta una vez en la vida. La oportunidad de escapar de la vida que les ha tocado por nacer en una determinada familia. La oportunidad...