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Hay ilusiones en la mente que suelen ser pasajeras, hay seguridades en el corazón que se arraigan como una planta se aferra a la tierra. No puedo contarles una historia sin sentido o vacía, sino parte en la ficción de una realidad. La mente está diseñada para ser ingeniosa, para crear y dibujar en la imaginación.
Todos tenemos historias de relevancia vividas, unos hemos sido más soñadores y otros simplemente vivimos. Unos dejaremos un espiral creativo, otros la huella simple del pasado.
Cuando era aún pequeño y miraba a las estrellas, me preguntaba si ahí había algo para mí, el cielo era oscuro sin sentido, un mar perdido en la nada, no soportaba la idea de que alguien diseñara el espacio con el sentido de que estuviera solo. Por las noches meditaba en mi pensar y preguntaba al invisible mil preguntas curiosas. Cuando mi mente se apagaba del agotamiento, soñaba con las respuestas que el mundo no me daba.
Al despertar lloraba porque de alguna manera sentía que mis respuestas no existían. Todos fuimos niños alguna vez, todos fuimos descubriendo con el pasar de los años lo que nos rodeaba, pero ningún niño descubría aquello que no miraba, yo quería ser ese niño, el niño que mirara más de lo que ya veía. Sabía que el conjunto de casualidades y de coincidencias estaba unido con el pequeño hilo del destino.
Cuando llegué a la adolescencia me di cuenta de que era un joven un tanto especial, mi inquietud me caracterizaba con respecto a los demás chicos, en cada posibilidad encontraba algo para descubrir. La tierra se había vuelto mi laboratorio gigantesco. Lo que para otros era algo normal para mí era un océano de conocimiento.
Mi madre que era muy sabia y prudente se dio cuenta de lo especial que era su hijo, tuvo miedo de que estuviera un tanto desequilibrado mentalmente, así que busco ayuda psicológica. Cuando fuimos al especialista le dijo a mi madre que la felicitaba, mi madre no entendía lo que aquel hombre estaba diciendo, le quedo viendo de una manera muy irrespetuosa. Yo puse mi mano sobre el hombro de mi madre para que se calmara. Pero ella seguía sin entender lo que el hombre le estaba diciendo.
Él le explico a mi madre que no todos los adolescentes experimentaban lo que yo estaba viviendo, digo que iba a ser un gran hombre de ciencia, que mi capacidad está muy por encima de la de cualquier otro adolescente. Digo una frase que aún recuerdo y que no estaba mal encaminada para lo que luego viviría. "... aquí tienes mujer una mente introvertida que llegara más alto que cualquiera..."
Lo que este hombre no sabía era que estaba profetizando algo que en el futuro me ocurriría, grandes estudiosos fueron niños y jóvenes, ninguno de ellos se imaginó que iba a ser el que descubriera alguna ciencia o algún gran invento. Pero estoy seguro de que algo creció con ellos, algo que les hizo ser quienes fueron.
Nuestro carácter y nuestra personalidad nos definen como individuos y nos caracteriza con respecto a los demás, cada ser humano desarrolla su propio instinto. Todos nos forjamos por lo que tenemos en el interior de nuestra alma, cada alma es diferente, así como cada cuerpo.
Muchos creen que nuestra composición humana es tricotómica cuerpo, alma y espíritu. Según los grandes estudiosos cada una de las partes tricotomaticas tienen el mismo valor. Yo creo que la envoltura es el cuerpo y es lo que se ve físicamente por lo que tiene su valor, pero el alma respira en nuestras actitudes, desempeña la fuerza que nos empuja a diferenciarnos. Forja nuestra personalidad.
