Negocio Arriba

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Después de todo lo vivido me encuentro aquí, en mi habitación estudiando el sistema nervioso y asombrándome cada vez más de lo maravilloso que es el cuerpo humano y el daño que le hacemos día con día. En mi mente sigo "y así nos quejamos de tantas enfermedades, culpando a medio mundo cuando en realidad somos nosotros mismos los únicos que nos lo provocamos" como si en el fondo, el hecho de dañarnos, siempre fuese algo agradable.
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No me puedo concentrar en lo absoluto, no sólo son cosas personales las que pasan por mi cabeza sino más bien el negocio que tengo, compre acciones en algunas empresas y cada vez empiezo a crecer en este medio.
Agarro una botella de agua y camino hacia el gimnasio, mientras camino observo la maravillosa vista y en mi mente nomas está el pensamiento "la creación de Dios es maravillosa".
Al llegar al gimnasio, no llevo ahí ni siquiera una hora cuando recibo una llamada de mi mejor amiga y socia, Laura, la cual es el cerebro creativo puesto que a mí me gustan los números pero a ella, graduada de la carrera de administración, es un cerebro creativo andando.
•Laura: tenemos un asunto por resolver y necesitamos de tu presencia.
Lo que dijo me dejó un poco desconcertada, si bien las dos tenemos acciones, ella es mayoritaria.
Le digo que voy en una hora aproximadamente, salgo pensativa del gimnasio pero ya no puedo apreciar a la Ciudad de la misma perspectiva. No me gustaba hacer acto de presencia en tratándose en esos negocios, si bien me ayudaban para pagar mis estudios universitarios y ahorrar para la clínica médica que quería poner en un futuro, a veces me daban ganas de renunciar porque en mi mente siempre fue provisional todo eso, yo solo quería dedicarme a mi carrera. Y así, ni tener que verlo a él.

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Tome un Uber que me llevó directo a la empresa, al entrar pude sentir esa vibra pesada (como dirían mis padres) y algo en mí sintió una sensación extraña.
Entre en la sala como si tuviera todo bajo control con la frente en alto sabiendo que si me querían ahí era porque solo yo podría resolverlo, y eso me hizo sentir victoriosa ante él, que me miraba fijamente con esos ojos que me hacen estremecer y provocan mis deseos más oscuros... Tengo que admitirlo, él es la clase de hombre que por mucho podría decir que es el más atractivo, tiene unos ojos negros, los ojos perfectos, porque el negro es tan poderoso que resguarda en si la esencia de todos los colores. Pero hoy, con mayor razón el café, ese café de mis ojos estaban sumergidos en sus ojos negros, profundos, autoritarios. Y no sólo era el hecho de sus ojos, tenía unas facciones tan perfectas que harían que cualquier mujer cayera rendida ante sus pies... Pero siempre me recuerdo a mí misma la promesa que hice: "ningún hombre podrá poseerme". Un grito en la sala me saca de mis pensamientos, era él, el empresario mayor y dueño de la mayoría de las empresas en Arabia Saudita que vino a poner a dejar su huella en México. Así es, era un miserable machista que tenía en poco a las mueres, puesto que era un conservador tratándose de su cultura y decía en tono sarcástico "las mujeres son un éxito en los negocios. Siempre mezclando sus sentimientos y ganando dinero de ello, o perdiéndolo. Como siempre" mientras los demás lo apoyaban riéndose. Lo odiaba. En lo profundo de mi ser lo odiaba, y deseaba.
Se paro y golpeó fuerte la mesa, cosa que me sacó de mis pensamientos y llenó de miedo, puesto que al voltear y verlo sentí esa mirada tan pesada que me intimidó. Me seguía mirando mientras rompió con el silencio una vez más, diciendo que uno de los mayores errores era el hecho de que yo tuviera acciones en una de sus empresas, recalcando que nunca sabría manejar bien las cuentas y que mi aporte era útil solo por mi firma. Yo me enojé, muchísimo, quien se creía este para hablarme así. Pero al intentar hablar, Laura me robó la palabra como evitando que cometa una imprudencia y pidió que prosiguiéramos con lo que se tenía que hacer.
La reunión se me hizo eterna, mientras notaba las miradas descaradas que se hacían Laura y Omar, el empresario que se cree el dueño del mundo y ni si quiera puede controlar a sus mujeres. Sé que Laura se mete con el, es más que obvio. Él la defiende de cualquiera y resalta su utilidad, cosa que conmigo es todo lo contrario.
No pude ocultar mi coraje, que más aje coraje podrían ser celos. Antes de que se acabara todo me levanté y con dignidad dije fuerte y claro: RENUNCIO. Toma tus malditas acciones y no quiero saber nada de ti ni tú mugre empresa, adiós.
Y me salí antes de escuchar los comentarios, Laura no me siguió esta vez y yo tomé un taxi hasta mi casa; al llegar, me quite los tenis y me recosté en la cama. Sin duda alguna había cometido un grave error.

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