Últimos Deseos

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Cuando oyó esas palabras juntas no lo pudo creer, estaban pidiéndole que use el tiempo restante para hacer lo que no había podido hacer en su vida entera. Su esposa a su lado estaba hecha un mar de lágrimas, mientras que ella intercambiaba miradas entre su mujer y el doctor que había dado la noticia, no había rastros de estas afligida en lo más mínimo, seguramente ella ya se lo imaginaba cuando el médico entró a la habitación y dio un largo suspiro antes de hablar. Solo que de imaginarlo a que sea una realidad había más de un mar de diferencia. La mujer lloraba sujetando una de sus manos, podía sentir como sus lagrimas mojaban su piel, pero aun así no emitía ningún tipo de reacción.

El médico las dejó solas, una de ellas aún en silencio y la otra sollozando contra el colchón. Comenzó a acariciar su cabello lentamente, intentando de alguna manera consolarla, aunque sabía que el llanto no pararía, finalmente la mujer alzó la mirada cuando sintió el movimiento de la cama, su esposa se había movido hacia un lado del colchón para darle espacio y que se acueste con ella, no tardaron mucho tiempo hasta estar abrazadas y envueltas en lágrimas las dos, una por estar a punto de perder al amor de su vida y la otra por el tiempo perdido.

Luego de unas horas ya no había lágrimas por derramar, ni lamentos, ni planes, no había nada. Solo una conversación pendiente.

"¿En qué pensas?" Preguntó la mujer a su lado

Estaban abrazadas fuertemente, una de sus manos estaba sobre el abdomen de la otra mientras que su esposa se sujetaba de su brazo, como si fuese a caerse si no se sostenía.

Por la posición en la que estaban -Ella sentada en la cama y su esposa recostada en su pecho- el aroma de su perfume y el de la medicación se mezclaban. Hizo una mueca de disgusto, no le agradaba que aquello fuese lo último que iba a oler, necesitaba otra cosa...

"En que quiero flores" Respondió ella, mirando a la nada. Su esposa se movió para verla y al sentir su mirada, asintió confirmando que había escuchado bien.

"Flores?" Preguntó un poco sorprendida por la repentina ocurrencia.

"Es uno de mis deseos," aclaró "quiero Jazmines."

Su esposa suspiró y pudo sentir su respiración en su cuello. Ambas permanecieron en silencio, Flor no quería hablar mucho del tema, dado a que sabía que causaba un dolor inmenso a su esposa quien ahora se encontraba mas calmada. Ella sin embargo no había tardado mucho en hacerse a la idea, si bien ya sabía que su enfermedad había empeorado y que el tiempo no era mucho, prefirió no preguntar sobre la fecha estimada.

No interesaba si quedaban dos horas, un par de días o algunos meses, la vida tiene un solo final y este es la muerte, ya iba a llegar, pero no quería perder su tiempo esperándola.

Mientras la respiración de la mujer recostada en su pecho se volvía más lenta, indicando que había caído en un profundo sueño, Flor se dedicó a recapitular su vida, lo que hizo bien, lo que hizo mal, lo que no había hecho, lo que no... Y así miles de fotos mentales, conversaciones, recuerdos, aparecieron en su mente.

Pero aquello no fue suficiente, por lo que al final del día, le pidió a su esposa que le trajera un álbum de fotos, o mejor... todos los álbumes de fotos que había en la casa.

*

Habían pasado tres días y Florencia seguía sentada en aquella cama de hospital, lista para lo que sea que sucediera, ya casi ni pensaba en el final de todo. Era fácil distraerse con todos las cosas que su esposa le llevaba, se había vuelto un hábito, cada día recibía un pequeño ramo de jazmines, ya casi no cabían en la mesa junto a la cama, la silla para los acompañantes estaba ahora ocupada por una pila de álbumes de fotos, los cuales la morocha había visto y revisado del derecho y al revés, sin privarse de comentarle vagamente a su esposa las historias detrás de las viejas fotos.

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