UN VISTAZO AL PASADO

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Desde que llegaste a la Torre no pudiste evitar fijarte en la chica de la vestimenta oscura.

No confíabas en ella. En realidad no confiabas en ninguno de ellos, pero después de llevar tantos años en el equipo no te ha quedado más remedio que dejar de considerarlos solo conocidos.

Rachel es con la que menos has socializado. Solo unas palabras, silencios y libros prestados por en medio. Pero es la que mejor te conoce. Que diablos, es con la que más te identificas.
Desde que te curó la conexión se ha ido haciendo más gruesa, sin ni si quiera daros cuenta.

Los silencios sin más se han convertido en extraños silencios cómodos. Y las palabras se han ido alargando.

Pero no sabes si podrías considerarla tu amiga, o algo más...

Recuerdas la extraña y nueva sensación que tuviste cuando Rachel, milagrosa e inesperadamente, aceptó una cita con Garfield. Te pilló por sorpresa, a todos y al cambiante también.

Ya no han salido más, cosa que agraceces.

Recuerdas feliz cuando vuestras manos se entrelazaron por primera vez.
Fue una fría noche de invierno, ella estaba en la azotea, con las piernas colgando hacia el vacío. Con toda su atención puesta en la línea que separa el cielo del mar.
Depués de buscarla para prestarle un libro que te pareció digno para ella, subiste a la azotea para darte por vencido. Pero allí estaba. Te ruborizaste al verla tan hermosa bajo la tenue luz de la Luna.

-¿Rachel? ¿Que haces aquí? - te acercaste a ella lentamente con las manos sudorosas apretando el libro.

-Necesitaba tomar el aire - te respondió indiferente - ¿Qué quieres?

-Solo quería darte un libro.

Tomaste asiento junto a ella y enfocaste tu vista al mar.

Sentiste esos ojos violetas clavados en tí.

Giraste la cabeza y vuestros ojos se fundieron unos con los otros. Una extraña combinación de verde y violeta. Que te gustaba.

De repente sentiste algo frío y suave en tu mano. Bajaste la vista, ella ya no te miraba, pero vuestras manos seguían entrelazadas. Podrías haberla apartado e irte a tu estilo, pero no lo hiciste. No querías.

Y os quedasteis ahí, con las manos cogidas y la vista hacia la nada.
¿Cursi, no?

Y después de esa noche las quedadas para beber té en silencio se hicieron frecuentes todas las mañanas. Las conversaciones se hicieron menos incómodas. Tan solo ellos y sus silencios.

-¡Eres un idiota, Damian, podía hacerlo yo sola!

-¿Ah, sí? ¡Si no fuera por mí ahora estarías muerta, Rachel!

-¡Pues lo preferiría! ¡Solo eres un niño egocéntrico y orgulloso, Damian!

-Tienes razón...

-¿Qu-qué...?

-Lo siento, Rachel. pero no podía quedarme ahí mirando como te mataban.

-Si que podrí-

Rachel dejó la frase en el aire por que tus labios la detuvieron. Al principio se quedó estupefacta, pero tú también. No podías creer lo que estabas haciendo.

Empezaste a reirte, con lágrimas surcandote el rostro. Te separaste lo mínimo de ella para llevarte las manos a los ojos mientras Rachel te miraba confundida. De pronto te abrazó y empezó a llorar ella también.

-¿Damian? - la voz de tu padre te saca de tus recuerdos de un golpe.

Te limpias las lágrimas surgidas mientras los recuerdos y te giras.

-¿Qué? - preguntas seco.

-¿Estás bien?

Avanza unos pasos al ver que no.

-No... - susurras con la voz rota.

Cada vez quecierras los ojos ves esa espada atravesando su pecho y las lágrimas vuelven a brotar...

-¡No, no estoy bien...! - murmuras llevándote las manos a los ojos - no estoy bien...

Al verla ahí tumbada, con esos ojos violetas que tanto conoces cerrados. Esa tumba en forma de ataúd.

"¡Maldito día desgraciado en el que la conocí...!"

-"No llores Damian"- te susurra de repente una voz fría que conoces.

-¡Rachel, no te vayas!

Vuelven las lágrimas.

-"Prométemelo..."

Asientes débilmente y sientes que algo te deja. Que algo rompe tu corazón más de lo que ya está.

Y caes de rodillas al suelo con la cara inundada, rompiendo tu promesa.

Y recuerdas perfectamente esa noche lluviosa en la que tu vida. Dejó de tener sentido.















MALDITO DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora