Cambio de Cuerpo

Fiesta de locos

Narra Yuuri.

— ¡Vamos Yuuri! — insistía Yuko mientras agobiaba mi pacífico entorno. — ¡terminó el año escolar! Debemos ir a festejar, ¿no te emociona el hecho de salir y conocer nuevas personas? ­—la descarada castaña se comportaba como si no hubiésemos sido amigos desde los nueve años, ¿Desde cuándo cree que me gusta ir a hablar con gente? Le lancé una fría mirada de desaprobación. — ¡no me mires así!, ¡quiero salir con mi mejor amigo! ¡Por favoooorrrr! — odio cuando se comporta como una niña caprichosa, no mostraba intenciones de dejarme tranquilo. Se arrodilló tomándome de las manos, colocando esos ojos de cachorro que sabía que me mataban a la hora de negarle lo que sea —Yuuuriiii.

Suspiré sucumbiendo a sus caprichos nuevamente — Está bien Yuko, pero si las cosas se ponen incómodas no dudaré en irme con, o sin ti, sabes que odio salir, y mucho más a una fiesta de universitarios borrachos. — tal vez crean que soy muy duro con ella, pero sabe que en verdad siento un profundo temor al repudio ajeno, además, estoy muy cómodo aquí. Sus ojos resplandecieron al conseguir lo que quería, se levantó con una gran sonrisa pegando ridículos saltitos en su lugar.

— ¡Esto será muy divertido! ¡ésta tal vez sea la noche en la que puedas hablar con Viktor! — Viktor. Un espantoso calor me carcomió las mejillas al escuchar tal codiciado nombre, el cual era nada más que el de uno de mis amores platónicos más grandes en el mundo.

— ¡Y-Yuko! — chillé con vergüenza, ella carcajeó descaradamente, ya solo escuchar su nombre me provocaba esto.

Viktor Nikiforov, la súper estrella de la universidad, buenas notas, un carácter y sonrisa simplemente espectaculares, cualquiera pensaría que su cuerpo fue esculpido por los mismísimos Dioses, tan perfecto que parece irreal. Querido por alumnos, profesores, animales ¡hasta vagabundos! Alguien totalmente fuera de mi alcance claramente. Desde que entré en la carrera de psicología, lo veo divagar por la facultad vecina, diseño gráfico, siempre acompañado por gente y su emblemática sonrisa, sus largos cabellos color plata ondean como olas en un plano afrodisiaco cada vez que el viento hace de la suyas. La manera en la que sus ojos brillan cuando ríe no tiene precio, sin contar que cuando la carcajada es muy larga, sus ojos se llegan a achinar de la manera más tierna que he visto en mis 23 años. Recuerdo la primera y última vez que hablamos.