"Yo... pronto olvidaré todo... tengo que recordar antes de que se esfume. ¿Cómo comenzó todo? ¿En qué momento todo cambió para siempre...?"
Los primeros rayos de luz de la mañana entraron por la ventana y cayeron sobre mis párpados con suavidad haciendo que me despertara. La ciudad en la que vivía tenía el caluroso clima de California, más ahora que el verano se acercaba, y todos los días a la misma hora el sol de primavera me despertaba. Miré mi reloj y suspiré; ya eran las siete y media, tenía que prepararme para ir al instituto. Solo quedaban tres semanas y por fin sería libre para hacer lo que quisiera durante tres cortos meses que se me pasarían rápidamente.
Pensar en el verano hizo que me acabara de desperezar y me levanté de un salto, quedaba un día menos. «Solo un poco más y estaremos en la playa, en verano...» Me acerqué al calendario y taché el treinta de mayo con el rotulador negro que había colgado del calendario. Aquella era mi rutina, y de alguna forma ese pequeño gesto me daba un poco de energía para comenzar el día. Sí, resulta bastante idiota, pero cada uno tiene su forma de animarse, ¿no? Abrí mi armario y tras descartar varias prendas de ropa acabé decantándome por una camiseta de tirantes azul, mi color favorito, unos tejanos cortos y unas deportivas tobilleras que me regaló mi mejor amiga, Alyssa.
Mi habitación no era la clásica norteamericana cuyo tamaño era el doble que una normal, llena de pósters y cargada hasta arriba de cosas. No, ese no era el caso. El dormitorio era más bien pequeño, con una cama en la esquina lo suficientemente ancha como para que cabiésemos Aly y yo cuando ésta se quedaba a dormir. Al lado, bajo la ventana, había un escritorio de madera que tallamos mi padre y yo cuando era una cría. Tenerlo siempre allí me recordaba aquella buena época y de alguna forma me sacaba una sonrisa. A parte de la cama y el escritorio solo estaba el armario que me regaló tía Leah por mi décimo cumpleaños y que había pertenecido –desde hacía décadas– a todas las mujeres de nuestra familia.
Contemplé mi reflejo en el espejo y tras unos minutos acabando de arreglarme, me miré satisfecha. Era una chica de estatura algo baja, rozaba el metro cincuenta y ocho y delgada. Lo que más me gustaba eran mis ojos azules con un suave tono grisáceo que a todos le llamaban la atención y mi cabello dorado que llevaba a la altura de la mitad de la espalda, normalmente recogido en una trenza hacia un lado. No era la joven más bella del estado, y tampoco lo pretendía, no obstante, me sentía orgullosa de mí misma; no necesitaba nada más.
Salí de mi cuarto y bajé las escaleras hasta el comedor prácticamente corriendo. Como siempre, mi madre cocinaba, mi padre hablaba por el móvil y mi hermano veía la televisión. Esa era nuestra rutina entre semana: nunca cambiaba. En cuanto Ayden me vio bajar, apagó la televisión y se levantó a abrazarme. Mi hermano tenía dos años más que yo y era un hermano ejemplar. El primero de su promoción, guapo, gracioso, cariñoso y un auténtico caballero; le consideraba también uno de mis mejores amigos pues, a pesar de nuestras constantes discusiones, sabía que podía contar con él.
—Vaya, si se ha despertado la pequeña de la casa –dijo cortándome la respiración con su abrazo. Estaba fuerte; demasiado.
—Ayden me vas a matar –susurré mientras agitaba las piernas. Mi hermano me sacaba más de diez centímetros–. Te lo digo en serio, si quieres acabar conmigo hay otras formas que resultarían menos dolorosas.
—Lo siento pequeña, a ver cuándo creces –se burló y regresó a su asiento.
—Ja, ja –hice como si me riese y me senté a su lado–. Si tan solo fuese un poco más alta... –mascullé eso último y por suerte nadie más me escuchó.
—Cielo –interrumpió mi madre y aprovechó para servirme el desayuno–, ha llamado Chris y ha dicho que pasaría a recogerte en cinco minutos.
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La Cazadora de Brujas [Editando]
FantasiaMantener un secreto puede destruirte, tener un gran poder significa hacer un gran sacrificio. Hope Harris es una chica común de dieciséis años. Tiene una vida completamente normal, hasta que un día una misteriosa voz la conduce hasta el secreto mej...