Hace mucho no me sentía así, con unas ganas tan grandes de escribir, de desahogarme y lo hago por aquí porque siento que es el lugar más idóneo para expresarme.
Tres años, seis meses y veintiséis días desde aquel primer beso con el que todo comenzó, puede ser que nos hayamos conocido muy luego, en un momento en el que yo era, o tal vez sigo siendo, muy inmaduro tal vez si nos hubiéramos conocido unos cuantos años más tarde todo hubiera sido distinto.
Pero no, por ese cúmulo de malas decisiones estoy aquí, escribiendo un testamento para poder expresar todo lo que he sentido desde aquel día en el que me dijiste que sería beneficioso para tu relación actual el que dejáramos de hablar y obvio, lo entiendo, el es tu presente, el se lleva todos los besos y caricias que en su momento fueron mías, pero no es eso por lo que sufro, o tal vez si, no estoy muy seguro, pero de lo que si tengo certeza es que extraño a la amiga que tenía, a esa persona a la que le podía contar todo, absolutamente todo lo que me sucedía y no me juzgaba, al contrario, me apoyaba y me ayudaba todo lo posible, aquella mujer con la que aunque no hablara en varios días, yo sabía que estaba ahí, a un mensaje de saber que había sido de su vida esos escasos días en los que no había tenido noticias de ella. Ese apodo tan peculiar que me tenías y que me dolerá si otra persona me llama así...
-Creo que tengo un par de faltas ortográficas y/o de redacción, pero no tengo ganas de corregir y es probable que mañana me arrepienta de haber publicado esto
