XV: El final

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Narra Christopher.

Les pedí a mis papás hacer una última cosa antes de irnos. Ya me había despedido de Naomi, pero había algo que necesitaba hacer. Una cosa más. Agarré un pedazo de papel, una lapicera y escribí unas oraciones antes de meterla en un sobre junto a La Cadena Infinita de Naomi.

Toqué su puerta un par de veces y, contra mi voluntad, dejé ahí el sobre y me oculté. Necesitaba verla una vez más, pero tenía que dejarla ir. Era lo correcto, lo que debía hacerse.

Fue por eso que casi se me para el corazón cuando la vi hecha un nudo de lágrimas con el cabello hecho un lío y un pijama sucio. Necesité de toda mi fuerza de voluntad para no ir y abrazarla, consolarla, besarla y jurarle que todo estaría bien. Ella necesitaba superarme, no podía acercarme. Abrió el sobre como desesperada al ver su nombre escrito con mi letra, y la cadena cayó en su mano junto a mi nota, una carta corta que decía lo siguiente:

Naomi,

No necesito tu cadena infinita porque siempre vas a estar en mi corazón, vaya a donde vaya, no importa cuánto tiempo pase. Te extraño, y necesitaba verte una vez más antes de irme. Te ruego que sigas adelante, sin importar qué. Viví, escribí, soñá. Tal vez necesites dejarme atrás, y lo voy a entender. Solo quiero que seas feliz, Naomi. Sin importar qué. Florecé, llená el mundo de otros con tanta alegría como con la que llenaste el mío. Hacé brillar los días de los demás, porque tu recuerdo es suficiente para iluminar el mío. Hasta pronto, mi querida Bloom. Espero que en el futuro tengamos nuestro momento,

Chris, tu querido Blue.

Vi sus ojos empañarse, sus lágrimas resbalar y las gotas derramarse sobre el papel. La vi caer en el piso de rodillas y sollozar, y las lágrimas no tardaron en llenar mi cara también. Me puse la capucha y empecé a caminar incapaz de mirar atrás porque, de hacerlo, sabía que no podría evitar ir y darle falsas esperanzas y promesas que no podría cumplir.

Caminé, sus sollozos volviéndose más lejanos a cada paso que daba.

Caminé, y no sé cómo soporté no correr hacia ella.

Caminé, y a mi casa llegué. Y ahí, en la seguridad de esas paredes azules, lloré. No sé si fueron segundos, minutos u horas, pero lloré. Lloré, pero mis lágrimas no solucionaron nada.

Ese era el final, y nuestras lágrimas no lograrían cambiarlo.


La Escritora de WattpadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora