Un amor de verano. Un romance intenso y apasionado lleno de primeras veces.
Miles de recuerdos guardados y marcados por una pequeña flor de color azulado.
Dos adolescentes que se conocieron en una playa cerca de la media noche. No se conocían, pero en el instante en el que sus miradas se encontraron supieron que esa persona marcaría su vida.
Ella, nunca creyó en el amor a primera vista, eso sólo ocurría en los cuentos; él, no quería volver a enamorarse pues sabía que volvería a sufrir.
Sin embargo, ambos cayeron ante la fuerza de ese sentimiento que a tantos ha echo llegar a la locura.
Poco a poco se fueron entregando el uno al otro. Primero con antiguos secretos jamás contados; luego, creando los suyos propios.
El primer beso... El primer abrazo... El primer roce... La primera vez...
Los dos creían que su amor sería eterno, pero el final del verano se iba acercando y con él, su separación.
Cada uno venía de tierras muy lejanas a las que se encontraban en aquel momento y muy difícilmente podrían volver a encontrarse en otro lugar.
Los días, que pasaban lentamente al principio, ahora transcurrían a una velocidad excesiva. El tiempo, que antes creían tener, ahora se estaba agotando.
Las noches que antes estaban llenas de besos, amor y caricias ahora eran sólo dolor y lágrimas.
Al final, ese día que tanto temían llegó. Y con él, una promesa de amor eterno.
Antes de que tomasen ese tren que los llevaría de vuelta a casa, se fundieron en un beso con el que pretendían decir todo aquello que no podían mediante palabras.
Una vez estuvieron los dos en sus respectivos asientos volvieron a llorar. El dolor que sentían en sus pechos era demasiado fuerte. Su corazón se sentía oprimido y les costaba respirar.
-¿Porqué la vida es tan injusta? - pensaron los dos.
Como si fuese cosa del destino, justo en aquel momento ambos miraron dentro de sus mochilas buscando algo con lo que poder limpiarse las lágrimas. En vez de eso, encontraron un pequeño ramillete de unas pequeñas flores azules, con un pequeño papel en el que se podía leer el nombre de la persona que tanto amaban.
Ambos entendieron el mensaje que el otro les mandaba. "No me olvides, te estaré esperando."
Así pues, se prometieron el uno al otro volver a encontrarse, sin importar el tiempo que tuviesen que esperar para hacerlo.